miércoles, 22 de mayo de 2013

Club de Lectura (3x4)

Pido disculpas por no haber podido subir el cap, tuve algunos contratiempos que no me permitieron hacerlo. Agradezco la comprensión!
Les dejamos el capítulo 4 del libro Perfect.
Si no leíste el capítulo anterior, lo podés leer aquí.
Para comenzar a leer, hacé clic en Más Información.



Capítulo 4: No es de extrañar que la madre de Emily sea tan estricta.

Emily Fields nunca había entrenado el día antes de una competencia, así que fue directo a casa después de la escuela y se dio cuenta de tres nuevos elementos que estaban sobre el islote de la cocina de piedra caliza. Había dos nuevas toallas azules Sammy de natación para Emily y su hermana Carolyn, justo a tiempo para su gran competencia contra Drury mañana... y había también un libro de bolsillo titulado ¡No es justo!: ¿Qué hacer cuando pierdes a tu novio? Un post-it estaba pegado a la cubierta: Emily: Pensé que podrías encontrarlo de utilidad. Estaré de vuelta a las 6. —Mamá.
Emily hojeó distraídamente las páginas. No mucho después de que el cuerpo de Alison hubiera sido encontrado, la madre de Emily había empezado a sorprenderla con pequeños ánimos, como un libro llamado 1001 Cosas para hacerte sonreír, un gran conjunto de lápices de colores Prismacolor, y una marioneta de morsa, porque Emily solía estar obsesionada con morsas cuando era más joven. Después del suicidio de Toby, sin embargo, su madre le había dado solamente a Emily un montón de libros de autoayuda. La señora Fields parecía pensar que la muerte de Toby era más dura para Emily que la de Ali, probablemente porque pensaba que Toby había sido el novio de Emily.
Emily se hundió en una silla de la blanca cocina y cerró sus ojos. Novio o no, la muerte de Toby la frecuentaba. Cada noche, cuando se estaba mirando en el espejo mientras se cepillaba sus dientes, le parecía ver a Toby de pie detrás de ella. No podía dejar de repasar esa fatídica noche cuando la había llevado a Foxy. Emily le había dicho a Toby que había estado enamorada de Alison, y Toby había admitido que se alegraba de que Ali estuviera muerta. Emily había asumido inmediatamente que Toby era el asesino de Ali y había amenazado con llamar a la policía. Pero con el tiempo se dio cuenta de cuán equivocada estaba, ya era demasiado tarde.
Emily escuchó los pequeños sonidos instalados en su casa vacía. Se levantó, cogió el teléfono inalámbrico del mostrador y marcó un número. Maya respondió a un tono.
—Carolyn está en lo de Topher —dijo Emily en voz baja.
—Mi mamá está en una reunión de PTA. Tenemos una hora entera.
—¿En el arroyo? —Maya susurró.
—Sí.
—En seis minutos —declaró Maya—. Cronométrame.
Le tomó a Emily dos minutos salir por la puerta trasera, correr a través de su enorme, resbaladizo césped, y sumergirse en el bosque hasta el pequeño arroyo aislado. Al lado del agua había una roca lisa y plana, perfecta para que se sentaran dos niñas. Ella y Maya habían descubierto el lugar del arroyo secreto hace dos semanas, y habían estado escondiéndose aquí tanto como posiblemente pudieran.
En cinco minutos y cuarenta y cinco segundos, Maya surgió a través de los árboles.
Parecía adorable como siempre, en su simple camiseta blanca, su minifalda rosa pálido y sus zapatillas rojas ante de Puma. A pesar de que era Octubre, se estaba casi a ochenta grados afuera. Se había echado hacia atrás su pelo de la cara, luciendo su perfecta piel de color caramelo.
—Hey —gritó Maya, un poco sin aliento—. ¿Bajé los seis minutos?
—Apenas —bromeó Emily.
Ambas se desplomaron sobre la roca. Durante un segundo, ninguna de las dos habló.
Se estaba mucho más tranquilo aquí de nuevo en el bosque que en la calle. Emily trató de no pensar en cómo había escapado de Toby a través de estos bosques hace unas pocas semanas. En cambio, se concentró en la manera en que el agua brillaba sobre las rocas y cómo los árboles estaban empezando a volverse naranja en las puntas. Había una superstición acerca del gran árbol que podía divisar desde el borde de su patio trasero: si sus hojas se volvían amarillas en otoño, tendría un buen año escolar. Si se volvían rojas, no lo tendría. Pero este año, las hojas eran naranjas, ¿eso significaba regular? Emily tenía todo tipo de supersticiones. Pensaba que el mundo estaba lleno de signos. Nada era al azar.
—Te extrañé —Maya le susurró al oído a Emily—. No te vi en la escuela hoy.
Un escalofrío pasó a través de Emily cuando los labios de Maya rozaron el lóbulo de su oreja. Cambió su posición sobre la roca, acercándose a Maya.
—Lo sé. Estuve buscándote.
—¿Sobreviviste a tu clase de laboratorio de biología? —Maya preguntó, curvando su meñique alrededor del de Emily.
—Uh-huh. —Emily deslizó sus dedos hacia arriba del brazo de Maya—. ¿Cómo fue tu examen de historia?
Maya arrugó su nariz y sacudió su cabeza.
—¿Esto lo hace mejor? —Emily besó a Maya en los labios.
—Tendrás que esforzarte más que eso para hacerlo mejor —dijo Maya seductoramente, bajando sus ojos verde-amarillos como de gato y trató de alcanzar a Emily.
Habían decidido probar esto: sentadas juntas, saliendo cada vez que podían, tocándose, besándose. Mientras tanto Emily intentaba corregir a Maya de su vida, pero no podía. Maya era maravillosa, nada que ver con el ultimo novio de Em, Ben, nada, de hecho, como con cualquier chico con el que había salido alguna vez. Había algo tan confortable al estar aquí en el arroyo al lado. No estaban sólo juntas, también eran las mejores amigas. Así era como una pareja debería sentirse.
Cuando se separaron, Maya se quitó una zapatilla y sumergió su pie en el arroyo.
—Así que regresamos a nuestra casa ayer.
Emily contuvo su respiración. Después de que los trabajadores habían encontrado el cadáver de Ali en el nuevo patio trasero de Maya, el St. Germains se había mudado a un hotel para escapar de los medios de comunicación.
—¿Es... raro?
—Está bien. —Maya se encogió de hombros—. Oh, pero conseguí esto. Hay un acosador en libertad.
—¿Qué?
—Sí, un vecino le estaba diciendo a mi madre sobre eso esta mañana. Alguien está corriendo de un lado a otro a través de los patios de la gente, asomándose a las ventanas.
El estómago de Emily empezó a dolerle. Esto, también, le recordaba a Toby: de nuevo cuando estaban en sexto grado, era el chico espeluznante que se asomaba a las ventanas de todo el mundo, especialmente a la de Ali.
—¿Chico? ¿Chica?
Maya sacudió su cabeza.
—No lo sé. —Se sopló su flequillo rizado en el aire—. Este pueblo, lo juro por Dios. Es el lugar más extraño de la tierra.
—No debes perderte California —dijo Emily suavemente, haciendo una pausa para ver a un montón de pájaros despegar de un roble cercano.
—No, en absoluto, en realidad. —Maya tocó la muñeca de Emily.
—No hay Emilys en California.
Emily se inclinó hacia delante y besó a Maya suavemente en sus labios. Mantuvieron sus labios juntos durante unos largos cinco segundos. Besó el lóbulo de la oreja de Maya. Entonces Maya le besó su labio inferior. Se separaron y sonrieron, el sol de la tarde haciendo muchos patrones en sus mejillas. Maya besó la nariz de Emily, luego sus sienes, su cuello. Emily cerró sus ojos, y Maya besó sus párpados. Respiró hondo.
Maya pasó sus delicados dedos por el borde de la mandíbula de Emily, se sentía como un millón de mariposas batiendo sus alas contra su piel. Por mucho que había estado tratando de convencerse de que estar con Maya estaba mal, era la única cosa que se sentía bien.
Maya se separó.
—Así que, tengo una propuesta para ti.
Emily sonrió.
—Una propuesta. Suena serio.
Maya sacó sus manos de sus mangas.
—¿Qué tal si hacemos las cosas más abiertas?
—¿Abiertas? —Emily repitió.
—Sí. —Maya rozó su dedo hacia arriba y abajo por la longitud del brazo de Emily, dejándole la piel de gallina. Emily podía oler el chicle de plátano de Maya, un olor que ahora encontraba embriagador—. Quiero decir que pasemos tiempo dentro de tu casa. Que pasemos tiempo en la escuela. Que... no sé. Sé que no estás preparada para estar, como, fuera de esto, Em, pero es difícil pasar todo nuestro tiempo en esta roca. ¿Qué va a pasar cuando haga frío?
—Vendremos aquí en trajes para la nieve —bromeó Emily.
—Hablo en serio.
Emily miró como un fuerte viento hizo que las ramas de los árboles se golpearan juntas. El aire de repente olía como a hojas quemándose. No podía invitar a Maya dentro de su casa porque su madre había dejado ya claro que no quería que Emily fuera amiga de Maya... por terribles, casi definitivamente motivos racistas. Sin embargo, no era como si Emily se lo fuera a decir a Maya. Y en cuanto a la otra cosa, hacerlo público, no. Cerró sus ojos y pensó en la foto que A le había enviado por SMS hace tiempo, la de Emily y Maya besándose en la cabina de fotos de la fiesta de Noel Kahn. Hizo una mueca de dolor. No estaba preparada para que la gente lo supiera.
—Lo siento, soy lenta —dijo Emily—. Pero con esto es con lo que estoy cómoda en este momento.
Maya suspiró.
—Está bien —dijo con voz de Eeyore—. Solo tendré que aceptarlo.
Emily se quedó mirando el agua. Dos peces plateados nadaban muy juntos. Cada vez que uno se volvía, el otro se volvía también. Eran como esas parejas necesitadas que se distinguían en el pasillo y se detenían prácticamente para respirar cuando estaban separados. Le hizo sentirse un poco triste al darse cuenta de que ella y Maya nunca
podrían ser una de esas parejas.
—Entonces —dijo Maya—. ¿Nerviosa por tu competencia de natación de mañana?
—¿Nerviosa? —Emily frunció el ceño.
—Todo el mundo va a estar ahí.
Emily se encogió de hombros. Había competido en muchos eventos de natación más grandes que esto, había habido equipos de cámaras en las nacionales el año pasado.
—No estoy preocupada.
—Eres más valiente que yo. —Maya deslizó de nuevo su zapatilla en su pie.
Pero Emily no estaba tan segura de eso. Maya parecía valiente en todo, ignoraba las reglas que te decían que había que llevar el uniforme en Rosewood Day y aparecía con su chaqueta de mezclilla blanca todos los días. Fumaba marihuana fuera de la ventana de su habitación mientras sus padres estaban en la tienda. Decía ‘hola’ a niños que no conocía. De esa manera, era justamente como Ali, totalmente sin miedo. Que era probablemente porque Emily se había enamorado de ellas.
Y Maya era valiente sobre esto, quién era, qué quería, y con quién quería estar. No le importaba si la gente se enteraba. Maya quería estar con Emily, y nada iba a detenerla.
Tal vez algún día Emily sería tan valiente como Maya. Pero si estuviera a su altura, eso sería algún día lejano, muy, muy lejano.

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