martes, 26 de noviembre de 2013

Club de Lectura (3x30x31x32)

Pido disculpas a los lectores por el retraso, por cuestiones personales y 
de tiempo no pude subirles capítulos.
Por eso, hoy les dejamos 3 capítulos en compensación del libro Perfect:
 el capítulo 30, 31 y 32.
Si no leíste los capítulos anteriores, léelos acá.
Para empezar a leer, hacé clic en Más Información.


Capítulo 30: El cambio es bueno… excepto cuando no lo es.

El sábado en la noche, Emily ataba sus patines de hielo alquilados hasta que apenas podía sentir la circulación en su pie.
―No puedo creer que tengamos que ponernos tres pares de calcetines ―se quejó a Becka, quién estaba junto a ella en el banco, atándose el par de patines blancos que había traído de casa.
―Lo sé ―Becka agregó, ajustando su cintillo de encaje―. Pero evita que tus pies se pongan fríos.
Emily ató los cordones de su patín en un lazo. Tenía que hacer alrededor de los cincuenta grados en la pista de hielo, pero ella estaba sólo en una camiseta manga corta de Nadadora de Rosewood. Se sentía tan entumecida, que el frío no le afectaba.
De camino acá, Emily le dijo a Becka que su primera sesión Tree Tops era el lunes.
Becka pareció alarmada, después feliz. Emily no dijo mucho durante el resto del paseo.
Todo lo que estaba pensando era sobre cómo estar antes con Maya.
Maya. Cada vez que Emily cerraba sus ojos, veía la cara enojada de Maya en el 
invernadero. El celular de Emily había estado quieto todo el día. Parte de ella quería que Maya llamara, para intentar recuperar a Emily. Y entonces, por supuesto, parte de ella no quería. Trataba de mirar lo positivo, ahora que sus padres veían que estaba realmente haciendo un compromiso con Tree Tops, habían sido más amables. En la práctica de natación del sábado, la entrenadora Lauren le había dicho que la U. de entrenadores de natación de A todavía querían conocerla. Todos los chicos del equipo de natación aún estaban insinuándosele e invitando a Emily a fiestas de bañera, pero era mejor que ellos burlándose. Y mientras estaban conduciendo a casa desde la práctica, Carolyn había dicho.
―Me gusta este CD. ―Cuando Emily deslizó algo viejo de No Doubt en el reproductor. Eso era un comienzo.
Emily miró hacia la pista de hielo. Después del asunto de Jenna, ella y Ali solían venir aquí prácticamente cada fin de semana, y nada sobre el lugar había cambiado desde entonces. Todavía había los mismos bancos azules en el que todos se sentaban para atar sus botas, la máquina que dispensaba chocolate caliente que sabía a aspirina, el gigante oso polar de plástico que saludaba a todos en la entrada principal.
Absolutamente todo era tan misteriosamente nostálgico, Emily casi esperaba ver a Ali salir sobre el hielo practicando sus patinajes al revés. La pista de hielo estaba prácticamente vacía esta noche, sin embargo, había grupos de niños, pero ninguno de la edad de Emily. Probablemente la mayoría, estaban todos en la fiesta de Mona, en un mundo paralelo, Emily habría estado allí también.
―¿Becka?
Emily y Becka levantaron la vista. Una chica alta con un corto cabello oscuro rizado, una nariz de botón, y ojos color avellana las miraba. Tenía un vestido de línea A, leggings blancas tejidas en cable, un delicado brazalete de perla, y un brillo de labios rosa ardiente. Un par de patines de hielo blanco con cordones arcoíris colgaba de sus muñecas.
―¡Wendy! ―Becka gritó, levantándose. Ella iba a abrazar a Wendy pero entonces pareció corregirse y retroceder un paso―. Estás… ¡Estás aquí!
Wendy tenía una gran sonrisa en su cara.
―Wow, Becks. Luces… genial.
Becka sonrío tímidamente.
―También tú. ―Ella inspeccionó a Wendy casi con incredulidad, como si Wendy hubiese resucitado desde la muerte―. Te cortaste el cabello.
Wendy lo tocó auto-consiente.
―¿Está muy corto?
―¡No! ―Becka dijo rápidamente―. Está realmente lindo.
Ambas se mantuvieron sonriendo y riendo. Emily carraspeó, y Becka la miró.
―¡Oh! Esta es Emily. Mi nueva amiga Tree Tops.
Emily estrechó la mano de Wendy. Las pequeñas uñas de Wendy estaban pintadas con conchas rosadas, y había un Pokemon aplicado en su pulgar.
Wendy se sentó y empezó a atar sus patines.
―¿Patinan bastante chicas? ―Emily preguntó―. Ambas tienen sus propios patines.
―Solíamos ―Wendy dijo, mirando a Becka―. Tomamos lecciones juntas. Bueno… en cierto modo.
Becka soltó una risita y Emily la miró, confundida.
―¿Qué?
―Nada ―Becka respondió―. Sólo… recuerdo el cuarto de alquiler de patines, ¿Wendy?
―Oh Dios mío. ―Wendy golpeó una mano sobre su boca―. ¡La mirada en la cara de ese tipo!
Okaaay. Emily volvió a toser, y Becka inmediatamente dejó de reír, como si se diera cuenta de dónde estaba… o, tal vez, quién era ella.
Cuando Wendy terminó de atarse, todas se dirigieron a la pista. Wendy y Becka 
inmediatamente giraron alrededor y comenzaron a patinar hacia atrás. Emily, que sólo sabía patinar hacia adelante de una manera un tanto desigual, se sintió torpe y lerda al
lado de ellas.
Nadie dijo nada durante un tiempo. Emily escuchó los ruidos de los cortes que sus patines hacían en el hielo.
―Entonces, ¿sigues viendo a Jeremy? ―preguntó Wendy a Becka.
Becka masticaba la punta de su guante de lana.
―No realmente.
―¿Quién es Jeremy? ―preguntó Emily, bordeando a una chica rubia con el uniforme de Brownie.
―Un chico que conocí en Tree Tops ―respondió Becka. Ella miró a Wendy, incómoda―. Salimos durante un mes o dos. En realidad no funcionó.
Wendy se encogió de hombros y empujó un mechón de cabello detrás de su oreja.
―Sí, yo estaba saliendo con una chica de la clase de historia, pero no fue a ninguna parte tampoco. Y tengo una cita a ciegas la próxima semana, pero no estoy segura si voy a ir. Al parecer ella está en el hip-hop. ―Ella arrugó la nariz.
Emily se dio cuenta de lo que Wendy había dicho. Antes de que pudiera preguntar, Becka se aclaró la garganta. Su mandíbula estaba tensa.
―Yo podría ir a una cita a ciegas, también ―dijo ella, más fuerte que de costumbre―. Con otro chico de Tree Tops.
―Bueno, buena suerte con eso ―dijo Wendy rígida, girando para patinar de nuevo hacia delante. Sólo que no apartaba la mirada de Becka, y Becka no apartaba la mirada de Wendy. Becka patinó junto a Wendy, parecía como si deliberadamente chocaran sus manos.
Las luces se atenuaron. Una bola de discoteca descendió del techo y las luces de colores se arremolinaban alrededor de la pista. Todo el mundo a excepción de unas pocas parejas se tambalearon fuera del hielo.
―Las parejas de patinaje ―dijo Isaac Hayes un impostor por el altavoz―. Coge a la persona que amas.
Las tres se derrumbaron en un banco cercano cuándo Unchained Melody fue cantada a viva voz por los oradores. Ali dijo una vez que estaba cansada de estar fuera de las parejas de patinaje. 
―¿Por qué no acabamos de patinar juntas, Em? ―Sugirió, ofreciéndole la mano a Emily. Emily nunca olvidaría lo que se sentía al envolver sus brazos alrededor de Ali. Para oler el dulce aroma de manzana Granny Smith, del cuello de Ali. Para apretar las manos de Ali cuando Ali perdió el equilibrio, para cepillar accidentalmente su brazo contra la piel desnuda de Ali.
Emily se preguntó si ella recordaría ese evento de forma diferente la semana próxima.
¿Si Tree Tops borraría los sentimientos de su mente, de la forma en la máquina Zamboni suavizaba todos los cortes y marcas del patinaje del hielo?
―Ya vuelvo ―murmuró Emily, tropezando torpemente en las hojas de sus patines para ir al baño. En el interior, se pasó las manos en agua hirviendo y se miró en el espejo rayado. Estar en Tree Tops era la decisión correcta, le dijo a su reflejo. Era la única decisión. Después de Tree Tops, probablemente saldría con chicos al igual que Becka hacía. ¿No?
Cuando regresó a la pista, se dio cuenta de que Becka y Wendy habían salido de la banca. Emily se dejó caer, pensando que habían ido a buscar un bocadillo, y se quedó en la pista oscura. Vio a varias parejas con las manos entrelazadas. Otros trataban de besarse al patinar. Una pareja ni siquiera había llegado a la capa de hielo, ellos iban a una de las entradas. La chica hundió sus manos en el cabello oscuro y rizado del tipo.
La canción lenta terminó abruptamente y las luces fluorescentes se quebraron de nuevo. Los ojos de Emily se abrieron hacia la pareja junto a la puerta. La muchacha llevaba una diadema de encaje familiar. Ambos llevaban patines de hielo blanco. El chico llevaba cordones arco iris. Y… él estaba en un vestido rosa de línea A.
Becka y Wendy vieron a Emily, al mismo tiempo, que la boca de Becka dio la vuelta, y Wendy miró hacia otro lado. Emily se sentía temblar.
Becka se acercó y se paró junto a Emily. Ella exhaló una bocanada de aire helado.
―Creo que debería explicarlo, ¿eh?
El hielo olía a frío, como la nieve. Alguien había dejado un solo rojo, una manopla de tamaño infantil en el banco de al lado. En la pista, un niño se abalanzó y gritó: ―¡Soy un avión! ―Emily miró a Becka. Su pecho se sentía apretado.
―Pensé que Tree Tops estaba trabajando ―dijo Emily en voz baja.
Becka se pasó las manos por su largo pelo.
―Pensé que también lo había hecho. Pero después de ver a Wendy... bueno, supongo que viste lo que pasó. ―Sacó los puños de su suéter Isla Fair de debajo de sus manos―. Tal vez en realidad no se pueda cambiar.
Una sensación de calor divergió en el estómago de Emily. Pensar que Tree Tops podría cambiar algo tan fundamental de ella la había asustado. Parecía tan en contra de los principios de... de ser humano, tal vez. Pero no pudo. Maya y Becka estaban en lo cierto… no podías cambiar lo que eras.
Maya. Emily golpeó la mano sobre su boca. Necesitaba hablar con Maya, en este momento.
―Um, Becka ―dijo en voz baja―. ¿Puedo pedirte un favor?
Los ojos de Becka se suavizaron.
―Claro.
Emily patinó hacia la salida.
―Necesito que me lleves a una fiesta. Ahora mismo. Hay alguien que tengo que ver.

Capítulo 31: Ellos pelearon con la ley y la ley ganó.

Aria entrecerró los ojos sobre el lente de su Sony Handycam cuando Spencer ajustaba la corona encima de su cabeza.
—Hey, chicas —Spencer susurró, paseando alrededor de el teléfono LG que estaba puesto en el lado derecho del sofá de cuero de los Hastings—. ¿Quién quiere leer sus textos?
—Yo quiero —Hanna susurró.
Emily se recostó en el sofá de cuero. 
—Yo no sé...
—Vamos. ¿No quieres saber quién les escribió? —Spencer preguntó. Ella, Hanna, y Emily se reunieron alrededor del teléfono celular de Ali. Aria tomo la cámara del trípode y la movió cerca. Ella quería filmar todo esto. Todos los secretos de Ali. Ella enfocó bien la pantalla del teléfono de Ali, cuando de repente escuchó una voz en el pasillo.
—¿Estaban viendo mi teléfono? —Ali chilló, entrando a la habitación.
—¡Por supuesto que no! —Hanna exclamó. Ali miró su celular en el sofá, pero volvió su atención a Melissa e Ian que acababan de entrar en la cocina.
—Hey, chicas —Ian dijo, dando un paso, entró en la habitación familiar. El miró a Spencer—. Linda corona.
Aria retrocedió hacia su trípode. Spencer, Ian, y Ali se reunieron en el sofá, y Spencer comenzó a jugar a ser la anfitriona del show. De repente, en un segundo, Ali caminó directo a la cámara. Su piel lucía gris. Sus iris estaban negros y su lápiz de labios brillaba rojo en las líneas alrededor de su boca.
—Aria —Ali comandó, estando enfrente de los lentes—. Mira. La respuesta está directamente en frente tuyo.
Aria arrugó su frente. El resto de la escena fue rodando hacia delante como si todo fuera normal... Spencer preguntando a Ian del salto de base. Melissa estaba tan enojada como ella podía con su bolsa de comida para llevar. La otra Ali, la normal, estaba en el sofá, pareciendo aburrida. 
—¿Qué quieres decir? —Aria susurró a la Ali en frente del lente.
—Está directo en frente tuyo —Ali insistió—. ¡Mira!
—Okay, okay —Aria dijo rápidamente. Ella busco alrededor de la habitación de nuevo. Spencer estaba inclinada sobre Ian, agarrándose a todas sus palabras. Hanna y Emily estaban recostadas contra algo, pareciendo relajadas y frescas. ¿Qué se suponía que Aria debía ver?
—No entiendo —susurró.
—¡Pero ahí está! —Ali gritó—. ¡Está. Derecho. Ahí!
—¡Pero no lo veo! —Aria discutió indefensamente.
—¡Sólo mira!
Aria brincó en la cama. La habitación estaba oscura. El sudor bajaba por su cara. Su garganta estaba seca. Cuando ella miró alrededor, vio a Ezra acostado justo a su lado, y saltó.
—Está bien —Ezra dijo rápidamente, envolviendo sus manos a su alrededor—, fue sólo un sueño. Estás bien.
Aria parpadeó y miró alrededor. Ella no estaba en la sala de los Hastings pero sí bajo las cobijas del sofá de Ezra. El dormitorio, que estaba directamente fuera de la sala de estar. Olía como bolitas de polillas y a viejo perfume de dama, la forma en que todas las casas de Old Hollis olían. Una luz entró, cuando una pacífica brisa movió las persianas, y la cabeza de William Shakespeare asintió en el muro. Lo brazos de Ezra estaban alrededor de sus hombros. Sus pies desnudos frotaron sus tobillos.
—¿Un mal sueño? —Ezra preguntó—. Estabas gritando.
Aria se detuvo. ¿Sus sueños estaban tratando de decirle algo?
—Estoy fría —ella decidió— fue sólo una de esas inquietantes pesadillas.
—Me asustaste —Ezra dijo, apretando su cuerpo.
Aria esperó hasta que su respiración volvió a ser normal, escuchando la madera, crujiendo junto al viento, repicando directamente fuera de la ventana de Ezra.
Entonces ella se dio cuenta que las gafas de Ezra estaban torcidas. 
—¿Estabas durmiendo con las gafas?
Ezra puso su mano en el puente de su nariz. 
—Supongo, —él dijo avergonzadamente—. Caigo dormido bastante rápido.
Aria se inclino hacia delante y lo besó. 
—Eres tan raro.
—No tanto como tú, gritona —Ezra la tomó del pelo, tirándola encima de él—. Yo quiero tenerte. —Empezó a hacerle cosquillas a su cintura.
—¡No! —Aria chilló, tratando de moverse para alejarse de él—, ¡para!
—Uh-uh —Ezra murmuró. Pero sus cosquillas rápidamente se volvieron caricias y besos. Aria cerró sus ojos y dejó sus manos ondear hacia él. Entonces, Ezra se dejó caer sobre la almohada—. Ojalá nosotros pudiéramos sólo desaparecer y vivir en algún lugar diferente.
—Yo conozco Islandia realmente bien —Aria sugirió—. O ¿qué hay acerca de Costa Rica? Nosotros podríamos tener un mono. O tal vez ir a Capri. Nosotros podríamos colgarlo fuera en el Blue Grotto.
—Yo siempre quise ir a Capri —Ezra dijo suavemente—. Nosotros podríamos vivir en la playa y escribir poemas.
—Escribir poemas tan largos mientras nuestra mascota mono está con nosotros —Aria negoció.
—Por supuesto —Ezra dijo, besando su nariz—. Nosotros podemos tener tantos monos como tú quieras. —Él tenía una mirada distante en su cara, como si estuviera considerándolo realmente. Aria se sintió hinchar por dentro. Nunca se había sentido tan feliz. Esto se sentía… correcto. Ellos harían que funcionara. Ella atendería el resto de su vida... Sean, A, sus padres... mañana.
Aria se acurrucó contra él. Empezó a quedarse dormida, pensando acerca de monos 
bailando y playas arenosas, cuando de repente, golpearon la puerta de enfrente. Antes de que Aria y Ezra pudieran reaccionar, la puerta se abrió y dos policías irrumpieron dentro. Aria gritó. Ezra se incorporó y enderezó su bóxer, el cual tenía fotos de huevos fritos, salchichas y panqueques por todos ellos. Las palabras ¡Sabroso Desayuno!
Estaban escritas alrededor de la cinturilla del bóxer. Aria se escondió bajo las mantas, ella sólo llevaba puesta una pequeña camisa de Hollis University de Ezra que apenas cubría sus partes.
Los policías pasaron a través de la sala de Ezra y entraron en la habitación. Ellos alumbraban con sus linternas primero sobre Ezra, después sobre Aria. Ella envolvió las sabanas a su alrededor más apretadamente, buscando en el piso sus ropas. Ellos estaban ahí.
—¿Es usted Ezra Fizt? —preguntó el policía, un hombre fornido, Popeye armado con 
aceitoso cabello negro.
—Uh-s-si —Ezra tartamudeó.
—¿Y usted enseña en la Preparatoria Rosewood Day? —Popeye preguntó—. ¿Es esta chica su estudiante?
—¿Qué infiernos es ésto? —Ezra gritó.
—Usted está bajo arresto. —Popeye descolgó unas esposas plateadas de su cinturón. El otro policía que era más pequeño y más gordo y tenía una brillante piel que Aria solo podía describir como color jamón, jaló a Ezra fuera de la cama. Las raídas, y grises sábanas se fueron con él, exponiendo las piernas desnudas de Aria. Ella gritó y se dejó caer al otro lado de la cama para esconderse, en el suelo encontró un par de pantalones de pijama, se puso detrás del radiador y metió sus piernas dentro tan rápido como pudo.
—Tiene derecho de permanecer en silencio —cara de jamón empezó—, cualquier cosa que diga puede y será utilizada en su contra en una corte de ley.
—¡Esperen! —Ezra gritó.
Pero los policías no escucharon. Cara de jamón hizo girar a Ezra alrededor y puso sus manos en puño a la altura de sus muñecas. Él echó un vistazo disgustadamente al sofá de Ezra. Los jeans de él y la camisa estaban arrugados cerca del tablero de su cabeza. Aria de repente se dio cuenta que el brassier de encaje negro que ella había traído de Bélgica estaba inconvenientemente en uno de los postes de la cama. Ella rápidamente lo arrancó.
Ellos empujaron a Ezra a través de la sala fuera de su propia puerta, que habían colgado precariamente en una bisagra.
Aria corrió detrás de ellos, ni siquiera molestándose en revisar sus Vans, que esperaban en la segunda posición de Ballet en el piso cerca de la televisión. 
—¡Usted no puede hacer eso! —ella gritó.
—Nosotros nos ocuparemos de usted ahora, pequeña niña —Popeye gruñó. Ella vaciló en la calle, tenuemente iluminada frente al pasillo. Los policías redujeron a Ezra fácilmente, ya que él estaba flaco, vestido con sus bóxer de desayuno de papá. Cara de jamón se quedó dando un paso con los pies desnudos en la puerta. Esto hizo que Aria lo adorara incluso más.
Mientras ellos salían por la puerta hacia el porche del frente, Aria se dio cuenta que alguien mas estaba con ellos en la entrada. Su boca calló abierta.
—Se-an —Aria tartamudeó—. ¿Q-qué estás haciendo aquí?
Sean estaba desparramado sobre un buzón, mirando fijamente a Aria con terror y decepción.
—¡¿Qué estás haciendo aquí?! —él demando, mirando fijamente los pantalones de pijama de Ezra, que estaban amenazando con caer a sus tobillos. Ella rápidamente los tiró hacia arriba.
—Yo te lo explicaré —Aria masculló.
—Oh ¿sí? —Sean la desafió, poniendo sus manos en sus caderas. El miró perspicaz la noche, significativamente. No era el blando Sean que ella conocía—. ¿Hace cuánto que estás con él?
Aria silenciosamente empezó a dar vuelta a un cupón que había caído por la puerta.
—Ya deje todas tus cosas —Sean siguió, no esperando por su respuesta—. Están en el porche. No hay forma de que tú vuelvas a mi casa.
—Pero… Sean… —Aria dijo débilmente—. ¿A dónde iré?
—Ese no es mi problema —el chasqueó, y salió a la puerta del frente.
Aria salió. A través de la puerta abierta, ella pudo ver a los policías guiando a Ezra abajo caminando hacia delante y empujándolo dentro de un yate de policía de Rosewood. Después que ellos cerraran la puerta, Ezra echó un vistazo hacia su casa de nuevo. Él vio a Aria, después a Sean, después volvió de nuevo la mirada hacia ella.
Había una traicionada mirada en su cara.
Una luz cambio en la cabeza de Aria. Ella siguió a Sean al porche y agarró sus brazos.
—Tú llamaste a la policía, ¿cierto?
Sean cruzó sus brazos sobre su pecho y miró lejos. Ella se sintió mareada y enferma, y se agarró del oxidado porche gris azulado para mantenerse en sus pies.
—Bien, una vez que recibí esto… —Sean saco rápidamente su celular y lo puso justo en la cara de Aria. En la pantalla estaba una foto de Aria y Ezra besándose en la oficina de Ezra. Sean golpeó la flechas del lado. Había otra foto de ellos besándose,solo que desde un ángulo diferente—. Yo pensé que debería dejar saber a las autoridades que un profesor estaba con una estudiante. —Sus labios se curvaron alrededor de la palabra estudiante, como si esto lo disgustara—. Y en propiedad escolar —el agregó.
—Yo no quise lastimarte —Aria susurró. Y entonces, ella se dio cuenta del mensaje de texto que acompañaba la última foto. Su corazón se hundió unos pocos pies de profundidad.

Capítulo 32: Amantes no tan secretos.

Y ellos estaban todos unos sobre otros! —Emily tomó un sorbo de la enorme sangría de Maya que había llegado para ellas en la barra de planetario—. ¡Todo este tiempo tenía miedo de lo que pudieran hacer, como, cambiarte, pero resulta que es falso! ¡Mi patrocinador regreso con su novia y todo!
Maya le dio una mirada loca a Emily, empujándola en las costillas. 
—¿De verdad pensaste que ellos podrían cambiarte?
Emily se inclinó hacia atrás. 
—Supongo que eso es estúpido, ¿verdad?
—Sí. —Sonrió Maya—. Pero me alegro de no trabajar demasiado.
Hace aproximadamente una hora, Becka y Wendy habían echado fuera a Emily de la fiesta de Mona y ella había rasgado a través de las habitaciones, en busca de Maya, asustada de que ella se hubiera ido, o peor, que estuviera con alguien más. Ella había encontrado a Maya sola cerca de la cabina del DJ, con un vestido de rayas negro y patent leather de Mary Janes (marca de zapatos). Tenía el pelo en clips de mariposas blancas.
Habían escapado fuera a una pequeña parcela de hierba en el jardín del planetario.
Ellas podían ver la fiesta haciendo furor a través de los dos pisos, las ventanas de cristal esmeriladas (pulidas), pero no podían escucharlos. Frondosos árboles, telescopios, y arbustos podados con las formas de los planetas llenaban el jardín. Algunos de los asistentes de la fiesta se habían salido y estaban sentados al otro lado del patio, fumando y riendo, y había una pareja haciéndolo por el gigante de Saturno con forma de topiaria (práctica de la jardinería que consiste en dar formas artísticas a las plantas mediante el recorte con tijeras de podar), pero
Emily y Maya estaban bien retiradas. Ellas no se habían besado ni nada, sólo estaban
mirando al cielo. Tuvo que ser casi medianoche, que normalmente era el toque de queda de Emily, pero ella había llamado a su mamá para decirle que se iba a quedar la noche con Becka. Ella había acordado verificar la historia, si llegara a ser necesario.
—Mira —dijo Emily, apuntando a las estrellas—. Esa sección de las estrellas allá arriba, ¿no parece que podría formar una E si se dibujaran líneas entre ellas?
—¿Dónde? —Entornó los ojos Maya.
Emily colocó la barbilla de Maya correctamente. 
—Hay estrellas al lado de ellas que forman una M. —Ella sonrió en la oscuridad—. E y M. Emily y Maya. Como una señal.
—Tú y tus señales —suspiró Maya. Estaban cómodamente en silencio por un segundo.
—Estaba furiosa contigo —dijo Maya en voz baja—. Romper conmigo en el horno así. Negarte a verme incluso en el invernadero.
Emily le apretó la mano y se quedó mirando las constelaciones. Un avión pequeño rayado pasaba, a mil metros de altura. 
—Lo siento —dijo—. Sé que no he sido precisamente justa.
Ahora Maya miro a Emily cuidadosamente. Un bronceado brillante iluminó su frente, mejillas y nariz. Se veía más hermosa de lo que Emily la había visto nunca. 
—¿Puedo tomar tu mano? —susurró.
Emily miró a su propia mano ruda, cuadrada. Ha sujetado con fuerza lápices y pinceles y pedazos de tiza. Se aferró al principio a bloquearse antes de una carrera de natación. Agarró un balón de natación de regreso a la casa del equipo el año pasado.
Se había aferrado a la mano de su novio Ben... y se había aferrado incluso a la de Maya, pero le pareció que esta vez era más oficial. Era real.
Ella sabía que había gente alrededor. Pero Maya tenía razón: todo el mundo ya sabía.
La parte más difícil había pasado, y ella había sobrevivido. Ella había sido miserable con Ben, y ella no había sido la broma de alguien con Toby. Tal vez ella debería estar ahí con esto. Tan pronto como lo había dicho Becka, Emily sabía que tenía razón: ella no podía cambiar quién era. La idea era aterradora pero emocionante.
Emily tocó la mano de Maya. En primer lugar suave, luego más fuerte. 
—Te quiero, Em —dijo Maya, apretándola de vuelta—. Te quiero tanto.
—Te quiero, también —repitió Emily, casi de forma automática. Y se dio cuenta, ella lo hizo. Más que nadie, más que Ali, incluso. Emily había besado a Ali, y en una fracción de segundo, había besado su espalda. Pero luego, Ali se había retirado, disgustada. Había empezado rápidamente hablando de un chico con quien ella estaba realmente, un chico cuyo nombre no se lo diría Emily, porque Emily podría “realmente enloquecer”. Ahora Emily se preguntaba si incluso había un chico, o si Ali lo había dicho solo para deshacer el pequeño momento cuando ella había besado a Emily de verdad. Para decir, “yo no soy una lesbiana. De ninguna manera”.
Durante todo este tiempo, Emily había fantaseado acerca de que las cosas hubieran sido como si Ali no hubiera desaparecido, y si ese verano y su amistad se habían realizado como estaba previsto. Ahora ella sabía: no habría seguido. Si Ali no hubiera desaparecido, ella se habría ido cada vez más lejos de Emily. Pero tal vez Emily había encontrado su camino con Maya. 
—¿Estás bien? —Maya preguntó, notando el silencio de Emily.
—Sí. —Se sentó a su lado en silencio durante unos minutos, tomadas de la mano.
Entonces Maya levantó la cabeza, frunciendo el ceño en algo dentro del planetario.
Emily siguió su mirada a una figura oscura, mirando fijamente hacia ellas. La figura golpeó en el cristal, haciendo saltar a Emily.
—¿Quién es ese? —murmuró Emily.
—Sea quien sea —dijo Maya, entrecerrando los ojos—, vienen de afuera.
Cada pelo en el cuerpo de Emily se levanto. ¿A? Ella se escabulló hacia atrás. Entonces oyó una voz demasiado familiar.
—¡Emily Catherine Fields! ¡Ven aquí! 
Maya cayó boca abierta. 
—Oh, Dios mío.
La madre de Emily entró bajo los focos del patio. Su cabello sin peinar, no llevaba 
maquillaje, tenía una destartalada camiseta, y sus zapatillas de deporte estaban
desatadas. Se veía ridícula entre la multitud de asistentes de la fiesta realizada arriba.
Algunos niños se abrían al verla pasar.
Emily luchaba torpemente de la hierba. 
—¿Q-Qué estás haciendo aquí?
La señora Fields agarró el brazo de Emily. 
—No lo puedo creer. Tuve una llamada hace quince minutos diciendo que estás con ella. ¡Y no les creo! ¡Soy tonta! ¡No les creo! ¡Digo que están mintiendo!
—¡Mamá, puedo explicarlo!
La señora Fields se detuvo y olfateó el aire alrededor de la cara de Emily. Sus ojos se
abrieron. 
—¡Has estado bebiendo! —gritó, enfurecida—. ¿Qué te ha ocurrido, Emily? —Ella miró a Maya, que estaba sentada inmóvil sobre la hierba, como si la señora Fields había puesto en ella animación suspendida—. Tú no eres mi hija nunca más.
—¡Mamá! —Emily gritó. Se sentía como si su madre le hubiera puesto un hierro encrespado en el ojo. Esta afirmación sonaba tan... legal y obligatoria. Tan final.
La señora Fields la arrastró hasta la puerta que conducía desde el patio hasta un callejón que conducía a la calle. 
—Voy a llamar a Elena cuando lleguemos a casa.
—¡No! —Emily se liberó, luego enfrentó a su madre a mitad de camino, de la forma en que un luchador de sumo se ajusta cuando él está a punto de pelear—. ¿Cómo puedes decir que no soy tu hija? —gritó ella—. ¿Cómo puedes echarme?
La señora Fields alcanzó el brazo de Emily de nuevo, pero las zapatillas de deporte de Emily se atraparon en un pedazo de pasto desigual en la hierba. Ella cayó de espaldas, 
golpeando el suelo sobre su coxis, experimentando un flash blanco, el cegamiento del dolor.
Cuando ella abrió los ojos, su madre estaba sobre ella. 
—Levántate. Vamos.
—¡No! —Emily gritó. Trató de levantarse, pero las uñas de su madre le atravesaron el brazo. Emily luchó pero sabía que era inútil. Miró una vez más a Maya, que todavía no se había movido. Los ojos de Maya eran enormes y aguados, y se veía pequeña y sola.
Yo nunca podré verla de nuevo, pensó Emily. Eso podría ser.
—¿Qué tiene de malo? —Le gritó a su madre—. ¿Qué tiene de malo en ser diferente? ¿Cómo puedes odiarme por eso?
Las ventanas de la nariz de su madre estallaron. Ella hizo una bola con los puños y abrió la boca, a punto de gritar algo a cambio. Y luego, de repente, pareció desinflarse.
Se dio la vuelta e hizo un pequeño ruido en la parte posterior de la garganta. De repente, ella se veía tan agotada. Asustada. Avergonzada. Sin maquillaje y en pijama, parecía vulnerable. Hubo un enrojecimiento alrededor de los ojos, como si hubiera estado llorando durante mucho tiempo.
—Por favor. Sólo vamos.
Emily no sabía qué más hacer, sino levantarse. Ella siguió a su madre por el oscuro, 
desierto callejón y en un estacionamiento, donde Emily vio a su familiar Volvo. El asistente del estacionamiento encontró con los ojos de su madre y le dio una sonrisa burlona juzgando a Emily, como si la señora Fields había explicado porqué ella estacionaba aquí y rescataba a Emily de la fiesta.
Emily se arrojó en el asiento delantero. Sus ojos se movieron en la rueda Cara-de un- Horóscopo laminado que estaba en el bolsillo del asiento del coche. La rueda predijo
horóscopos de cada signo para todos los doce meses de este año, así que Emily lo sacó, hizo girar la rueda para Tauro, su signo, y miró a las predicciones de Octubre. Tu relación de amor será más gratificante y satisfactoria. Tus relaciones pueden haber causado problemas con otros en el pasado, pero todo va a navegar sin problemas a partir de ahora.
Ha, Emily pensó. Ella lanzó la tarjeta del horóscopo por la ventana. No creía en los horóscopos más. O en las cartas del tarot. O signos o señales o cualquier otra cosa que decía que las cosas sucedieron por una razón. ¿Cuál fue la razón por la que esto estaba ocurriendo?
Un escalofrío le atravesó. Tuve una llamada hace quince minutos diciendo que estás con ella. Ella hurgó en su bolso, su corazón latía con fuerza. Su teléfono tenía un mensaje nuevo. Había estado en su bandeja de entrada durante casi dos horas.

¡Em, te veo! Y si no lo detienes, voy a llamar a-tu-sabes-quién. —A

Emily se puso las manos sobre los ojos. ¿Por qué A no sólo la mataba?

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