lunes, 3 de octubre de 2011

Club de Lectura (1X06); (1x07)

Pedimos mil disculpas a TODOS por el gran retraso con el Club de Lectura. Dado que Ceci, la creadora de este espacio tiene problemas con su computadora, quedé yo, Lara, como encargada de subir los capítulos, pero la facultad me volvio loca y no pude hacerme cargo como correspondía de esta sección.
Por eso hoy les traigo 2 capítulos para que se alimenten de las chicas correspondientes a estos: Emily y Spencer con los capítulos 6 y 7
Prometemos volver esta sección más regular!

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Capítulo 6: ¡El francés de Emily, también!

El martes por la tarde, Emily se paró frente a su casillero de metal verde después de la campana final del día. El casillero todavía tenía estampas del año pasado: Natación de EUA, Liv Tyler como Arwen el elfo, y un imán que decía COED NAKED BUTTERFLY. Su novio, Ben, estaba a su lado.

—¿Quieres golpear a Wawa? —preguntó. Su chaqueta de natación de Rosewood colgaba de su cuerpo, flaco, musculoso, y su cabello rubio estaba un poco desordenado.

—No, estoy bien —contestó Emily. Porque tenían la practica a las 3:30 después de la escuela, los nadadores generalmente se quedaban en Rosewood y enviaban a alguien con Wawa para poder conseguir dulces/ té helado/ papas/ piesas de Rease antes de nadar un millon de vueltas.

Un grupo de muchachos se detuvieron a un paso de Ben mientras se dirigían al estacionamiento. Spencer Hastings, quien estaba él la clase de Historia de Ben el año pasado, saludó. Emily le devolvió el saludo y antes de darse cuenta Spencer estaba viendo a Ben, no a ella. Era dificil de creer que después de todo lo que
habían pasado juntos y todos los secretos que compartían, ahora se comportaban como extraños.
Después de que todos pasaran, Ben se volvió y la enfrentó. —Tienes tu chaqueta. ¿No estás practicando?

—Um. —Emily cerró su casillero y puso la contraseña —¿Sabes de la chica a la que estuve haciendo hoy? La acompañe a su casa 'porque este es su primer día y todo'.

Él hizo una mueca —Bueno ¿no eres dulce? La mayoría de los padres de estudiante pagan por los tours, pero tú lo haces gratis.

—Venga. —Emily sonrió incomoda —Fue un paseo de 10 minutos.

Ben la miró, asintiendo vagamente un momento.

—¿Qué? ¡Sólo intentaba ser amable!

—Está bien —dijo, y sonrió. Él miro por encima para saludar a Casey Kirscher, la capitana del equipo de lucha libre.

Maya apareció un minuto después de que Ben fuera por las escaleras laterales hacia el estacionamiento de los estudiantes. Vestía una chamarra de mezclilla blanca sobre su camisa de Rosewood y unas Oakley flags en sus pies. Sus uñas de los pies no estaban pintadas.
—Hey —dijo.

—Hey. —Emily intentó sonar agradable, aunque se sentía inquieta. A lo mejor debería haber ido a la práctica con Ben. ¿Era extraño volver a casa con Maya?

—¿Lista? —preguntó Maya.

Las chicas caminaron a través del campus, lo que básicamente era un grupo de edificios viejos al lado de la carretera en Rosewood. Incluso había una Torre de Reloj Gótica que marcaba las horas. Antes, Emily le había enseñado a Maya todo le material que las escuelas privadas tenían. También le había enseñado las cosas interesantes sobre el día de Rosewood que por lo general lo tenías que conocer por tu cuenta, como el inodoro peligroso en el baño de las niñas del primer piso que a veces vomitaba al estilo geyser, el lugar secreto de los niños donde ellos se saltaban la clase de gimnasia (no es que Emily lo hubiera hecho alguna vez), y las máquinas expendedoras que sólo vendían Coca Dola de vainilla, su favorita. Incluso habían
bromeado sobre el modelo deprim, asalto a mano armada con su cartel de no fumar que colgaban fuera de la enfermería. Se sentía bien bromear otra vez.

Ahora, cuando cortaban a través del campo de maíz en el vecindario de Maya, Emily vio cada detalle de su rostro, desde su nariz respingada hasta su piel café en el camino en que su collar alrededor de su cuello. Sus manos seguían chocando una contra otra mientras movían sus brazos.

—Es tan diferente aquí —dijo Maya, olfateando el aire. —¡Huele como a pinol! —

Se quitó su chaqueta, y se enrolló las mangas. Emily tiró de su cabello, deseando que fuera oscuro y ondulado, como el de Maya, en lugar de dañado y en un tono verdoso de rubio rojizo. Emily también se sentía un poco acomplejada con su cuerpo, él que era fuerte, musculoso, y no tan estilizado como antes. No solía sentirse tan consiente sobre sí misma, incluso cuando estaba en su baño, prácticamente desnuda.

—Todos tienen cosas que hacer en serio —continuó Maya—, como esa chica, Sarah, en mi clase de física. Está intentando formar una banda ¡y me preguntó si quería estar!

—¿De verdad? ¿Qué tocas?

—La guitarra —dijo Maya. —Mi papá me enseñó. Mi hermano ahora es mucho mejor, como sea.

—Wow —dijo Emily. —Eso es genial.

—¡Oh por dios! —Maya agarró el brazo de Emily. Emily se estremeció al principio, pero después se relajó. —¡Deberías unirte a la banda también! ¿Qué tan divertidosería eso? Sarah dijo que practicaríamos 3 veces a la semana después de la escuela. Ella toca el bajo.

—Pero todo lo que yo toco es la flauta —dijo Emily, dándose cuenta que sonaba como Igor de Winnie Pooh.

—¡La flauta sería grandioso! —Maya aplaudía con sus manos —¡Y los tambores!

Emily suspiró. —No puedo. Tengo natación, todos los días después de clases.

—Hmm —dijo Maya. —¿No puedes saltarte un día? Puesto a que serías muy buena con los tambores.

—Mis padres me matarían. —Emily ladeó la cabeza y vio el viejo puente de hierro del ferrocarril sobre ellas

 Los trenes ya no utilizaban ese puente, por lo que ahora era el lugar de los niños para emborracharse sin que sus padres se enteren.

—¿Por qué? —preguntó Maya. —¿Cuál es el gran problema?

Emily se detuvo. ¿Qué se suponía que debía decir? ¿Que sus padres esperaban que estuviera en natación porque los exploradores de Stanford estaban viendo el progreso del caso de Carolyn? ¿Que su hermano mayor, Jake, y su hermana mayor, Beth, estaban en la universidad de Arizona en los juegos de Natación? ¿Que nada menos que una beca de natación para algún lugar de primera categoría sería un fracaso para su familia? Maya no tenía miedo de fumar marihuana mientras sus padres compraban el mandado. Los padres de Emily, en comparación, eran viejos, conservadores, controladores residentes de la costa Este. Donde estaban. Por cierto.

—Este es un camino más corto a casa. —Emily señaló el cruce a la calle, a la gran casa colonial, la cual ella y sus amigos usaban para cortar el paso en invierno para ir a la casa del papá de Ali.

Caminaron a través de la hierba, evitando un aspersor que rociaba las hortensias. Mientras se abrían paso por las ramas del patio trasero de Maya, Emily se detuvo en seco. Un pequeño, y gutural ruido salió de su garganta.

No debía estar en el patio trasero —el patio trasero de Ali— ahora. Alli, sobre el césped, estaba la teca donde ella y Ali habían jugado inumerables veces Spit. Estaba el parche de hierba donde habían conectado las vocinas blancas del iPod de Ali y habían bailado en una fiesta. A su izquierda estaba el árbol que había. Las tres casas ya no estaban, pero tallados en la corteza estaban las iniciales: EF + AD —Emily Fields + Alison Di Laurentis. Su cara enrojeció. En este momento, no sabía porque habían marcado sus nombres en la corteza, sólo quería enseñarle a Ali lo feliz que era por ser amigas. Maya, que caminaba delante de ella, miró sobre sus hombros —¿Estás bien? 

Emily metió sus manos a los bolsillos de la chaqueta. Por un segundo, consideró decirle a Maya sobre Ali. Pero un colibrí pasó a su lado y perdió la concentración.

—Estoy bien —dijo.

—¿Quieres entrar? —preguntó Maya.

—No... yo... tengo que volver a la escuela —contestó Emily. —Natación.

—Oh —Maya arrugó sus ojos. —No tenías que acompañarme a casa, tonta.

—Si, pero no quería que te perdieras.

—Eres tan linda. —Maya paso sus manos por su espalda y balanceó las caderas adelante y atrás. Emily quiso saber a qué se refería con linda ¿Era una cosa de California?

—Bueno, que te diviertas en natación —dijo Maya. —Y gracias por mostrarme los alrededores hoy.

—Claro. —Emily dio un paso adelante, y sus cuerpos se unieron en un abrazo.

—Mmm —dijo Maya, apretándola fuerte. Las chicas se alejaron y se sonrieron la una a la otra por un segundo. Entonces Maya se inclinó y le besó las dos mejillas aEmily. —¡Mwah, mwah! —dijo. —Como los franceses.

—Bueno, entonces yo también haré como los franceses —Emily se rió por un segundo olvidando a Ali y el árbol. —¡Mwah! —ella besó suavemente la mejilla izquierda de Maya.

Entonces Maya la besó de nuevo, en su mejilla derecha, pero ahora un poco más cerca a la boca. No fue un mwah ahora. La boca de Maya olía a chicle de plátano. Emily se echó hacia atrás y tomo la bolsa de natación antes de que cayera por su hombro. Cuando levantó la vista, Maya sonreía.
—Nos vemos —dijo Maya —Pórtate bien.

Emily enredó su toalla en su bolsa de nadar cuando acabó la práctica. Toda la práctica había sido extraña. Después de que Maya entrara en la casa, Emily corrió para volver a la escuela —como si corriendo pudiera desenredar la maraña de sentimientos dentro de ella. Cuando se metió al agua y nadó vuelta tras vuelta, vio esas iniciales inquietantes en el árbol. Cuando el entrenador sopló el silbato y empezaron a entrenar sus salidas y virajes, olió el chicle de plátano de Maya y oyó su diversión, su risa fácil. Al estar frente a su casillero, estaba segura de que se puso shampoo dos veces. Se había quedado más de lo que la mayoría de las niñas se quedaban en las duchas, chismeando, pero Emily estaba demasiado lejos para acercarse.

Cuando llegó por sus pantalones y playera, cuidadosamente doblados en el estante de su casillero, llegó una nota revoloteando. El nombre de Emily estaba escrito al frente, la escritura era desconocida, y no reconoció la hoja. La recogió del frío y húmedo suelo.

¡Ey, Em!
¡Wow! ¡Fui remplazada! ¡Encontraste a otra amiga para besar!
A.

Emily curvó los dedos alrededor de la goma de su casillero, y dejó de respirar por un segundo. Miró alrededor. Nadie la miraba.

¿Era de verdad?

Miró la nota y trató de pensar racionalmente. Ella y Maya estaban en la entrada, pero no había nadie cerca.
Y... ¿he sido remplazada? ¿Otra amiga para besar? Las manos de Emily le temblaban. Miró la nota otra vez. Las risas de los nadadores hacían eco en las paredes.

Emily sólo había besado a otra amiga. Fue dos días después de que grabaran sus
iniciales en el roble y sólo una semana y media antes de terminar séptimo grado.

Alison.


Capítulo 7: Spencer tiene un trasero apretado (Deltoides)


—¡Mira su trasero!

—¡Cállate! —Spencer golpeó a su amiga Kristen Cullen en la espinillera con su palo de hockey. Ellas pretendían estar haciendo ejercicios de defensa, pero —junto con el resto del equipo— estaban demasiado ocupadas evaluando al nuevo asistente de la entrenadora de este año. Él no era otro que Ian Thomas.
La piel de Spencer se erizó por la adrenalina. Hablar de eso era raro; recordaba a Melissa mencionar que Ian se había mudado a California. Pero entonces, un montón de gente que no esperaba, terminaba volviendo a Rosewood.

—Tu hermana fue tan estúpida por romper con él —Kristen dijo—. Él es tan caliente.

—Shhh —contestó Spencer, riendo—. Y de cualquier manera, mi hermana no rompió con él. Él rompió con ella.

El silbato sonó.

—¡Muévanse! —Ian les dijo, corriendo más cerca. Spencer se inclinó para amarrar su zapato, como si no le importara. Sintió sus ojos sobre ella.

—¿Spencer? ¿Spencer Hastings?

Spencer se puso de pie lentamente.

—¿Oh, Ian, verdad?
La sonrisa de Ian era tan amplia, que Spencer estaba sorprendida de que sus mejillas no se rasgaran. Aún tenía esa apariencia Tan-Americana de Voy-aencargarme- de-la-empresa-de-mi-padre-a-los-veinticinco, aunque ahora su cabello rizado era un poco más largo y más desaliñado.

—¡Has crecido! —exclamó.

—Supongo. —Spencer se encogió de hombres.

Ian puso su mano sobre la parte trasera de su cuello.

—¿Cómo está tu hermana estos días?

—Um, ella está bien. Se graduó antes. Va a ir a Wharton.

Ian curvó su cabeza hacia abajo.

—¿Y están sus novios aún afectándote?

La boca de Spencer quedó abierta. Antes de que pudiera contestar, la entrenadora, la Sra. Campbell, sopló su silbato y llamó a Ian.
Kristen agarró el brazo de Spencer, una vez él había girado.

—¿Tú totalmente te liaste con él, cierto?

—¡Cállate! —Spencer replicó.

Mientras Ian trotaba al centro del campo, la miró por encima de su hombro. Spencer tomó aire y se inclinó para revisar su cordón. No quería que él supiera que lo había estado mirando.
Para cuando llegó a casa de la práctica, cada parte del cuerpo de Spencer dolía, desde su trasero a sus hombros y a sus dedos de los pies. Había pasado el verano entero organizando comités, clasificando palabras del SAT, y desempeñando el papel principal en tres diferentes obras en Muesli, el teatro de la comunidad de Rosewood —La Srta. Jean Brodie en The Prime of Miss Jean Brodie, Emily en Our Town, y Ophelia en Hamlet. Con todo eso, no había tenido tiempo para mantenerse en forma para el campo de hockey, y estaba sintiéndolo ahora.
Todo lo que quería hacer era subir las escaleras, arrastrarse a la cama, y no pensar sobre mañana y en lo que otro día traería: desayuno del club de francés, leer los anuncios de la mañana, cinco clases AP, audiciones de drama, una rápida aparición en el comité del anuario, y otra agotadora practica de hockey con Ian.

Abrió el buzón en la parte inferior de su unidad privada, esperando encontrar las calificaciones para sus PSAT. Se suponía que debían estar cualquier día de estos, y había tenido una buena sensación sobre ellas, una mejor sensación, de hecho, que de la que había tenido sobre cualquier otra prueba. Desafortunadamente, allí sólo había una pila de cuentas, información de las muchas cuentas de inversión de su padre, y un folleto enviado a Srta. Spencer J. (de Jill) Hastings de Appleboro College en Lancaster, Pennnsylvania. Síp, como si ella fuera a ir allí.

Dentro de la casa, colocó el correo sobre la isla de mármol de la cocina, frotó su hombro, y tuvo un pensamiento: La bañera de hidromasaje del patio trasero. Un baño relajante. Awww, sí.
Saludó a Rufus y Breatrice, la familia de dos labradoodles, y arrojó un par de juguetes de King Kong dentro del corral para que ellos los persiguieran. Entonces, se arrastró por la ruta de losa hacia el vestuario de la piscina. Se detuvo en la puerta, lista para ducharse y cambiarse a un bikini, cuando se dio cuenta, ¿A quién le importa? Estaba tan cansada para cambiarse, y nadie estaba en casa. Y la bañera estaba envuelta por arbustos de rosas. Mientras se acercaba, ésta burbujeó, como si anticipara su llegada. Se desnudó hasta quedar en su sostén, bragas y los calcetines del equipo de hockey, se dobló hacia adelante para aflojar la espada, y se metió en el agua humeante. Ahora eso era lo que más le gustaba.

—Oh.

Spencer se giró. Wren estaba de pie junto a las rosas, desnudo hasta la cintura, vistiendo los bóxer de Polo más sexys que ella había visto.

—Oops —dijo, cubriéndose con una toalla—. Lo siento.

—Tú no deberías estar aquí hasta mañana —espetó ella, incluso aunque él claramente estaba allí, ahora, que obviamente hoy no era mañana para nada.

—No deberíamos. Pero tu hermana y yo estábamos en el Frou —dijo Wren, haciendo un pequeño gesto. Frou era una arrogante tienda a unos cuantos pueblos que vendía sólo fundas de almohada por cerca de cien dólares—. Ella tenía que hacer otro encargo y me dijo que me quedara aquí.

Spencer esperó que eso fuera solamente alguna bizarra expresión inglesa.

—Oh —dijo.

—¿Acabas de llegar a casa?

—Estaba en el campo de hockey —dijo Spencer, reclinándose y relajándose un poco—. Primera práctica del año.

Spencer miró su borroso cuerpo bajo el agua. Oh Dios, aún estaba vistiendo sus medias. ¡Y sus bragas de talle alto con el sostén deportivo Champion! Se riñó a sí misma por no cambiarse a su bikini Eres de color amarillo que había comprado recientemente, pero entonces se dio cuenta de cuán absurdo era eso.

—Yo había planeando tener un baño, pero si quieres estar sola, eso también está bien —dijo Wren—. Estaré dentro viendo televisión. —Él empezó a girarse.

Spencer sintió una pequeña punzada de decepción.

—Um, no —dijo ella. Él se detuvo—. Puedes entrar. No me importa —

Rápidamente, mientras su espalda de giraba, se quitó de un tirón sus calcetines y las lanzó a los arbustos. Éstas aterrizaron con un empapado golpe.

—Si estás segura, Spencer —dijo Wren. Spencer amaba la forma en que él decía su nombre con su acento británico, Spen-saah.

Él se deslizó tímidamente en la bañera. Spencer permaneció muy lejos en su lado, curvando sus piernas bajo ella. Wren apoyó su cabeza en la superficie de concreto y suspiró. Spencer hizo lo mismo y trató de no pensar sobre cómo sus piernas estaban empezando a acalambrarse y a doler en esa posición. Estiró una y
tentativamente tocó su vigorosa pantorrilla.
Ella alejó su pierna.

—Lo siento.

—No te preocupes —dijo Wren—. ¿Así que entrenas hockey, huh? Yo remaba para Oxford.

—¿De verdad? —preguntó Spencer, esperando que no sonara demasiado efusiva. Su vista favorita al conducir-hacia-Filadelfia era de Penn y los hombres del equipo de Temple remando sobre el río Schuylkill.

—Sí —dijo—. Y me encantaba. ¿Te gusta el hockey?

—Um, no realmente —Spencer dijo, su cabello saliendo de su cola de caballo y sacudiendo su cabeza, pero entonces se preguntó si Wren encontraría eso realmente guarro y ridículo. Ella probablemente se había imaginado la chispa entre ellos fuera del Moshulu. Pero entonces, Wren se había metido en la bañera con ella.

—¿Si no te gusta el hockey, por qué juegas? —preguntó Wren.

—Porque es bueno para las aplicaciones de la universidad.

Ahora Wren se incorporó un poco, haciendo que el agua ondeara.

—¿Es eso?

—Uh, sí.
Spencer se movió e hizo una mueca de dolor cuando el músculo de su hombro se
apretó en su cuello.

—¿Estás bien? —preguntó Wren.

—Síp, no es grave —dijo Spencer, e inexplicablemente sintió una abrumadora oleada de desesperación. Era sólo el primer día de escuela, y ya estaba consumida. Pensó en toda la tarea que tenía que hacer, las listas que tenía que hacer, y las líneas que tenía que memorizar. Estaba demasiado ocupada para flipar, pero esa
era la única cosa que la mantenía lejos de enloquecer.

—¿Es tu hombro?

—Eso creo —dijo Spencer, tratando de girarlo—. En el campo de hockey, pasas mucho tiempo inclinándote, y yo no sé si tiré o qué…

—Apuesto a que podría arreglarlo.

Spencer lo miró fijamente. De repente tenía una urgencia de correr sus dedos sobre el cabello enmarañado de él.

—Está bien. Sin embargo, gracias.

—De verdad —dijo él—. No voy a morderte.

Spencer odiaba cuando las personas decían eso.

—Soy doctor —continuó Wren—. Apuesto a que es tu deltoides posterior.

—Um, bueno…

—El músculo de tu hombro. —Él se movió más cerca de ella—. Ven aquí. De verdad. Necesitamos suavizar el músculo.

Spencer trató de no leer entre eso. Él era doctor, después de todo. Estaba siendo un profesional. Ella se acercó, y él presionó sus manos en el medio de su espada. Sus pulgares se removieron sobre los pequeños músculos alrededor de su espina.
Spencer cerró sus ojos.

—Wow. Eso es genial —murmuró.

—Sólo tienes que liberar la acumulación en tu bursa sac —dijo. Spencer trató de no reír por la palabra sac. Cuando llegó hasta la tira de sostén deportivo ella se sacudió profundamente y tragó con fuerza. Trató de pensar sobre cosas nosexuales—el cabello en la nariz de su tío Daniel, la estreñida mirada de su mamá
sobre su cara cuando cabalgó un caballo, la vez que su gata, Kitten, trajo un topo muerto del arroyo trasero y lo dejó en su habitación. Él es un doctor, se dijo a sí misma. Esto sólo es lo que un doctor hace.

—Tus pectorales también están un poco apretados —dijo Wren, y, horriblemente, movió sus manos al frente de su cuerpo. Él deslizó sus dedos bajo su sostén de nuevo, frotando sólo por encima de su pecho, y de repente la tira del sostén cayó de su hombro. Spencer respiró pero él no se alejó. Esto es lo que hace un doctor, se recordó a sí misma de nuevo. Pero entonces se dio cuenta: Wren era un estudiante
de primer año de medicina. Él será un doctor, ella se corrigió. Algún día. En cerca de diez años.

—¿Um, dónde está mi hermana? —preguntó tranquilamente.

—¿En la tienda, creo? ¿Wawa?

—¿Wawa? —Spencer se alejó de Wren y colocó la tira de su sostén de vuelta en su hombro—. ¡Wawa sólo está a una milla! Si está allí, solamente está comprando cigarrillos o algo así. ¡Estará de regreso en cualquier minuto!

—No creo que ella fume —dijo Wren, ladeando su cabeza de forma interrogante.

—¡Sabes lo que quiero decir! —Spencer se puso de pie en la bañera, agarró su toalla Ralph Lauren, y comenzó violentamente a secar su cabello. Se sentía tan caliente. Su piel, huesos —incluso sus órganos y nervios— se sentían como si ellos se estuvieran cociendo en la bañera. Salió y huyó hacia la casa, en busca de un vaso gigante de agua.

—Spencer — Wren la llamó—. Yo no quise… Sólo estaba tratando de ayudar.

Pero Spencer no escuchó. Corrió a su habitación y miró alrededor. Sus cosas aún estaban en cajas, aún en cajas para mudarse al granero. De repente quería que todo estuviera organizado. Su joyero necesitaba ser ordenado por piedras preciosas. Su computador estaba obstruido con los viejos documentos de Inglés de hace dos años, y aunque ellos hubieran recibido A en aquel entonces, probablemente eran excesivamente malos y deberían ser suprimidos. Se quedó mirando los libros en las cajas. Necesitaban ser organizados por tema, no por autor. Obviamente. Los sacó y empezó a dejarlos a un lado, empezando con Adulterio y The Scarlet Letter.
Pero cuando llegó a Utopias Gone Wrong, aún no se sentía mejor. Así que encendió su computador y presionó su mouse inalámbrico, que era confortablemente bueno, a la parte posterior de su cuello.Cliqueó sobre su correo electrónico y vio un mensaje sin leer. El tema de la línea
decía, Vocabulario SAT. Curiosa, cliqueó sobre él.

Spencer,
Codiciar es fácil. Cuando alguien codicia algo, ellos anhelan y desean después eso.
Usualmente ese algo ellos no lo pueden tener. Aunque tú siempre has tenido ese problema,
¿no es cierto? —A.

Spencer se agarró el estómago. Miró alrededor.
¿Quién. Carajo. Podría. Haber. Visto?
Abrió la gran ventana de su habitación, pero el camino de entrada circular de los Hastings estaba vacío. Spencer miró alrededor. Unos cuantos carros giraron cerca. El jardinero de los vecinos estaba podando un seto en frente de su puerta. Sus perros se estaban persiguiendo uno a otro alrededor del patio. Algunas aves
volaron sobre el poste de teléfono.

Entonces, algo atrapó sus ojos en la ventana de los vecinos: un vistazo de un cabello rubio. ¿Pero la nueva familia no era negra? Un frío escalofrío creció en la espina de Spencer. Esa era la vieja ventana de Ali.






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