martes, 6 de agosto de 2013

Club de Lectura (3x15)

Te dejamos el capítulo 15 del libro Perfect.
Si te perdiste el capítulo anterior, lo podés leer acá.
Para comenzar con la lectura, hacé clic en Más información.



Capítulo 15: Nunca, jamás confiaré en algo tan obsoleto como una máquina de fax.

El miércoles por la tarde en el almuerzo, Hanna se sentó en una mesa de la casa de campo de teca que daba a los campos de práctica de Rosewood Day y al estanque de los patos. El monte Kale se elevaba en la distancia. Era una tarde perfecta.
El cielo azul Tiffany, sin humedad, el olor de las hojas y el aire limpio a su alrededor.
El marco ideal para que Hanna le diera a Mona su perfecto regalo de cumpleaños ahora bien, Mona tenía que presentarse. Hanna no había sido capaz de decir una palabra mientras estaban envueltas por sus vestidos de corte de color champán de Zac Posen, ni ayer en Saks con Naomi y Riley alrededor. Había intentado llamar a Mona a hablar con ella sobre eso ayer por la noche, también, pero Mona había dicho que estaba a mitad de lo que tenía que estudiar para un importante examen de alemán. Si fallaba, sus Dulces Diecisiete no se celebrarían.
A pesar de cualquier cosa. Mona llegaría en cualquier momento, y ellas se reconciliarían y se compensarían por todo el tiempo privado de Hanna-Mona que se habían perdido. ¿Y la nota de ayer de A acerca de que Mona no era digna de confianza? Una falsa alarma. Mona todavía podría estar un poco enojada por el malentendido del Frenniversary, pero no había caso sobre que ella se hubiera echado para atrás en lo referente a su amistad. De todos modos, la sorpresa de cumpleaños de Hanna haría que las cosas mejoraran. Así que era mejor que Mona se apresurara antes de que se lo perdiera todo.
Mientras Hanna esperaba, se entretenía con su BlackBerry. La había programado para conservar los mensajes hasta que se borraran manualmente, por lo que todas sus antiguas conversaciones de texto con Alison estaban almacenadas por orden en su bandeja de entrada. La mayoría de las veces, a Hanna no le gustaba verlas porque era demasiado triste, pero hoy, por alguna razón ella quería hacerlo.
Ella encontró una el día uno de junio, unos días antes de que Ali desapareciera.

Intentando estudiar para el final de Biología…
Ali había escrito: Tengo toda esta energía nerviosa.
¿Tú?-Había sido la respuesta de Hanna.
Ali: No lo sé. Tal vez estoy enamorada. Ha, ha.
Hanna: ¿Enamorada tú? ¿Cuándo/de quién?
Ali: Estoy bromeando. Oh mierda, Spencer está en mi puerta. Quiere practicar ejercicios de hockey sobre hierba... OTRA VEZ.
Dile que no -Hanna había escrito en respuesta.- ¿A quién quieres?
No se le dice a Spencer no -argumentó Ali.- Ella, del mismo modo, te perjudicaría.

Hanna se quedó mirando la brillante pantalla de su BlackBerry. En ese momento, probablemente se había reído. Pero ahora Hanna miraba a los antiguos mensajes de textos con un nuevo punto de vista. La nota de A diciendo que una de las amigas de
Hanna estaba ocultando algo que la asustaba. ¿Podría Spencer estar escondiendo algo? 
De repente, Hanna recordó un suceso en el que no había pensado durante mucho tiempo: Unos días antes de que Ali desapareciera, las cinco se habían ido de excursión al People´s Light Playhouse para ver Romeo y Julieta. No eran muchos de séptimo grado quienes habían optado por ir, el resto de los excursionistas habían sido estudiantes de secundaria. Prácticamente todos los de la clase de secundaria de Rosewood Day habían estado allí el hermano mayor de Ali, Jason, la hermana de Spencer, Melissa, Ian Thomas, Katy Houghton, una amiga de Ali del hockey sobre hierba, y Preston Kahn, uno de los hermanos Kahn. Después de que la obra hubiera terminado, Aria y Emily desaparecieron en el cuarto de baño, Hanna y Ali se sentaron en el muro de piedra y empezaron a comer su almuerzo, y Spencer corrió a hablar con la señora Delancey, la profesora de inglés, que estaba sentada cerca de sus estudiantes.
—Está aquí únicamente porque quiere estar cerca de los chicos mayores —murmuró Ali, mirando a Spencer.
—Podríamos visitarlos también, si quieres —sugirió Hanna.
Ali dijo que no. —Estoy enfadada con Spencer —declaró.
—¿Por qué? —preguntó Hanna.
Ali suspiró. —Es una historia larga y aburrida.
Hanna lo dejó pasar, Ali y Spencer a menudo se enfadaban la una con la otra sin ninguna razón. Ella comenzó a soñar despierta acerca de cómo el sexy actor que interpretaba a Tybald la había mirado directamente a los ojos durante la escena de su muerte. ¿Pensaba Tybald que Hanna era linda... o gorda? O tal vez no la estaba mirando a ella de todos modos tal vez no estaba más que haciéndose el muerto con los ojos abiertos. Cuando miró de nuevo, Ali estaba llorando.
—Ali —Hanna había susurrado. Nunca había visto llorar a Ali antes—. ¿Qué pasa?
Las lágrimas caían silenciosamente por las mejillas de Ali. Ella ni siquiera se molestaba en limpiárselas. Ella miró en dirección de Spencer y la señorita Delancey.
—Olvídalo.
—¡Mierda! ¡Mira eso! —exclamó Mason Byers, sacando a Hanna de sus viejos recuerdos de séptimo grado. Arriba en el cielo, un biplano dibujaba una línea a través de las nubes. Pasó sobre Rosewood Day, se precipitó alrededor, y luego viró otra vez.
Hanna se movía hacia arriba y hacia abajo en su asiento y se volvió. ¿Dónde demonios estaba Mona?
—¿Es eso un antiguo Curtiss ? —preguntó James Freed.
—No lo creo —respondió Ridley Mayfield—. Creo que es un Travel Air D4D.
—Oh, correcto —dijo James, como si él lo hubiese sabido todo el tiempo.
El corazón de Hanna se agitó con entusiasmo. El avión hizo unas cuantas piruetas largas, precipitándose a través del aire, dejando un rastro de nubes que formaban una perfecta letra G. —¡Está escribiendo algo! —gritó una chica cerca de la puerta.
El avión escribió la E, la T, y luego, dejando un espacio, la R. Hanna estaba prácticamente saltando. Este era el regalo más moderno que se hubiera hecho en el distrito.
Mason echó un vistazo al avión, el cual bajaba en picado y subía por el cielo.
—Preparados... para... —leía.
En ese momento, Mona se deslizó en el asiento junto a ella, echando la bolsa de antracita acolchada de Louis Vuitton sobre su silla. 
—Hey, Han —dijo, abriendo su paquete de comida fresca preparada y deslizando el papel quitó los palillos de madera—. Nunca te creerás lo que Naomi y Riley trajeron para mi fiesta de cumpleaños. Es el mejor regalo que he tenido.
—Olvídate de eso —chilló Hanna—. Te tengo algo más impactante.
Hanna trataba de señalar el avión en el cielo, pero Mona se irritó. 
—Consiguieron a Lexi —se precipitó sobre ella.
—¡Lexi! ¡Para mí! ¡En mi fiesta! ¿Puedes creerlo?
Hanna dejó caer la cuchara en el recipiente de yogur. Lexi era una artista femenina del hip hop de Philadelphia. Había firmado con una gran discográfica, e iba a ser una superestrella. ¿Cómo habían conseguido Naomi y Riley que fuera? 
—Lo que sea —dijo rápidamente, y dirigió la barbilla de Mona hacia las nubes—. Mira lo que hice para ti.
Mona miró hacia el cielo. El avión había terminado de escribir el mensaje y ahora estaba haciendo bucles sobre las letras. Cuando Hanna entendió el mensaje entero, abrió los ojos como platos.
—Prepárate para —La boca de Mona se abrió—. … ¿tirarse un pedo con Mona?
—¡Prepárate para tirarte un pedo con Mona! —exclamó Mason. Otras personas que lo vieron lo repitieron, también. Un estudiante de primer año desde el mural abstracto de la pared sopló con sus manos haciendo sonidos de pedorretas.
Mona miró Hanna. Se parecía haberse puesto un poco verde. 
—¿Qué demonios, Hanna?
—¡No, eso está mal! —chilló Hanna. —Se suponía que iba a decir, ‘¡Prepárate para la fiesta con Mona!’ ¡P-A-R-T-Y! ¡Ellos han echado a perder las letras!
Más gente hacía ruidos de pedorretas. 
—¡Qué asco! —gritó una niña cerca de ellos—.¿Por qué escribiría ella eso?
—¡Esto es horrible! —gritó Mona. Se puso la chaqueta sobre su cabeza, al igual que los famosos cuando estaban evitando a los paparazzi.
—Los voy a llamar en este momento para quejarme —exclamó Hanna, sacando a su BlackBerry y desplazándose temblorosamente hasta el número de la empresa de publicidad aérea. Esto no era justo. Había usado la más clara, y la más nítida posible escritura a mano cuando envió por fax las partes del mensaje de Mona al que escribiría en el cielo.
—Lo siento mucho, Mon. No sé cómo sucedió esto.
La cara de Mona estaba oculta debajo de su chaqueta. 
—Lo sientes, ¿eh? —dijo en voz baja—. Apuesto a que lo haces. —Se deslizó de nuevo la chaqueta sobre sus hombros, se tambaleó, y se alejó tan rápido como sus cuñas de rafia Celine se lo permitieron.
—¡Mona! —Hanna saltó después de ella. Ella tocó el brazo de Mona y Mona se dio la vuelta—. ¡Fue un error! ¡Yo nunca te haría eso!
Mona dio un paso más cerca. Hanna podía oler el jabón de lavandería francesa de lavanda. 
—Dejarme tirada en el Frenniversary es una cosa, pero nunca pensé que intentarías arruinar mi fiesta —gruñó ella, lo suficientemente alto para que todos oyeran—. Pero ¿quieres jugar de esa manera? Perfecto. No vengas. Estás oficialmente no invitada.
Mona fue pisando fuerte a través de las puertas de la cafetería, prácticamente empujando a dos estudiantes de primer año de apariencia friki a un lado hacia los grandes macetas de piedra. 
—¡Mona, espera! —Hanna gritó débilmente.
—¡Vete al infierno! —gritó Mona por encima del hombro.
Hanna dio unos pasos hacia atrás, todo su cuerpo temblaba. Cuando miró alrededor del patio, todo el mundo la miraba fijamente. 
—¡Oh, qué fuerte! —Hanna oyó a Mona Lee susurrar a sus amigas jugadoras de softball.
—¡Joder! —siseó un grupo de muchachos más jóvenes cerca de las fuentes de los pájaros cubiertas de musgo.
—¡Perdedora! —murmuró una voz anónima.
El excesivo olor de las salsas dispersándose por la cafetería y la pizza de corteza blanda, comenzaba a crear en Hanna esa vieja y familiar sensación de tener a la vez unas terribles náuseas y estar tremendamente famélica, al mismo tiempo. Regresó a su bolso y buscó distraídamente a través de la bolsa echada de lado, para encontrar su paquete de emergencia de White cheddar Cheez-Its. Empujó una en su boca, después otra, ni siquiera las degustaba. Cuando levantó la vista hacia el cielo, las desechas nubes con forma de letras que anunciaban parte del mensaje de Mona se habían difuminado.
La única letra que se había mantenido intacta era la última que el avión había escrito: una rizada y angular letra A.

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