martes, 18 de junio de 2013

Club de Lectura (3x08)

Te dejamos el capítulo 8 del libro Perfect.
Si no leíste el capítulo anterior, lo podés leer aquí.
Para comenzar con la lectura, hacé clic en Más Información.

Capítulo 8: Siempre es bueno leer el libro antes de robarlo

Una media hora más tarde, Aria sacó su caja marrón años cincuenta-moderna de una casa. Ella sostenía su Treo con la barbilla, esperando que diera el buzón de voz. En el tono, ella dijo: 
—Em, soy Aria. Si realmente estás considerando decírselo a Wilden, por favor llámame. Ella es capaz de... de más de lo que crees.
Ella apretó el botón END, sintiéndose ansiosa. No podía imaginar que oscuro secreto de Emily podía sacar A si hablaba con la policía, pero Aria sabía por experiencia que lo haría.
Suspirando, abrió la puerta delantera y subió por las escaleras, pasando por la habitación de sus padres. La puerta estaba entreabierta. En el interior, la cama de sus padres, estaba claramente hecha, ¿o ahora era sólo la cama de su madre? Ella la tenía cubierta con una colcha salmón brillante de batik-print que amaba y Byron despreciaba.
Había amontonado todas las almohadas en su lado. La cama parecía como una metáfora del divorcio.
Aria dejó caer sus libros y vagó sin rumbo por las escaleras con la amenaza de A girando por toda su cabeza como el foso de centrifugado que habían utilizado hoy en el laboratorio de biología. A todavía estaba aquí, y de acuerdo con Wilden, también el asesino de Ali. A podría ser la causa de muerte de Ali, sacando su vida de su camino.
¿Qué pasa si Wilden estaba en lo cierto?, ¿y si el asesino de Ali quería hacer daño a otra persona? ¿Qué pasaría si el asesino de Ali no era sólo enemigo de Ali, sino también de Aria, de Hanna, de Emily, y de Spencer? ¿Eso significaba que una de ellas podía ser... la próxima?
La guarida estaba a oscuras excepto por la luz de la televisión. Cuando Aria vio una mano curvada sobre el borde del pequeño sofá, dio un salto. Entonces la cara familiar de Mike apareció.
—Llegas a tiempo —Mike señaló la pantalla del televisor.
—Ven pronto, hay un video casero nunca antes visto grabado por Alison DiLaurentis la semana antes de que fuera asesinada —dijo en su mejor imitación de locutor de Moviefone.
El estómago de Aria se apretó. Este era el video filtrado del que Wilden había estado hablando. Hacía años, Aria se había dedicado al cine, documentando lo mejor que podía de todo, desde caracoles en el patio trasero, hasta a sus amigas. Las películas fueron generalmente cortas, y ella a menudo trataba de hacerlas artísticas y conmovedoras, centrándose en la ventana de la nariz de Hanna, o el cierre de cremallera del buzo con capucha de Ali, o los dedos inquietos de Spencer. Cuando Ali desapareció, Aria entregó su colección de vídeo a la policía. Quienes peinaron a través de ellos, pero no habían encontrado pistas sobre dónde Ali podría haber ido. Aria todavía tenía los originales en su portátil, aunque no las había mirado desde hacía mucho, mucho tiempo.
Aria se dejó caer en el asiento del amor. Cuando un comercial de un Mercedes terminó y empezaron las noticias de nuevo, ella y Mike se enderezaron.
—Ayer, una fuente anónima nos envió este video de Alison DiLaurentis —anunció el
presentador—. Ofrece una mirada de lo inocente que era su vida sólo unos días antes de ser asesinada. Vamos a ver.
El clip se abrió con un disparo torpe del sofá de la sala de estar de Spencer. 
—Y debido a que lleva una talla cero —dijo Hanna fuera de la pantalla. La cámara giró hacia una Spencer con un aspecto un poco más joven, que llevaba un polo rosa y unos
pantalones pijama largos como capris. Tenía su cabello rubio en cascada sobre los hombros, y llevaba una brillante corona Rhinestone en la cabeza.
—Ella parece caliente con esa corona —dijo Mike entusiasmado, abriendo una bolsa grande de Doritos.
—Shhh —susurró Aria.
Spencer señaló al teléfono LG de Ali en el sofá.
—¿Quién quiere leer sus mensajes?
—¡Yo! —susurró Hanna, agachándose de la escena. A continuación, la cámara se volvió hacia Emily, que parecía casi igual que actualmente, el mismo pelo rubio-rojizo, la misma camiseta de gran tamaño de natación, la misma expresión agradable-peropreocupada.
Aria se acordó de esa noche, antes de que hubiera girado la cámara, Ali había recibido un mensaje de texto y no les dijo de quién era. Todos habían estado molestas.
La cámara mostró a Spencer sujetando el teléfono de Ali. —Está bloqueado. —Había una imagen borrosa en la pantalla del teléfono.
—¿Sabes su contraseña?—Aria escuchó a su propia voz preguntar.
—¡Maldita sea! ¡Esa eres tú! —gritó Mike.
—Intenta con su cumpleaños —sugirió Hanna.
La cámara mostró las manos regordetas de Hanna agarrándole el teléfono a Spencer.
Mike frunció la nariz y se volvió hacia Aria. 
—¿Es esto lo que las chicas hacen cuando están solas? Pensé que íbamos a ver guerras de almohadas. Chicas en bragas. Besos.
—Estábamos en el séptimo grado —le espetó Aria—. Eso es asqueroso.
—No hay nada malo con niñas de séptimo grado en su ropa interior —dijo Mike en voz baja.
—¿Qué están haciendo? —Se oyó la voz de Ali. Luego su cara apareció en la pantalla, y los ojos de Aria se llenaron de lágrimas. Ese rostro en forma de corazón, los luminosos ojos azul oscuro, la boca ancha; era fascinante.
—¿Estaban buscando algo en mi teléfono? —exigió Ali, con las manos en las caderas.
—¡Por supuesto que no! —Exclamó Hanna. Spencer se tambaleó hacia atrás, agarrando su cabeza para mantener la corona.
Mike metió un puñado de Doritos en la boca. 
—¿Puedo ser esclavo de tu amor, princesa Spencer? —dijo en falsete.
—No creo que ella salga con los niños pre-púberes que todavía duermen con sus mantitas —replicó Aria.
—¡Hey! —Chilló Mike—. ¡No es una frazada! ¡Es mi camiseta de lacrosse de la suerte!
—Eso es aún peor —dijo Aria.
Ali volvió a aparecer flotando en la pantalla de nuevo, mirando viva y vibrante y sin preocupaciones. ¿Cómo Ali podría estar muerta?, ¿Asesinada?
Entonces la hermana mayor de Spencer, Melissa, y su novio, Ian, pasaron por delante de la cámara. 
—Hey, niñas —dijo Ian.
—Hola —le saludó Spencer en voz alta.
Aria sonrió a la TV. Ella había olvidado lo que todas codiciaban a Ian. Era una de las personas que a veces en broma sería nombrado, incluso por Jenna Cavanaugh antes de ser herida en los ojos, hermoso, junto a Noel Kahn, así como también Andrew Campbell, a pesar de que Spencer lo encontraba molesto. Por Ian, se turnaban fingiendo que eran niñas de 1-800-Sexy-Coeds.
La cámara captó a Ali girando los ojos hacia Spencer. Luego Spencer frunció el ceño a espaldas de Ali.
Típico, pensó Aria. La noche en que Ali desapareció, Aria no había sido hipnotizada, y ella había escuchado a Ali y a Spencer pelearse. Cuando salió corriendo de la granja, Aria esperó un minuto o dos, luego las siguió. Aria llamaba a las chicas por sus nombres. Pero no podía comunicarse con ellas. Ella volvió a entrar, preguntándose si Ali y Spencer sólo habían abandonado al resto, poniendo en escena que podía correr a una fiesta mucho más fresca. Pero Spencer finalmente regresó adentro. Se veía tan perdida, como si estuviera en trance.
En la pantalla, Ian se dejó caer en el sofá junto a Ali. 
—Entonces, ¿qué están haciendo niñas?
—Oh, no mucho —dijo Aria detrás de la cámara—. Estamos haciendo una película.
—¿Una película? —preguntó Ian—. ¿Puedo estar en ella?
—Por supuesto —dijo Spencer, tomando asiento junto a él—. Es un programa de entrevistas. Yo soy la anfitriona. Tú y Ali son mis invitados. Voy a hacerlo por primera vez.
La cámara giró al levantarse del sofá y se centró en el teléfono cerrado de Ali, que estaba al lado de la mano de ella en el sofá. Se acercó más y más hasta que el LED tomó el diminuto cuadro completo de la pantalla del teléfono. Esa noche, Aria no sabía quién había escrito a Ali.
—Pregúntale quién es su profesor favorito de Rosewood. —La voz de la Aria más joven era ligeramente más alta al salir de detrás de la cámara.
Ali sonrió y miró directamente a la lente. 
—Esa es una buena pregunta para ti, Aria. Tú deberías preguntarle si quiere conectar con cualquiera de sus maestros. En los estacionamientos vacíos.
Aria contuvo el aliento, y oyó jadear a su yo más joven que también aparecía en la pantalla. ¿Ali realmente había dicho eso? ¿Delante de todas ellas? Y a continuación, el clip se había terminado.
Mike se volvió hacia ella. Había migas naranja neón de los Doritos alrededor de su boca.—¿Qué quería decir acerca de conectar con los maestros? Parecía que solo estaba hablando contigo.
Una escorfina seca se escapó de la boca de Aria. A le había dicho a Ella que Aria sabía el asunto de Byron desde todos estos años, pero Mike todavía no lo sabía. Estaría muy decepcionado con ella.
Mike se puso de pie. 
—Lo que sea. —Aria se dio cuenta de que estaba tratando de parecer no afectado y casual, pero se abalanzó fuera de la habitación, derribando una foto enmarcada y firmada de Lou Reed, el héroe estrella de rock de Byron, y uno de los pocos artefactos de Byron que Ella había dejado. Lo oyó pisar hasta su habitación y cerrar la puerta con fuerza.
Aria apoyó la cabeza entre las manos. Este era uno de esos tres mil momentos en que deseaba estar de vuelta en Reikiavik, con las excursiones por un glaciar, paseando con su pony islandés, Gilda, a lo largo de un volcán seco, o incluso comer grasa de ballena, que todo el mundo en Islandia parecía adorar.
Ella apagó el televisor, y la casa se quedó en un misterioso silencio. Al oír un ruido en la puerta, ella saltó. En la sala, vio a su madre, cargando varias bolsas grandes de lona de la compra del mercado de productos orgánicos de Rosewood.
Ella notó a Aria y sonrió con cansancio. 
—Hola, cariño. —Desde que había echado a Byron, Ella parecía más despeinada que de costumbre. Su túnica de gasa negro era más holgada que nunca, sus pantalones de pierna ancha de seda tenían una mancha de tahini en el muslo, y su cabello largo, castaño y negro descansaba en lo que parecía nido de ratas en la coronilla de la cabeza.
—Déjame ayudarte. —Aria tomó un montón de bolsas de los brazos de Ella. Y entraron en la cocina juntas, poniendo las bolsas sobre la mesada, y comenzaron a deshacerlas.
—¿Cómo te fue hoy? —murmuró su madre.
Entonces Aria recordó 
—Oh, Dios mío, nunca vas a creer lo que hice —exclamó, sintiendo una oleada de vértigo. Ella la miró antes de poner la mantequilla orgánica de maní a distancia—. Bajé a Hollis. Porque yo estaba buscando... ya sabes. A ella —Aria no quiso decir el nombre de Meredith—. Ella estaba enseñando en una clase de arte, así que corrí en el interior, agarré una brocha y pinté una A roja sobre el pecho. Ya sabes, como esa mujer en The Scarlet Letter. Fue impresionante.
Ella hizo una pausa, sujetando una bolsa de pasta de trigo entero en el aire. Su madre la miró con náuseas.
—No sabía lo que le había pegado —Aria pasó—. Y entonces le dije: “Ahora todo el mundo sabrá lo que has hecho”. —Ella sonrió y extendió sus brazos. ¡Taa-daa!
Los ojos de su madre corrieron de atrás hacia adelante, mientras lo procesaba. 
—¿Te das cuenta de que se supone que Hester Prynne es un personaje simpático?
Aria frunció el ceño. Ella sólo estaba en la página ocho. 
—Lo hice por ti. —Aria explicó en voz baja—. Por venganza.
—¿Venganza? —La voz de su madre se sacudió—. Gracias. Eso me hace ver muy cuerda. Exactamente como estoy manejando las cosas aquí. Esto ya es bastante difícil para mí de esta forma. ¿No sabes exactamente el aspecto que le has dado… como una mártir?
Aria dio un paso hacia ella. No había considerado eso. 
—Lo siento...
Entonces su mamá se desplomó contra el mostrador y empezó a sollozar. Aria se quedó inmóvil. Sus miembros se sentían como esculpidos en arcilla fuera del horno, todos endurecidos e inútiles. Ella no podía comprender lo que su madre estaba pasando, y encima lo había empeorado.
Fuera de la ventana de la cocina, un colibrí aterrizó en la réplica de un pene de ballena que Mike había comprado en el Museo phallological de Reikiavik. En cualquier otra circunstancia, Aria hubiera señalado que los colibríes eran raros aquí, especialmente los que llegaban a penes de ballena falsos, pero no hoy.

—Ni siquiera puedo mirarte en este momento —Ella balbuceó finalmente.
Aria se llevó la mano al pecho, como si su madre la hubiera acuchillado con uno de sus cuchillos Wüsthof. 
—Lo siento. Quería que Meredith pagara por lo que te ha hecho.
—Cuando Ella no respondió, la punzante sensación ácida en el estómago de Aria se hizo más fuerte—. Tal vez debería salir de aquí por un tiempo, si no puedes soportar verme.
Hizo una pausa, esperando que saltara y dijera: “No, eso no es lo que quiero”. Pero Ella se quedó tranquila.
—Sí, tal vez eso es una buena idea —convino en voz baja.
—Oh. —Aria hundió los hombros y la barbilla le tembló.
—Entonces yo... Mañana no voy a volver a casa desde la escuela. —Ella no tenía ninguna idea de dónde iría, pero ahora no importaba. Todo lo que importaba era hacer lo que hiciera feliz a su mamá.

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