Estamos otra vez para darte la cuota diaria de PLL, esta ve les traemos el capítulo 11.
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Capítulo 11: Al menos los camotes tienen mucha Vitamina A
De ella. Definitivamente de ella —Hanna susurró, apuntando.
—Nah. ¡Son muy pequeñas! —Mona susurró de vuelta.
—¡Pero mira la forma en que se engloban en lo alto! Totalmente falso —Hanna
contradijo.
—Grosero. —Hanna arriscó la nariz y pasó sus manos por su propio y
perfectamente redondeado trasero para asegurarse de que aún estaba
perfectamente perfecto. Era media tarde de un miércoles, y ella y Mona estaban
descansando en la terraza exterior de Yam, el café orgánico en el Club de Campo
de los padres de Mona. Bajo ellas, un grupo de chicos de Rose Wood jugaban un
partido rápido de golf antes de la cena, pero Hanna y Mona estaban jugando otro
tipo de juego: adivinar las tetas falsas. O descubrir cualquier otra cosa falsa, y
había muchas cosas falsas por aquí.
—Si, se ve como que su cirujano lo arruinó —Mona murmuró. —Creo que mi
mamá juega tenis con ella. Le preguntaré.
Hanna miró de nuevo hacia la mujer con aspecto de duende de treinta y tantos
junto al bar cuyo trasero se veía de verdad sospechosamente extra-suculento para
el resto de su delgada figura al estilo de un mondadientes. —Moriría antes de
hacerme la cirugía.
Mona jugaba con el talismán de su brazalete Tiffany —el que ella, evidentemente,
no tenía que devolver. —¿Crees que Aria Montgomery se ha hecho las suyas?
Hanna miró hacia arriba, asombrada. —¿Por qué?
—Ella es realmente delgada, y esas son como, demasiado perfectas —dijo Mona. —
Fue a Finlandia o algo así, ¿cierto? Escuché que en Europa pueden hacer tus tetas
por poco dinero.
—No creo que sean falsas —murmuró Hanna.
—¿Cómo lo sabes?
Hanna mordisqueó su pajilla. Las tetas de Aria siempre habían estado ahí —ella y
Alison habían sido las únicas dos de sus amigas que necesitaron un sostén en
séptimo grado. Ali siempre hizo alarde de las de ella, pero la única vez que Aria
había notado que ella tenía tetas fue cuando ella tejió los sostenes de todos como
regalos de Navidad y tuvo que hacer el de ella de un tamaño mayor. —Ella sólo, no
parece de ese tipo —Hanna respondió. Hablar con Mona de sus antiguas amigas
era territorio incómodo. Hanna aún se sentía mal sobre como ella y Ali y las otras
solían molestar a Mona en séptimo grado, pero siempre parecía demasiado extraño
sacarlo a colación ahora.
Mona la miró fijamente. —¿Estás bien? Te vez diferente hoy.
Hanna dio un respingo. —¿Lo hago? ¿Cómo?
Mona le dio una pequeña sonrisa de suficiencia. —¡Whoa! ¡Alguien está nerviosa!
—No estoy nerviosa —Hanna dijo rápidamente. Peor lo estaba: a cada momento,
desde lo de la estación de policía y ese correo electrónico que ella había recibido la
noche pasada, ella había estado como loca. Esta mañana, sus ojos incluso parecían
más de un plano café que verde, y sus brazos se veían perturbadoramente
hinchados. Ella tenía esta horrible sensación de que ella iba a metamorfosearse
espontáneamente de vuelta a su persona de séptimo grado.
Un mesera rubia y con aspecto de jirafa las interrumpió. —¿Han decidido?
Mona miró el menú. —Quiero la ensalada de pollo asiático, sin ninguna
preparación.
Hanna aclaró su garganta. —Quiero una ensalada jardinera con coles, sin
preparación, y una orden extra grande de papas fritas dulces. En una bolsa para
llevar, por favor.
Mientras la mesera tomaba sus menus, Mona empujó sus lentes de sol bajándolos
por su nariz. —¿Papas fritas de camote?
—Para mi mamá —Hanna respondió rápidamente. —Vive en base a ellas.
Abajo en el campo de golf, un grupo de chicos más viejos pusieron las bolas en el
soporte, junto con un chico bastante bien parecido en pantalones cortos de
descanso. Se veía un poco fuera de lugar con su cabello castaño desordenado,
cargos, y... era eso un... ¿polo de la Policía de Rosewood? Oh no. Lo era.
Wilden escaneó la terraza y fríamente asintió cuando él vio a Hanna. Ella se
escondió.
—¿Quién es ese? —Mona ronroneó.
—Um... —Hanna murmuró, casi por debajo de la mesa. ¿Darren Wilden era un
golfista? Por favor. Años atrás en la preparatoria, él era el tipo que lanzaba fósforos
encendidos a los chicos del club de gol de Rosewood. ¿Estaba acaso todo el mundo
afuera para tomarla?
Mona entrecerró los ojos. —Espera. ¿Acaso él no va a nuestra escuela? —ella sonrió
exhibiendo los dientes. —Oh dios mio. Es el chico del club de buceo de las chicas.
Hanna, ¡tú, pequeña perra! ¿Cómo es que te conoce?
—Él es... — Hanna hizo una pausa. Paso su mano por la cinturilla de sus jeans. —
Lo conocí en el sendero Marwyn un par de días atrás cuando estaba corriendo. Nos
detuvimos en la fuente de agua al mismo tiempo.
—Genial —dijo Mona. —¿Trabaja por aquí?
Hanna hizo una pausa de nuevo. Ella de verdad quería evitar esto. —Um... creo
que dijo que él era un policía —ella dijo despreocupadamente.
—Estás jugando. —Mona sacó su humectante de labios Shu Uemura de su bolsa
Hobo azul de cuero y suavemente humedeció su labio inferior. —Ese chico es lo
suficientemente guapo como para estar en el calendario de los policías. Incluso
puedo verlo: Sr. Abril. ¡Preguntémosle si podemos ver su porra*!
—Shhh —Hanna siseó.
Sus ensaladas llegaron. Hanna empujó su recipiente de poliestireno con las papas
fritas de camote un lado y tomó una mordida de su tomate cherry* sin
preparación.
Mona se inclinó quedando más cerca. —Apuesto a que podrías engancharte con él.
—¿Quién?
—¡El Sr. Abril! ¿Quién más?
Hanna resopló. —Claro.
—Totalmente. Deberías llevarlo a la fiesta de Kahn. Escuché que algunos policías
fueron a la fiesta el año pasado. Así es como nunca los atrapan.
Hanna se reclinó hacia atrás. La fiesta Kahn era una tradición legendaria en
Rosewood. Los Kahns vivían en veinte y algo acres de tierra, y los chicos Kahn —
Noel era el más joven— daban una fiesta de-vuelta-a-la-escuela todos los años. Los
chicos allanaban las reservas amplias de licor de sus padres en el subterráneo y
siempre había escándalo. El último año, Noel le disparó a su mejor amigo James en
su trasero desnudo con su arma BB* porque James había tratado de darse el lote
con la novia de ese tiempo de Noel, Alyssa Pennypacker. Ambos estaban ebrios y
rieron todo el camino a la sala de emergencias y no podían recordar cómo o por
qué había pasado. El año anterior a eso, un montón de stoners* había fumado
demasiado y trataron de hacer que los Appaloosas* del Sr. Kahn fumaran de una
pipa de agua*.
—Nah. —Hanna se comió otro tomate. —Creo que voy a ir con Sean.
Mona hizo una mueca. —¿Por qué perder un perfectamente buena noche de fiesta
con Sean? ¡Él tomó un compromiso de virginidad! Probablemente ni siquiera irá.
—Sólo porque firmas un compromiso de virginidad no significa que dejes de
divertirte también. —Hanna tomó un gran bocado de su ensalada, apretando los
secos y poco apetitosos vegetales en su boca.
—Bueno, si no vas a invitar al Sr. Abril para la fiesta de Noel, yo lo haré. —Mona se
puso en pie.
Hanna agarró su brazo. —¡No!
—¿Por qué no? Vamos. Sería divertido.
Hanna hundió sus uñas en el brazo de Mona. —Dije no.
Mona se sentó de vuelta e hizo un puchero. —¿Por qué no?
El corazón de Hanna galopaba. —Bien. No puedes decirle a nadie, sin embargo. —
Ella tomó un aliento profundo. —Lo conocí en la estación de policía, no en el
camino. Fui llamada a una audiencia por el suceso de Tiffany. Pero no es tan
complicado. No me atraparon.
—¡Oh, mi dios! —Mona gritó. Wilden miró hacia ellas de nuevo.
—¡Shhh! —Hanna siseó.
—¿Estás bien? ¿Qué paso? Dímelo todo. —Mona susurró de vuelta.
—No hay mucho que decir. —Hanna tiró su servilleta sobre su plato. —Ellos me
llevaron a la estación, mi mamá fue por mí, y nos sentamos por un rato. Me
dejaron salir con una advertencia. Como sea. Todo tomó como veinte minutos.
—Por dios. —Mona le dio a Hanna una mirada indeterminada; Hanna se preguntó
por un segundo si era una mirada de lástima.
—No fue, como, dramático o nada, —Hanna dijo defensivamente, su garganta
seca. —No paso mucho. La mayoría de los policías estaban al teléfono. Mande
mensajes de texto todo el tiempo. —Ella hizo un pausa, considerando si debería
decirle a Mona sobre los ‘no sé’ mensajes de texto que ella había recibido de A,
quienquiera que fuera A. Pero ¿por qué malgastar su aliento? No podía haber
significado nada realmente, ¿cierto?
Mona tomó un sorbo de su Perrier*. —Pensé que nunca te habían atrapado.
Hanna tragó fuerte. —Si, bueno...
—¿Te mató tu mamá?
Hanna miró a lo lejos. En el camino a casa, su mamá le había preguntado a Hanna
si ella había querido robar el brazalete y los aretes. Cuando Hanna había dicho que
no, la Sra. Marin respondió: —Bien. Está arreglado entonces. —Luego ella había
abierto su celular para hacer una llamada.
Hanna se encogió de hombros y se puso de pie. —Acabo de recordar... tengo que
pasear a Dot.
—¿Estás segura que estás bien? —Mona preguntó. —Tu rostro se ve un poco
manchado.
—No es nada. —Ella chasqueó sus labios glamorosamente hacia Mona y se giró
hacia la puerta.
Hanna paseó tranquilamente para salir del restaurante, pero una vez que llegó al
estacionamiento, rompió a correr. Trepó dentro de su Toyota Prius —un auto que
su mamá le había comprado para ella el año pasado pero que recientemente le
había pasado a Hanna porque se había aburrido de él— y chequeó su rostro en el
espejo retrovisor. Había unos espantosos parches rojos en sus mejillas y frente.
Después de su transformación, Hanna había sido neuróticamente cuidadosa con
no solo lucir perfecta y genial todo el tiempo, sino en ser perfecta y genial, también.
Aterrorizada de que el más pequeño error la hubiera enviado girando de vuelta a
su mundo de perdedora, ella se preocupaba de cada pequeño detalle, desde
pequeñas cosas como el perfecto nombre de pantalla para IM* y la correcta mezcla
de su iPOD para el coche, a cosas más grandes como el correcto grupo de personas
para invitar a una fiesta de alguien o elegir el perfecto, el chico para una cita —quien,
afortunadamente, era el mismo chico que ella había amado desde séptimo
grado. ¿Había el hecho de ser atrapada por robar en una tienda empañado a la
perfecta, controlada y extremadamente genial Hanna que todos habían llegado a
conocer? Ella no había sido capaz de leer esa mirada en el rostro de Mona cuando
ella había dicho ‘por dios’. ¿Había la mirada significado, por dios, pero no es gran
cosa? O ¿por dios, que perdedora?
Ella se preguntó si quizás ella no debería haberle dicho a Mona del todo. Pero
entonces... alguien más ya sabía. A.
¿Sepa que va a decir Sean? ¡No sé!
El campo de visión de Hanna se puso borroso. Ella apretó el manubrio por unos
pocos segundos, luego metió la llave en el encendido y salió del estacionamiento
del club de campo hacia una zona de grava, un desvió a un callejón sin salida unos
pocos metros mas allá en el camino. Ella podía escuchar su corazón palpitando en
sus sienes mientras apagaba el motor y tomaba respiros profundos. El viento olía
como paja y pasto recién cortado.
Hanna cerró sus ojos fuertemente. Cuando los abrió, ella miró fijamente el
contenedor de las papas fritas de camote. No, ella pensó. Un auto paso veloz por la
calle principal.
Hanna limpió sus manos en sus jeans. Ella le dio otra mirada al contenedor. Las
frituras olían delicioso. No, no, no.
Ella se estiró hacia ellas y abrió la tapa. Su olor dulce y tibio emergió hacia su
rostro. Antes de poder detenerse, Hanna metió un puñado a su boca de frituras.
Las frituras aún estaban tan calientes que quemaron su lengua, pero no le importó.
Era un alivio tan grande; esta era la única cosa que la hacía sentir mejor. No se
detuvo hasta que las había comido todas e incluso había lamido los lados del
contenedor buscando la sal que se había acumulado en el fondo.
Al principio ella se sintió mucho, mucho más calmada. Pero para el minuto en que
se puso en camino, los viejos y familiares sentimientos de pánico y vergüenza
habían crecido dentro de ella. Hanna estaba impresionada ahora, aun cuando
habían pasado años desde que ella había hecho esto, todo se sentía exactamente
igual. Su estómago dolía, sus pantalones se sentían apretados, y todo lo que ella
quería era deshacerse de todo lo que estaba dentro de ella.
Ignorando los gritos excitados de Dot desde su habitación, Hanna corrió escaleras
arriba hacia el baño, cerró la puerta de golpe, y colapsó sobre el suelo de cerámica.
Gracias a dios su mama no había vuelto del trabajo aún. Al menos ella no tendría
que escuchar lo que Hanna estaba por hacer.
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Nota de la traductora:
*Porra: la vara con golpean a los delincuentes
*Tomate cherry: se refiere a esos pequeños tomates de cóctel.
*Arma BB: tipo de pistola de aire.
*Stoners: adictos a la marihuana.
*Appaloosas: tipo de caballo.
*Pipa de agua: Forma de drogarse.
*Perrier: agua envasada. *IM: Messenger instantáneo.
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