Estamos otra vez para darte la cuota diaria de PLL, esta ve les traemos el capítulo 10.
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Capítulo 10: Las chicas solteras tienen mucha más diversión
Esa tarde, Emily se encontraba en el estacionamiento de estudiantes, estaba perdida en sus pensamientos, cuando alguien arrojó sus manos sobre sus ojos. Emily se sobresalto.
—¡Whoa, enfríate! ¡Soy sólo yo!
Emily se volvió y suspiró con alivio. Sólo Maya. Emily había estado tan distraída y paranoica desde que recibió esa extraña nota ayer. Había estado a punto de desbloquear su coche -su madre la dejaba a ella y a
Carolyn llevarlo a la escuela con la condición de que condujeran con precaución y llamaran al llegar allí – para agarrar su bolsa de natación para la práctica.
—Lo siento —dijo Emily. —Pensé. . . no importa.
—Te extrañe hoy. —Maya sonrió.
—Yo también. —Emily le devolvió la sonrisa. Había intentado llamar a Maya esa mañana para ofrecerle un viaje a la escuela, pero la mamá de Maya dijo que se había ido ya. —Así que, ¿cómo estás?
—Bueno, yo podría estar mejor. —Hoy, Maya había asegurado su pelo salvaje y oscuro fuera de su cara con iridiscentes y adorables clips de mariposas rosas.
—¿Ah, sí? —Emily ladeó la cabeza.
Maya apretó los labios y deslizó uno de sus pies hacia fuera de sus sandalias Oakley. Su segundo dedo del pie era más largo que su dedo gordo del pie, al igual que Emily.
—Estaría mejor si fueras a alguna parte conmigo. Ahora mismo.
—Pero tengo natación, —dijo Emily, oyendo a Igor* en su voz de nuevo.
Maya le tomó la mano y la hizo girar. —¿Y si te dijera que a donde vamos implica natación?
Emily entornó los ojos. —¿Qué quieres decir?
—Tienes que confiar en mí.
Incluso si hubiera estado cerca de Hanna, Spencer y Aria, todos los recuerdos favoritos de Emily eran pasando el tiempo sola con Ali. Al igual que cuando se vistieron con voluminosos pantalones de nieve para deslizarse en trineo por Bayberry Hill, hablando de su novio ideal, o llorando sobre La Cosa de Jenna de
sexto grado y consolándose mutuamente. Cuando eran apenas ellas dos, Emily vio a una un poco menos perfecta Ali - que de alguna manera la hacía parecer aún más perfecta - y Emily sentía que podía ser ella misma.
Parecían que días, semanas, años habían pasado desde que Emily no había sido ella misma. Y pensó que ahora, podría haber algo por el estilo con Maya. Echaba de menos tener una mejor amiga. En este momento, Ben y todos los demás muchachos estarían probablemente cambiándose a sus trajes, y dándose bofetadas unos a otros en los culos desnudos con toallas mojadas. La entrenadora Lauren estaría escribiendo la práctica encima del tablero en el marcador grande y llevaría a cabo la adecuada cuenta de aletas,
boyas, y paletas. Y las chicas en el equipo se quejarían porque todas tenían sus períodos al mismo tiempo. ¿Ella se atrevería a perderse el segundo día de práctica?
Emily apretó la llave de pescado de plástico. —Yo supongo que podría decirle a Carolyn que tengo que ser tutora a alguien en español, —ella murmuró. Emily sabía que Carolyn no compraría eso, pero ella probablemente no delataría a Emily, Chequeo tres veces el estacionamiento para ver si alguien estaba viendo,
Emily sonrió y abrió el coche.
—Está bien. Vámonos.
—Mi hermano y yo descubrimos este lugar el fin de semana, —Maya dijo mientras Emily entraba en el aparcamiento de grava.
Emily salió del coche y se estiró. —Me olvidé de este lugar. —
Estaban en la pista Marwyn, que estaba a cinco millas de distancia y bordeada de un arroyo profundo. Ella y sus amigas solían traer sus bicicletas aquí todo el tiempo - Ali y Spencer pedaleaban con furia y por lo general al final, empataban - y paraban en el bar de aperitivos de la zona de natación para comprar deditos de mantequilla y Coca-Cola Diet.
A medida que ella seguía Maya por una ladera lodosa, Maya tomo su brazo.
— ¡Oh! Me olvidé de decirte. Mi mamá dijo que tu mamá hizo escala ayer mientras estábamos en la escuela. Trajo más brownies.
—¿De veras? —Emily respondió, confusa. Se preguntaba por qué su madre no había dicho nada durante la cena.
—Los brownies estaban deliciosos. ¡Mi hermano y yo pulimos la bandeja anoche!
Llegaron a una pista de tierra. Un dosel de robles las protegía. El aire tenía ese olor fresco, a madera y se sentía cerca de veinte grados más frío.
—No estamos allí todavía. —Maya le tomó la mano y la llevó por el camino de un pequeño puente de piedra. A unos seis metros por debajo de ella, la corriente aumentó. Las aguas tranquilas, brillaban mientras el sol de la tarde caía Maya caminó hasta el borde del puente y se desnudo hasta llegar a su sujetador a juego
de color rosa pálido y ropa interior. Ella arrojó su ropa en una pila, sacó la lengua a Emily, y saltó.
—¡Espera! —Emily corrió hasta el borde. ¿Sabia Maya cuan profundo estaba? En un total de un Mississippi, dos- Mississippis más tarde, Emily oyó un chapoteo. La cabeza de Maya apareció de vuelta fuera del agua.
—¡Te lo dije se trataba de nadar! ¡Vamos, lánzate!
Emily miró al montón de ropa de Maya. Ella realmente odiaba desnudarse delante de la gente – incluso de las chicas del equipo de natación, que la veían todos los días. Poco a poco se quitó la falda plegada de Rosewood , cruzando las piernas una sobre la otra para que Maya no pudiera ver sus muslos desnudos y musculosos, y luego tiró de la camiseta sin mangas que llevaba debajo de su blusa de uniforme.
Ella decidió mantenerla puesta. Ella miró por encima del borde del arroyo y, robándose a ella misma, ella saltó. Un momento después, el agua abrazo su cuerpo. Era agradable y gruesa por el barro, no fría y limpia, como la piscina. El sujetador con relleno subió hinchado con el agua.
—Es como un sauna aquí, —dijo Maya.
—Sí. —Emily nado hacia la zona menos profunda, donde Maya estaba de pie. Emily se dio cuenta que podía ver los pezones de Maya directamente a través de su sostén, y corto la mirada.
—Yo solía ir a bucear al acantilado con Justin todo el tiempo de vuelta en Cali, — dijo Maya. —Se quedaba de pie en la parte superior, como, creo que durante diez minutos antes de saltar. Me gusta como ni siquiera dudaste.
Emily flotaba sobre su espalda y sonrió. Ella no pudo evitarlo: ella tragaba los elogios de Maya como pastel de queso.
Maya lanzo agua a Emily poniendo sus manos en forma de copa. Parte de ella llego directo en su boca. El arroyo sabía a agua pegajosa y casi metálica, nada del cloro del agua de la Piscina.
—Creo que Justin y yo vamos a romper, —dijo Maya.
Emily nadaba cerca de la orilla y se levantó. —¿En serio? ¿Por qué?
—Sí. Lo de la larga distancia es demasiado estresante. Él me llama, como todo el tiempo. ¡Sólo he estado ausente por unos días, y él ya me ha enviado dos cartas!
—Huh, —Emily respondió: tamizando sus dedos a través del agua turbia.
Entonces ocurrió algo con ella. Se volvió hacia Maya. —¿Tu, um, pusiste una nota en mi armario de natación ayer?
Maya frunció el ceño. —¿Qué, después de la escuela? No…caminamos a casa, ¿recuerdas?
—Cierto. —Ella realmente no creía que Maya había escrito la nota, pero las cosas habrían sido mucho más sencillas si lo hubiera hecho.
—¿Qué decía la nota? —Emily sacudió la cabeza.
—No importa. No fue nada. —Ella se aclaró la garganta. —Sabes, creo que podría romper con mi novio también.
Whoa. Emily no habría estado más sorprendida si un pájaro azul habría volado hasta su boca.
—¿En serio?, —dijo Maya.
Emily parpadeó agua de sus ojos. —No lo sé. Tal vez.
Maya extendió los brazos sobre su cabeza, y cogió a Emily dejando a la vista esa cicatriz en la muñeca de nuevo. Ella apartó la mirada. —Bueno, jode a un alce, — dijo Maya.
Emily sonrió. —¿Huh?
—Es esta cosa que digo a veces, —dijo Maya. —¡Significa. . .al diablo! —Ella se volvió y se encogió de hombros. —Supongo que es una tontería.
—No, me gusta, —dijo Emily. —Jode a un alce. —Ella se rió. Ella siempre se sentía divertida cuando decía groserías - como si su mamá la oyera desde su cocina, a diez millas de distancia.
—Deberías de romper con tu novio, —dijo Maya. —¿Sabes por qué?
—¿Por qué?
—Eso significaría que ambas estaríamos solteras.
—Y eso ¿qué significa? —preguntó Emily. El bosque estaba muy quieto y callado.
Maya se acercó más a ella. —Y eso significa…que nos…podemos…¡divertir!. —Ella agarró Emily por el hombro y la sumergió bajo el agua.
—¡Hey! —Emily chilló. Se echó atrás a Maya, chapaleando su brazo a través de toda el agua, creando una ola gigante.
Entonces ella agarró a Maya por la pierna y empezó a hacerle cosquillas debajo de sus dedos de los pies.
—¡Ayuda! —Maya gritó. —¡No mis pies! ¡Soy muy cosquillosa!
—¡He encontrado tu debilidad! —Emily cantó, maniáticamente arrastrando a Maya hacia la cascada. Maya logró soltar su pie y se abalanzó sobre los hombros de Emily por detrás. Las manos de Maya vagaban hacia arriba a los lados de Emily, a continuación, hasta el estómago, donde ella le hacía cosquillas. Emily chilló.
Finalmente empujó a Maya a una pequeña cueva en las rocas.
—¡Espero que no hallan murciélagos aquí! —Maya chilló. Vigas de la luz solar se filtraban a través de pequeños orificios perforados de la cueva, lo que hacia un halo alrededor de la parte superior de la cabeza empapada de Maya.
—Tienes que venir aquí, —dijo Maya. Ella le tendió la mano.
Emily estaba a su lado, el sentimiento de la cueva era suave, fresco. El sonido de su respiración se hizo eco en las estrechas paredes. Se miraron la una a la otra y sonrieron. Emily se mordió el labio. Este era un momento tan perfecto de amigas, la hacía sentirse algo melancolía y nostálgica.
Los ojos de Maya se convirtieron en preocupación. —¿Qué pasa?
Emily respiró hondo. —¿Bueno. . . sabes la niña que vivió en tu casa? ¿Alison?
—Sí.
—Ella desapareció. Inmediatamente después del séptimo grado. Ella nunca fue encontrada.
Maya se estremeció ligeramente. —He oído algo al respecto.
Emily se abrazó, ella se estaba enfriando, también. —Nosotras éramos muy cercanas.
Maya se acercó a Emily y puso su brazo alrededor de ella. —No me di cuenta.
—Sí. —Tambaleó la barbilla de Emily. —Yo solo quería que lo supieras.
—Gracias.
Poco tiempo pasó; Emily y Maya continuaron abrazándose. Entonces, Maya dio marcha atrás.
—Yo como que mentí antes. Sobre Por que quiero romper con Justin.
Emily levantó una ceja, curiosa.
—Yo soy. . . No estoy segura si me gustan los chicos, —dijo Maya en voz baja. —Es extraño. Creo que son lindos, pero cuando llego a estar sola con ellos, No quiero estar con ellos. Prefiero estar con, como, alguien más como yo. —Ella sonrió torcidamente. —¿Sabes?
Emily se pasó las manos por la cara y el cabello. La mirada de Maya se sentía muy cercana, de repente.
—Yo…, —ella empezó. No, no sabía.
Los arbustos por encima de ellas se movieron. Emily se estremeció. Su mamá odiaba cuando llegaba a este camino - nunca sabias qué tipo de secuestradores o asesinos se escondían en lugares como este.
El bosque estaba inmóvil por un momento, pero luego una bandada de pájaros se disperso violentamente hacia el cielo. Emily se aplano contra la roca. ¿Estaba alguien mirando? ¿De quién era la risa? La risa le sonaba familiar. Entonces Emily sintió una respiración pesada en el oído. La piel de gallina se levantó en sus brazos y ella se asomó fuera de la cueva.
Eran sólo un grupo de muchachos. De pronto, irrumpieron en el arroyo, blandiendo palos como espadas. Emily se alejó de Maya y fuera de la cascada.
—¿Adónde vas? —Maya llamo.
Emily miró a Maya, y luego a los muchachos, que habían abandonado los palos y ahora estaban tirando piedras unos a otros. Uno de ellos era Mike Montgomery, su viejo amigo, hermano pequeño de Aria. Había crecido bastante desde la última vez lo vio. Y espera - Mike estaba en Rosewood. ¿Le reconocería? Emily salió del agua y empezó a correr hacia la colina.
Se volvió a Maya. —Tengo que regresar a la escuela antes de que Carolyn comience con la natación. —Ella se puso la falda. —¿Quieres que te tire abajo tu ropa?
—Lo que sea. —En eso, ella salió de la cascada y se metió en el agua, la ropa interior empapada se aferraba a su trasero.
Maya subió lentamente la pendiente, ni una vez cubriéndose el estómago o pechos con las manos. Los estudiantes de primer año dejaron lo que estaban haciendo y se quedaron mirando. Y aunque
Emily no quería, no podía dejar de mirar también.
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Capítulo 10: Las chicas solteras tienen mucha más diversión
Esa tarde, Emily se encontraba en el estacionamiento de estudiantes, estaba perdida en sus pensamientos, cuando alguien arrojó sus manos sobre sus ojos. Emily se sobresalto.
—¡Whoa, enfríate! ¡Soy sólo yo!
Emily se volvió y suspiró con alivio. Sólo Maya. Emily había estado tan distraída y paranoica desde que recibió esa extraña nota ayer. Había estado a punto de desbloquear su coche -su madre la dejaba a ella y a
Carolyn llevarlo a la escuela con la condición de que condujeran con precaución y llamaran al llegar allí – para agarrar su bolsa de natación para la práctica.
—Lo siento —dijo Emily. —Pensé. . . no importa.
—Te extrañe hoy. —Maya sonrió.
—Yo también. —Emily le devolvió la sonrisa. Había intentado llamar a Maya esa mañana para ofrecerle un viaje a la escuela, pero la mamá de Maya dijo que se había ido ya. —Así que, ¿cómo estás?
—Bueno, yo podría estar mejor. —Hoy, Maya había asegurado su pelo salvaje y oscuro fuera de su cara con iridiscentes y adorables clips de mariposas rosas.
—¿Ah, sí? —Emily ladeó la cabeza.
Maya apretó los labios y deslizó uno de sus pies hacia fuera de sus sandalias Oakley. Su segundo dedo del pie era más largo que su dedo gordo del pie, al igual que Emily.
—Estaría mejor si fueras a alguna parte conmigo. Ahora mismo.
—Pero tengo natación, —dijo Emily, oyendo a Igor* en su voz de nuevo.
Maya le tomó la mano y la hizo girar. —¿Y si te dijera que a donde vamos implica natación?
Emily entornó los ojos. —¿Qué quieres decir?
—Tienes que confiar en mí.
Incluso si hubiera estado cerca de Hanna, Spencer y Aria, todos los recuerdos favoritos de Emily eran pasando el tiempo sola con Ali. Al igual que cuando se vistieron con voluminosos pantalones de nieve para deslizarse en trineo por Bayberry Hill, hablando de su novio ideal, o llorando sobre La Cosa de Jenna de
sexto grado y consolándose mutuamente. Cuando eran apenas ellas dos, Emily vio a una un poco menos perfecta Ali - que de alguna manera la hacía parecer aún más perfecta - y Emily sentía que podía ser ella misma.
Parecían que días, semanas, años habían pasado desde que Emily no había sido ella misma. Y pensó que ahora, podría haber algo por el estilo con Maya. Echaba de menos tener una mejor amiga. En este momento, Ben y todos los demás muchachos estarían probablemente cambiándose a sus trajes, y dándose bofetadas unos a otros en los culos desnudos con toallas mojadas. La entrenadora Lauren estaría escribiendo la práctica encima del tablero en el marcador grande y llevaría a cabo la adecuada cuenta de aletas,
boyas, y paletas. Y las chicas en el equipo se quejarían porque todas tenían sus períodos al mismo tiempo. ¿Ella se atrevería a perderse el segundo día de práctica?
Emily apretó la llave de pescado de plástico. —Yo supongo que podría decirle a Carolyn que tengo que ser tutora a alguien en español, —ella murmuró. Emily sabía que Carolyn no compraría eso, pero ella probablemente no delataría a Emily, Chequeo tres veces el estacionamiento para ver si alguien estaba viendo,
Emily sonrió y abrió el coche.
—Está bien. Vámonos.
—Mi hermano y yo descubrimos este lugar el fin de semana, —Maya dijo mientras Emily entraba en el aparcamiento de grava.
Emily salió del coche y se estiró. —Me olvidé de este lugar. —
Estaban en la pista Marwyn, que estaba a cinco millas de distancia y bordeada de un arroyo profundo. Ella y sus amigas solían traer sus bicicletas aquí todo el tiempo - Ali y Spencer pedaleaban con furia y por lo general al final, empataban - y paraban en el bar de aperitivos de la zona de natación para comprar deditos de mantequilla y Coca-Cola Diet.
A medida que ella seguía Maya por una ladera lodosa, Maya tomo su brazo.
— ¡Oh! Me olvidé de decirte. Mi mamá dijo que tu mamá hizo escala ayer mientras estábamos en la escuela. Trajo más brownies.
—¿De veras? —Emily respondió, confusa. Se preguntaba por qué su madre no había dicho nada durante la cena.
—Los brownies estaban deliciosos. ¡Mi hermano y yo pulimos la bandeja anoche!
Llegaron a una pista de tierra. Un dosel de robles las protegía. El aire tenía ese olor fresco, a madera y se sentía cerca de veinte grados más frío.
—No estamos allí todavía. —Maya le tomó la mano y la llevó por el camino de un pequeño puente de piedra. A unos seis metros por debajo de ella, la corriente aumentó. Las aguas tranquilas, brillaban mientras el sol de la tarde caía Maya caminó hasta el borde del puente y se desnudo hasta llegar a su sujetador a juego
de color rosa pálido y ropa interior. Ella arrojó su ropa en una pila, sacó la lengua a Emily, y saltó.
—¡Espera! —Emily corrió hasta el borde. ¿Sabia Maya cuan profundo estaba? En un total de un Mississippi, dos- Mississippis más tarde, Emily oyó un chapoteo. La cabeza de Maya apareció de vuelta fuera del agua.
—¡Te lo dije se trataba de nadar! ¡Vamos, lánzate!
Emily miró al montón de ropa de Maya. Ella realmente odiaba desnudarse delante de la gente – incluso de las chicas del equipo de natación, que la veían todos los días. Poco a poco se quitó la falda plegada de Rosewood , cruzando las piernas una sobre la otra para que Maya no pudiera ver sus muslos desnudos y musculosos, y luego tiró de la camiseta sin mangas que llevaba debajo de su blusa de uniforme.
Ella decidió mantenerla puesta. Ella miró por encima del borde del arroyo y, robándose a ella misma, ella saltó. Un momento después, el agua abrazo su cuerpo. Era agradable y gruesa por el barro, no fría y limpia, como la piscina. El sujetador con relleno subió hinchado con el agua.
—Es como un sauna aquí, —dijo Maya.
—Sí. —Emily nado hacia la zona menos profunda, donde Maya estaba de pie. Emily se dio cuenta que podía ver los pezones de Maya directamente a través de su sostén, y corto la mirada.
—Yo solía ir a bucear al acantilado con Justin todo el tiempo de vuelta en Cali, — dijo Maya. —Se quedaba de pie en la parte superior, como, creo que durante diez minutos antes de saltar. Me gusta como ni siquiera dudaste.
Emily flotaba sobre su espalda y sonrió. Ella no pudo evitarlo: ella tragaba los elogios de Maya como pastel de queso.
Maya lanzo agua a Emily poniendo sus manos en forma de copa. Parte de ella llego directo en su boca. El arroyo sabía a agua pegajosa y casi metálica, nada del cloro del agua de la Piscina.
—Creo que Justin y yo vamos a romper, —dijo Maya.
Emily nadaba cerca de la orilla y se levantó. —¿En serio? ¿Por qué?
—Sí. Lo de la larga distancia es demasiado estresante. Él me llama, como todo el tiempo. ¡Sólo he estado ausente por unos días, y él ya me ha enviado dos cartas!
—Huh, —Emily respondió: tamizando sus dedos a través del agua turbia.
Entonces ocurrió algo con ella. Se volvió hacia Maya. —¿Tu, um, pusiste una nota en mi armario de natación ayer?
Maya frunció el ceño. —¿Qué, después de la escuela? No…caminamos a casa, ¿recuerdas?
—Cierto. —Ella realmente no creía que Maya había escrito la nota, pero las cosas habrían sido mucho más sencillas si lo hubiera hecho.
—¿Qué decía la nota? —Emily sacudió la cabeza.
—No importa. No fue nada. —Ella se aclaró la garganta. —Sabes, creo que podría romper con mi novio también.
Whoa. Emily no habría estado más sorprendida si un pájaro azul habría volado hasta su boca.
—¿En serio?, —dijo Maya.
Emily parpadeó agua de sus ojos. —No lo sé. Tal vez.
Maya extendió los brazos sobre su cabeza, y cogió a Emily dejando a la vista esa cicatriz en la muñeca de nuevo. Ella apartó la mirada. —Bueno, jode a un alce, — dijo Maya.
Emily sonrió. —¿Huh?
—Es esta cosa que digo a veces, —dijo Maya. —¡Significa. . .al diablo! —Ella se volvió y se encogió de hombros. —Supongo que es una tontería.
—No, me gusta, —dijo Emily. —Jode a un alce. —Ella se rió. Ella siempre se sentía divertida cuando decía groserías - como si su mamá la oyera desde su cocina, a diez millas de distancia.
—Deberías de romper con tu novio, —dijo Maya. —¿Sabes por qué?
—¿Por qué?
—Eso significaría que ambas estaríamos solteras.
—Y eso ¿qué significa? —preguntó Emily. El bosque estaba muy quieto y callado.
Maya se acercó más a ella. —Y eso significa…que nos…podemos…¡divertir!. —Ella agarró Emily por el hombro y la sumergió bajo el agua.
—¡Hey! —Emily chilló. Se echó atrás a Maya, chapaleando su brazo a través de toda el agua, creando una ola gigante.
Entonces ella agarró a Maya por la pierna y empezó a hacerle cosquillas debajo de sus dedos de los pies.
—¡Ayuda! —Maya gritó. —¡No mis pies! ¡Soy muy cosquillosa!
—¡He encontrado tu debilidad! —Emily cantó, maniáticamente arrastrando a Maya hacia la cascada. Maya logró soltar su pie y se abalanzó sobre los hombros de Emily por detrás. Las manos de Maya vagaban hacia arriba a los lados de Emily, a continuación, hasta el estómago, donde ella le hacía cosquillas. Emily chilló.
Finalmente empujó a Maya a una pequeña cueva en las rocas.
—¡Espero que no hallan murciélagos aquí! —Maya chilló. Vigas de la luz solar se filtraban a través de pequeños orificios perforados de la cueva, lo que hacia un halo alrededor de la parte superior de la cabeza empapada de Maya.
—Tienes que venir aquí, —dijo Maya. Ella le tendió la mano.
Emily estaba a su lado, el sentimiento de la cueva era suave, fresco. El sonido de su respiración se hizo eco en las estrechas paredes. Se miraron la una a la otra y sonrieron. Emily se mordió el labio. Este era un momento tan perfecto de amigas, la hacía sentirse algo melancolía y nostálgica.
Los ojos de Maya se convirtieron en preocupación. —¿Qué pasa?
Emily respiró hondo. —¿Bueno. . . sabes la niña que vivió en tu casa? ¿Alison?
—Sí.
—Ella desapareció. Inmediatamente después del séptimo grado. Ella nunca fue encontrada.
Maya se estremeció ligeramente. —He oído algo al respecto.
Emily se abrazó, ella se estaba enfriando, también. —Nosotras éramos muy cercanas.
Maya se acercó a Emily y puso su brazo alrededor de ella. —No me di cuenta.
—Sí. —Tambaleó la barbilla de Emily. —Yo solo quería que lo supieras.
—Gracias.
Poco tiempo pasó; Emily y Maya continuaron abrazándose. Entonces, Maya dio marcha atrás.
—Yo como que mentí antes. Sobre Por que quiero romper con Justin.
Emily levantó una ceja, curiosa.
—Yo soy. . . No estoy segura si me gustan los chicos, —dijo Maya en voz baja. —Es extraño. Creo que son lindos, pero cuando llego a estar sola con ellos, No quiero estar con ellos. Prefiero estar con, como, alguien más como yo. —Ella sonrió torcidamente. —¿Sabes?
Emily se pasó las manos por la cara y el cabello. La mirada de Maya se sentía muy cercana, de repente.
—Yo…, —ella empezó. No, no sabía.
Los arbustos por encima de ellas se movieron. Emily se estremeció. Su mamá odiaba cuando llegaba a este camino - nunca sabias qué tipo de secuestradores o asesinos se escondían en lugares como este.
El bosque estaba inmóvil por un momento, pero luego una bandada de pájaros se disperso violentamente hacia el cielo. Emily se aplano contra la roca. ¿Estaba alguien mirando? ¿De quién era la risa? La risa le sonaba familiar. Entonces Emily sintió una respiración pesada en el oído. La piel de gallina se levantó en sus brazos y ella se asomó fuera de la cueva.
Eran sólo un grupo de muchachos. De pronto, irrumpieron en el arroyo, blandiendo palos como espadas. Emily se alejó de Maya y fuera de la cascada.
—¿Adónde vas? —Maya llamo.
Emily miró a Maya, y luego a los muchachos, que habían abandonado los palos y ahora estaban tirando piedras unos a otros. Uno de ellos era Mike Montgomery, su viejo amigo, hermano pequeño de Aria. Había crecido bastante desde la última vez lo vio. Y espera - Mike estaba en Rosewood. ¿Le reconocería? Emily salió del agua y empezó a correr hacia la colina.
Se volvió a Maya. —Tengo que regresar a la escuela antes de que Carolyn comience con la natación. —Ella se puso la falda. —¿Quieres que te tire abajo tu ropa?
—Lo que sea. —En eso, ella salió de la cascada y se metió en el agua, la ropa interior empapada se aferraba a su trasero.
Maya subió lentamente la pendiente, ni una vez cubriéndose el estómago o pechos con las manos. Los estudiantes de primer año dejaron lo que estaban haciendo y se quedaron mirando. Y aunque
Emily no quería, no podía dejar de mirar también.
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