martes, 2 de julio de 2013

Club de Lectura (3x10)

Te dejamos el capítulo 10 del tercer libro de la saga, es decir, de Perfect.
Si te perdiste el capítulo anterior, lo podés leer acá
Para comenzar a leer, hacé clic en Más Información.



Capítulo 10: Alguien no escuchó.

Durante el descanso en el Rosewood Day, el equipo de natación de Drury Academy se reunió, Emily abrió su taquilla y se bajó las tiras de su bañador de carreras Speedo Fastskin. Este año, el equipo de natación en el Rosewood Day había derrochado en bañadores de cuerpo completo, de calibre Olímpico.
Tuvieron que encargar un pedido especial, y llegaron a tiempo para el encuentro de hoy. Los trajes llegaban hasta los tobillos, aferrados a cada centímetro de piel, y mostrando cada bulto, recordándole a Emily la fotografía de su libro de biología de una boa constrictor digiriendo un ratón.
Emily sonrió a Lanie Iler, su compañera de equipo. 
—Estoy tan feliz de poder salir de esta cosa.
Ella también estaba tan feliz por decidirse a hablar con el Oficial Wilden sobre A. La noche anterior, Emily volvió a casa desde la de Hanna, llamó y preparó un encuentro con Wilden en la estación de policía de Rosewood más tarde esa misma noche. A Emily no le importaba que dijeran o pensaran las otras sobre la amenaza de A, con la policía implicada, ellos podían hacerles arrastrar ese drama para siempre.
—Tienes tanta suerte que has terminado —respondió Lanie. 
Emily ya había nadado, y ganado, todos sus eventos; ahora lo que le quedaba por hacer era animar con el resto de tropecientos estudiantes de Rosewood que se habían presentado para el encuentro.
Podía escuchar a las animadoras gritar desde el vestuario y esperaba que no se resbalaran en el suelo mojado de la piscina, Tracey Reid se había resbalado antes del primer evento.
—Hey, chicas. —La entrenadora Lauren anduvo con grandes zancadas por el pasillo de las taquillas. Hoy, como de costumbre, Lauren llevaba una de sus camisetas de natación inspiradoras: TOP TEN [10 mejores] RAZONES POR LAS QUE NADO. (Número cinco: PORQUE PUEDO COMER 5.000 CALORIAS Y NO SENTIRME CULPABLE.) Dio un manotazo en el hombro de Emily—. Buen trabajo, Em.
¿Adelantarse en el relevo combinado de esa forma? ¡Fantástico!
—Gracias. —Emily se ruborizó.
Lauren se inclinó sobre el banco de maderas rojas en medio del pasillo. 
—Hay un ojeador de la Universidad de Arizona aquí —dijo en voz baja, solo para Emily—. Me ha preguntado si podía hablar contigo durante la segunda parte. ¿Te parece bien?
Los ojos de Emily se abrieron como platos. 
—¡Por supuesto! —La Universidad de Arizona era una de las mejores escuelas de natación del país.
—Genial. Ustedes pueden hablar en mi oficina, si quieres. —Lauren le dio otra sonrisa a Emily. Desapareció por el pasillo que llevaba a la piscina, y Emily le siguió. Pasó a su hermana Carolyn, que venía de la otra dirección.
—¡Carolyn, a que no sabes que! —Emily saltó arriba y abajo.
—¡Una ojeadora de la Universidad de Arizona quiere hablar conmigo! ¡Si yo fuera allí y tú fueras a Stanford, estaríamos cerca! —Carolyn se graduaba este año y había sido elegida por el equipo de natación de Stanford.
Carolyn miró a Emily y desapareció por uno de los baños, cerrando la puerta con un portazo. Emily se alejó, sintiéndose aturdida. ¿Qué había pasado? Ella y su hermana no eran súper-íntimas, pero había esperado un poco más de entusiasmo que eso.
A la vez que Emily caminó por el pasillo que llevaba a la piscina, Gemma Curran se asomó desde una de las duchas. Cuando Emily se encontró con su mirada, Gemma cerró de un tirón la cortina. Y cuando andaba por los lavabos, Amanda Williamson estaba susurrándole a Jade Smythe. Cuando Emily se encontró con sus ojos en el espejo, sus bocas se encogieron, como Os. Emily sintió la piel de gallina surgir en la superficie de su piel. ¿Qué estaba pasando?
—Dios, ¡parece como si hubiera más gente aquí ahora! —murmuró Lanie, andando hacia la piscina detrás de Emily. Y tenía razón: las gradas parecían estar más llenas que durante la primera mitad. La banda, situada cerca de la ducha, estaba tocando una canción de lucha, y la mascota de espuma gris Hammerhead se unió a las animadoras enfrente de las gradas. Todo el mundo estaba en las gradas, los chicos populares, los del equipo de futbol, las chicas del club de teatro, incluso las profesoras. Spencer Hastings estaba sentada al lado de Kirsten Cullen. Maya estaba allí arriba tecleando vestidos en sus sudaderas de natación de Rosewood azules y blancas decoradas con botones de VAMOS EMILY y VAMOS CAROLYN. Emily intento saludarles, pero estaban demasiado ocupados estudiando un trozo de papel, probablemente la hoja de pruebas. En realidad, un montón de gente estaba mirándola. Mr. Shay, el viejo profesor de biología que siempre observaba las prácticas porque fue nadador hace unos mil años, tenía una copia a unos tres centímetros de su cara. El programa no era tan interesante, solo mostraba una lista de los eventos.
James Freed se cruzó en el camino de Emily. Su boca extendiéndose en una amplia sonrisa. 
—Hey, Emily —dijo con una mirada codiciosa—. No tenía ni idea.
Emily frunció el ceño. 
—No tenías idea… ¿de qué?
El hermano de Aria, Mike pasó junto a James. 
—Hola, Emily.
Mona Vanderwaal vino detrás de los otros dos chicos. 
—Dejen de molestarla, ustedes dos. —Se giró a Emily—. Ignóralos. Quiero invitarte a algo. —Rebuscó en su gigante bolso de ante butterscotch y le dio a Emily un sobre blanco.
Emily le dio vueltas en sus manos. Fuera lo que fuera, Mona lo había perfumado con algo caro. Emily levantó la vista, confusa.
—Voy a celebrar una fiesta de cumpleaños este sábado —explicó Mona, jugando con un largo mechón de pelo rubio-blanquecino alrededor de sus dedos—. ¿Quizás te vea?
—Deberías venir absolutamente —añadió Mike, abriendo más los ojos.
—Yo… —balbuceó Emily. Pero antes de que pudiera añadir nada más, la banda entabló otra canción de lucha y Mona se marchó.
Emily miro de nuevo la invitación. ¿Qué demonios era todo eso? No era el tipo de chica que recibía en mano invitaciones de Mona Vanderwaal. Y ciertamente no era el tipo que recibía miradas lascivas de los chicos.
De repente, algo en el otro lado de la piscina llamó su atención. Era un pedazo de papel pegado en la pared. No había estado allí antes en el medio tiempo. Y parecía familiar. Como una foto.
Entrecerró los ojos. Su corazón se le cayó a los pies. Era una foto… de dos personas besándose en una cabina de fotos. En la cabina de fotos Noel Kahn.
—Oh dios mío. —Emily cruzó la piscina, resbalándose dos veces en la cubierta de la piscina.
—¡Emily! —Aria corrió hacia ella desde la entrada lateral, sus botas de plataforma de ante pisando ruidosamente las baldosas y su pelo negro azulado agitándose frenéticamente por toda su cara. —Lo siento llego tarde, ¿pero podemos hablar?
Emily no le respondió a Aria. Alguien colocó una fotocopia de la foto besándose al lado del gran marcador que mostraba una lista de quien iba a nadar en la próxima carrera. Todo su equipo lo vería. ¿Pero sabrían que era ella? Arrancó la fotocopia de la pared. En la parte inferior, en grandes letras negras, decía,
¡MIRA LO QUE EMILY FIELDS HA ESTADO PRACTICANDO CUANDO NO ESTA EN LA PISCINA!
Bueno, eso aclaraba todo.
Aria se inclinó y examino la foto. 
—¿Esa eres… tú?
La barbilla de Emily tembló. Arrugó el papel en sus manos, pero cuando miró a su alrededor, vio otra copia encima de la bolsa de deportes de alguien, un pliegue en el centro. Lo cogió y también lo arrugó.
Entonces vio otra copia tirada en el suelo cerca del carro de kickboards. Y otra… en las manos de la entrenadora Lauren. Lauren miró de la foto a Emily, de Emily a la foto. 
—¿Emily? —dijo en voz baja.
—Esto no puede estar pasando —susurró Emily, pasándose la mano por su pelo mojado. Miró hacia la papelera de reja de alambres cerca de la oficina de Lauren.
Había por lo menos diez fotos de ella besando a Maya tiradas en el fondo. Alguien había tirado una lata medio vacía de Sunkist encima. El líquido brotó, coloreando sus caras de naranja. Había más cerca de las fuentes. Y pegadas con cinta adhesiva en el carril de carreras. Sus compañeras, que estaban saliendo del vestuario, le lanzaron miradas inquietas. Su ex novio, Ben, le sonrió, como diciendo, Tu pequeño experimento lesbi no es tan divertido ahora, ¿huh?
Aria cogió una copia que aparentemente se había caído desde el techo. Entrecerró los ojos y apretó los brillantes, labios rojo-fresa. 
—¿Y qué? Estas besando a alguien. —Sus ojos se abrieron más—. Oh.
Emily dejo escapar un inevitable epp.
—¿Ha hecho esto A? —susurro Aria.
Emily miro alrededor frenéticamente. 
—¿Has visto quien ha estado repartiendo esto? —Pero Aria sacudió su cabeza. Emily abrió la cremallera del bolsillo de su bolsa de natación y buscó su móvil. Había un mensaje. Por supuesto que había un mensaje.

Emily, cariñito, sé que tú vas todo con ojo por ojo, así que cuando hiciste planes para
descubrirme, he decidido desvelarte a ti también. ¡Besos! 
A.

—Maldita sea —susurró Aria, leyendo el mensaje por encima del hombro de Emily.
Un repugnante pensamiento golpeó de pronto a Emily. Sus padres. Ese papel que estaban mirando, no era la hoja de pruebas. Era la foto. Miró hacia las gradas.
Efectivamente, sus padres estaban mirándola. Se veían como si estuvieran a punto de llorar, sus caras rojas y las fosas nasales ensanchadas.
—Tengo que salir de aquí. —Emily buscó la salida más cercana.
—Ni hablar. —Aria agarró la muñeca de Emily y le hizo darse la vuelta—. Esto no es nada de lo que avergonzarse. Si alguien dice algo, que se jodan.
Emily sorbió. La gente podía llamar rara a Aria, pero ella era normal. Tenía un novio. No podía saber cómo se sentía esto.
—Emily, ¡esta es nuestra oportunidad! —protestó Aria—. A este probablemente aquí.
—Miró amenazadoramente a las gradas.
Emily miró hacia las gradas de nuevo. Sus padres todavía con la misma expresión enfadada y herida. El sitio de Maya estaba vacío. Emily escaneó el largo de las gradas buscándola, pero Maya se había ido.
A estaba probablemente allí. Y Emily deseo ser lo suficientemente valiente para subir a las gradas y sacudir a todos hasta que alguien confesara. Pero no podía.
—Yo… Yo lo siento —dijo Emily abruptamente, y corrió hacia el vestuario. Paso el centenar o más personas que ahora sabían cómo era realmente, pisoteando copias de ella y Maya por el camino.

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