Te dejamos un nuevo capítulo del libro Flawless, esta vez, el capítulo 36.
Si te perdiste el capítulo anterior, lo podés leer aquí.
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Capítulo 36: Solo es otro lento día de noticias en Rosewood.
Emily vivía en un barrio viejo y modesto con muchos residentes jubilados, y todo el mundo estaba fuera de sus porches o en el medio de la calle, preocupados por los tres coches de policía en el camino de entrada de los Fieldses y por la ambulancia que acababa de rugir a la distancia. Spencer se levantó del borde de la acera y diviso a Aria. Todavía estaba en su vestido de lunares de Foxy.
—Acabo de llegar aquí —dijo Aria mientras Spencer se acercaba—. Pero no puedo averiguar nada. Le he preguntado a un montón de gente lo que está pasando, pero nadie lo sabe.
Spencer miró alrededor. Había un montón de perros policía, oficiales de policía, la gente del EMS, e incluso el Canal 4 de Noticias—que había probablemente sólo conducido hasta la casa de los DiLaurentis. Se sentía como si todos los agentes de policía la estuvieran mirando.
Y entonces Spencer empezó a temblar. Esta era su culpa. Completamente su culpa. Se sentía enferma. Toby le había advertido que la gente se lastimaría, sin embargo, no había hecho nada. Había estado tan absorta en Wren—y mira lo que había resultado. Ni siquiera podía pensar en Wren justo ahora. O en Melissa. O en ellos juntos. Le hacía sentirse como si hubiera gusanos arrastrándose por sus venas. Algo le había pasado a Emily, y había tenido la oportunidad de detenerlo. La policía había estado sentada en su sala de estar.
Incluso “A” le había advertido.
De repente, Spencer se dio cuenta que la hermana de Emily, Carolyn, estaba de pie en el camino de la entrada, hablando con algunos policías. Uno de los oficiales se inclinó y le susurró algo al oído. La cara de Carolyn se arrugo, como si estuviera llorando. Corrió de vuelta a la casa.
La postura de Aria vaciló un poco, como si estuviera a punto de desmayarse.
— Oh Dios, la hermana de Emily...
Spencer tragó saliva.
—No sabemos nada todavía.
—Simplemente puedo sentirlo, sin embargo —dijo Aria, sus ojos llenos de lágrimas—. “A” —Toby—y sus amenazas —hizo una pausa, empujando lejos un mechón de pelo que se había metido en su boca. Sacudió gravemente sus manos—. Somos las siguientes, Spencer. Lo sé.
—¿Dónde están los padres de Emily? —preguntó Spencer en voz alta, tratando de ahogar todo lo que acaba de decir Aria—. ¿No estarían aquí si Emily estuviera...? —no quería decir la palabra muerta.
Un Toyota Prius torcido malamente en la carretera aparcó detrás del Mercedes de Spencer. Hanna salió. O bien, era una chica que se parecía a Hanna. No se había molestado en cambiarse un par de pantalones de un pijama de franela, y su largo, normalmente liso pelo castaño oscuro estaba encrespado y embutido en un moño medio arriba, medio abajo. Spencer no las había visto aparecer tanto juntas en años.
Hanna las espió y corrió hacia allí.
—¿Qué está pasando? ¿Esta…?
—No lo sabemos —interrumpió Spencer.
—Chicas, averigüe algo —Hanna se quitó sus gafas de sol—. Hablé con un policía esta mañana, y...
Otra nueva furgoneta se detuvo y Hanna dejó de hablar. Spencer reconoció a la mujer del Canal 8 de noticias. Dio un par de pasos más cerca de las chicas, su móvil en su oreja.
—¿Así que el cuerpo fue encontrado fuera esta mañana? — dijo, mirando a un portapapeles—. Muy bien, gracias.
Las chicas intercambiaron una mirada suplicante. Entonces, Aria tomó las manos de las demás y caminaron por el césped de Emily, pisando directamente a través de un lecho de flores. Estaban a pocos pasos de la puerta principal de Emily cuando un oficial de policía salió a su paso.
—Hanna, te dije que te quedaras fuera de esto —dijo el policía.
Spencer tragó saliva. Era Wilden, el hombre que había venido a su casa ayer. Su corazón empezó a latir.
Hanna trató de empujarlo a un lado.
—¡No me digas qué hacer! —el oficial agarró a Hanna por los hombros, y comenzó a retorcerse—. ¡Suéltame!
Spencer rápidamente agarró a Hanna por su diminuta cintura.
—Trata de calmarla —dijo Wilden a Spencer. Entonces se dio cuenta de quién era—. Oh —suspiró. Parecía confundido, luego curioso—. Señorita Hastings.
—Sólo queremos saber qué pasó con Emily —Spencer trató de explicar, por dentro perturbada—. Es... es nuestra amiga.
—Todas deberían irse a casa. —Wilden cruzó sus brazos sobre su pecho.
De repente, la puerta principal se abrió... y Emily salió.
Estaba descalza y pálida, y sosteniendo un vaso de agua en una vieja taza del McDonald's Muppet. Spencer estaba tan aliviada de verla, realmente grito. Un ruido vulnerable y dolido escapó de su garganta.
Las chicas corrieron hacia ella.
—¿Estás bien? —preguntó Hanna.
—¿Qué pasó? —dijo Aria, al mismo tiempo.
—¿Qué está pasando? —Spencer hizo un gesto hacia la multitud de personas.
—Emily... —Wilden puso sus manos sobre sus caderas—. Tal vez deberías ver a tus amigas más tarde. Tus padres dijeron que se suponía que permanecerías adentro.
Pero Emily sacudió su cabeza, casi irritada.
—No, está bien.
Emily las guió más allá del policía a su patio lateral. Se quedaron de pie prácticamente en un rosal contra el lado de la casa, por lo que tendrían un poco de intimidad. Spencer le echo un buen vistazo a Emily. Tenía círculos oscuros bajo sus ojos, y había arañazos por todas sus piernas, pero por lo demás, parecía bien.
—¿Qué pasó? —preguntó Spencer.
Emily tomo un enorme respiro.
—Un ciclista de montaña encontró el cuerpo de Toby en el bosque detrás de mi casa esta mañana. Supongo... supongo que tomo pastillas o algo así.
El corazón de Spencer se detuvo. Hanna se quedó sin aliento. Aria se puso
pálida.
—¿Qué? ¿Cuándo? —preguntó.
—Fue en algún momento durante la noche —dijo Emily—. Iba a llamarte, excepto que ese policía me está mirando como un halcón —su mandíbula estaba temblando—. Mis padres están visitando a mi abuela este fin de semana —intentó sonreír, pero se deformo en una mueca, y luego su rostro se derrumbó en un sollozo.
—Está todo bien —Hanna la consoló.
—Estaba actuando locamente anoche —dijo Emily, limpiándose su rostro con su camisa—. Me llevó a casa desde Foxy, y un minuto, era totalmente normal, y el siguiente, me estaba diciendo cuanto odiaba a Ali. Dijo que no podía perdonar a Ali por lo que hizo, y que se alegraba de que estuviera muerta.
—Oh mi Dios —Spencer se cubrió sus ojos. Todo era cierto.
—Eso fue cuando me di cuenta que Toby lo sabía —Emily continuó, sus pálidas y pecosa manos revoloteando—. Debe haber averiguado que Ali lo hizo, y... y creo que la mató.
—Espera un segundo —Hanna interrumpió, alzando su mano—. No creo que él…
—Shhh —Spencer puso su mano ligeramente sobre la pequeña muñeca de Hanna. Hanna parecía como si quisiera decir algo, pero Spencer tenía miedo de que si Emily se detenía, no sería capaz de terminar.
—Me escapé de él, todo el camino a mi casa —dijo Emily—. Cuando llegué adentro, Spencer llamo, pero lo cortamos. Entonces... entonces Toby estaba en mi puerta trasera. Le dije que sabía lo que había hecho, y que iba a decírselo a la policía. Actuó tan atónito de que lo había descubierto.
Emily parecía sin respiración con toda esa charla.
—Ustedes, ¿cómo sabían lo de Toby?
El estómago de Spencer se cayó. Las líneas telefónicas se habían ido antes de que pudiera explicar la verdad de “la cosa de Jenna” a Emily anoche. Deseaba que no tuviera que contárselo a Emily ahora—que parecía tan frágil. Había sido bastante malo decírselo a Aria y a Hanna- pero la verdad iba a destruir el mundo de Emily.
Aria y Hanna estaban mirando a Spencer expectantes, por lo que Spencer se armó de valor.
—Siempre lo supo —dijo—. Vio a Ali hacerlo. Simplemente, Ali lo chantajeó con culparlo. Me hizo guardar el secreto —hizo una pausa para respirar un poco y se dio cuenta de que Emily no estaba reaccionando de la manera en que pensaba que lo haría. Estando de pie, completamente tranquila, como si estuviera escuchando una conferencia de geografía. El tipo de posición que sacaba de balance a Spencer—. Así que, eh, cuando Ali desapareció, siempre pensé que tal vez, no sé... —levantó la vista hacia el cielo, dándose cuenta de que lo que estaba a punto de decir era verdad—. Pensé que tal vez Toby tenía algo que ver con eso, pero estaba demasiado asustada para decir nada. Pero luego volvió de su funeral... y mis notas de “A” se referían al secreto de Toby. Lo último que dijo: Me hiciste daño, así que voy a hacerte daño. Quería vengarse de todos nosotros. Tiene que haber sabido que estábamos todos involucrados.
Emily seguía allí de pie con tanta calma. Luego, lentamente, sus hombros comenzaron a temblar. Cerró sus ojos. Al principio, Spencer pensó que estaba llorando, pero luego se dio cuenta de que se estaba riendo.
Emily echó su cabeza hacia atrás, riendo más fuerte. Spencer miró a Aria y a Hanna con inquietud. Emily obviamente lo había perdido.
—Em... —la pinchó suavemente.
Cuando Emily bajo su cabeza de nuevo, su labio inferior estaba temblando.
—Ali nos prometió que nadie sabía lo que habíamos hecho.
—Supongo que mintió —Hanna dijo rotundamente.
Los ojos de Emily parpadearon inquisitivamente hacia adelante y atrás.
—Pero ¿cómo nos pudo mentir así? ¿Qué pasa si Toby decidiera contarlo? —sacudió su cabeza—. ¿Esto... esto sucedió cuando estábamos todos dentro de la casa de Ali, mirando su puerta principal? —preguntó Emily—. ¿Esa misma noche?
Spencer asintió solemnemente.
—¿Y Ali volvió adentro y dijo que todo estaba bien, y cuando ninguno de nosotros pudo dormir excepto ella, nos confortamos rascándonos nuestras espaldas?
—Sí —las lágrimas vinieron a los ojos de Spencer. Por supuesto Emily recordaba cada detalle.
Emily miró fijamente hacia el espacio.
—Y nos dio esto —levantó su brazo. El brazalete que Ali había hecho para ellas, para simbolizar el secreto, estaba anudado con fuerza alrededor de su muñeca. Las demás se habían quitado los suyos.
Las piernas de Emily se doblaron y se cayó al césped. Entonces comenzó a romper la pulsera de alrededor de su muñeca, tratando de quitársela, pero las cuerdas eran viejas y resistentes.
—Maldita sea —dijo Emily, doblando sus dedos juntos para hacer su muñeca más pequeña para que pudiera tirar la pulsera sin desatarla. Luego fue con sus dientes, pero no se movería.
Aria puso su mano sobre el hombro de Emily.
—Todo está bien.
—Simplemente no puedo creer en eso —se limpió sus ojos, renunciando a la pulsera. Emily se levantó con un puñado de hierba—. Y no puedo creer que fui a Foxy con el... con el asesino de Ali.
—Estábamos tan asustadas por ti —susurró Spencer.
Hanna agitó sus brazos alrededor.
—Ustedes, eso es lo que he estado tratando de deciros. Que Toby no es el asesino de Ali.
—¿Uhh? —Spencer frunció el ceño—. ¿De qué estás hablando?
—Yo... yo hable con ese policía esta mañana. —Hanna señaló hacia Wilden, que estaba hablando con el equipo de noticias—. Le hablé de Toby... de cómo pensaba que mató a Ali. Dijo que lo comprobaron, al igual que, hace años. Toby ni siquiera es un sospechoso.
—Definitivamente lo hizo —Emily se puso de pie de nuevo—. Anoche, cuando le dije que sabía lo que había hecho, se volvió realmente en pánico y me rogó que no se lo dijera a la policía.
Todos se miraron confundidos.
—¿Así que piensas que la policía esta solo equivocada? —Hanna jugueteó con la encantadora forma del corazón de su pulsera.
—Espera un minuto —dijo Emily lentamente—. Spencer, ¿que era con lo que Ali le chantajeaba? ¿Cómo consiguió que Toby asumiera la culpa de lo de... Jenna?
—Spencer dijo que Ali no se lo diría —respondió Aria.
Spencer sintió una sensación de tensión, de nerviosismo viniendo sobre ella. Es mejor a mi manera, Ali había dicho. Guardamos el secreto de Toby, el guarda los nuestros.
Pero Toby estaba muerto. Ali estaba muerta. No importaba, ahora.
—Lo sé —dijo en voz baja.
Entonces Spencer se dio cuenta de que alguien se acercaba por el patio lateral, y su corazón se aceleró. Era Jenna Cavanaugh.
Iba vestida con una camiseta negra y unos jeans de piel negra, y su cabello negro estaba amontonado en su cabeza. Su piel era todavía brillante, blanca como la nieve, pero su rostro estaba medio oculto por sus gafas de sol de gran tamaño. Sostenía un bastón blanco en una mano y el arnés de su golden retriever en la otra. Guió a Jenna hasta el borde del grupo.
Spencer estaba bastante segura de que estaba a punto de desmayarse. O eso, o empezar a llorar otra vez.
Jenna y su perro se detuvieron junto a Hanna.
—¿Esta Emily Fields aquí?
—Sí —murmuró Emily. Spencer podía oír el miedo en su voz—. Justo aquí. Jenna se volvió en la dirección de la voz de Emily. —Esto es tuyo. —le tendió una bolsa de satén rosa. Emily la tomo con mucho cuidado, como si estuviera hecha de cristal—. Y hay algo que deberías leer —Jenna cogió de su bolsillo un pedazo de papel arrugado—. Es de Toby.
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