Te dejamos el capítulo 24 del libro Perfect.
Si te olvidaste de leer el capítulo anterior, lo podés leer acá.
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Capítulo 24: Y en otro jardín frente al pueblo.
El viernes en la tarde, Spencer se inclinó encima de la cama de flores de su madre, arrancando la gruesa, testaruda maleza. Su madre usualmente hacía la jardinería ella misma, pero Spencer estaba haciendo esto en un intento de ser buena y absolverse ella misma de algo, a pesar de que ella no estaba segura de qué.
Los globos multicolores que su madre había comprado unos días atrás para celebrar la Orquídea de Oro aún estaban amarrados a la baranda del patio.
¡Felicidades, Spencer! Dijeron todos ellos. Después de las palabras estaban las fotos con el listón azul y los trofeos. Spencer miró sobre los globos de reluciente tela Mylar; su retorcido reflejo le devolvía la mirada.
Eso era como mirarse en una casa de los espejos, su cara lucía larga en lugar de redonda, sus ojos estaban pequeños en lugar de largos y su pequeña nariz lucía ancha y enorme. Tal vez este era un globo chica, no Spencer, quien había hecho trampa para convertirse en finalista de la Orquídea de Oro. Y tal vez el Globo chica había sido el que había peleado con Ali la noche en que desapareció, también.
El sistema de regado de la puerta siguiente de la Antigua casa de los DiLaurentis se encendió. Spencer arranco hacia la antigua ventana de Ali.
Esta estaba de última en la parte de atrás directamente en frente de la ventana de Spencer. Ella y Ali habían pensado que eran suertudas por tener sus habitaciones una en frente de la otra. Ellas hacían señales a las ventanas cuando estaban al teléfono después del toque de queda, un parpadeo de la linterna significaba, “no puedo dormir, ¿tú puedes?” Dos parpadeos significaban, “Buenas noches”. Tres significaban, “necesitamos salir abajo y hablar en persona”.
El recuerdo de la oficina de la Dra. Evans flotó sobre su mente otra vez. Spencer trató de empujarlo abajo, pero flotó derecho de vuelta. Te preocupas mucho, Ali había dicho.
Y esto está lejos de resolverse.
¿De dónde había venido eso?
—¡Spencer! —una voz susurro. Ella giro alrededor, su corazón golpeando. Ella enfrento la madera que bordeaba la parte de atrás de su casa. Ian Thomas se paró entre dos plantas.
—¿Que estás haciendo aquí? —ella siseó, echando un vistazo hacía el borde del patio. Melissa estaba en el granero a unas pocas yardas de distancia.
—Mirando a mi chica favorita. —Los ojos de Ian se deslizaron hacia abajo por su cuerpo.
—Estas acechando alrededor —Spencer le advirtió severamente, tratando de reprimir el calor, la excitación en su estómago que ella siempre conseguía cuando Ian la miraba—. Deberías ser más cuidadoso.
Ian se burló.
—¿Quién dice? Yo no soy parte del vecindario, ¿ves? Tal vez yo estoy protegiéndote de que te acechen… —El empujó su palma contra le parte plana del árbol.
—¿Lo estás? —Spencer pregunto.
Ian sacudió su cabeza.
—Nah. Yo actualmente corto por aquí hacia mi casa. Estaba llegando a ver a Melissa. —Él se detuvo, metiendo las manos en los bolsillos de sus jeans—. ¿Qué piensas de Melissa y yo volviendo a estar juntos?
Spencer se encogió de hombros.
—Eso no es asunto mío.
—¿No lo es? —Ian sostuvo su mirada, sin parpadear. Spencer lucía distante, sus mejillas calientes. Ian no estaba haciendo referencia a su beso. El no podía.
Ella volvió a ese momento otra vez. La boca de Ian había chocado bruscamente contra la suya, sus dientes habían pegado juntos. Después, sus labios habían sentido dolor.
Cuando Spencer le contó a Ali la emocionante noticia, Ali había reído.
—¿Que, tu piensas que Ian quiere algo contigo? —ella se burló—. Lo dudo.
Ella miró a Ian ahora, calmado y casual, y obviamente había sido la causa de todos sus problemas. Ella como que no deseaba haberlo besado a él. Esto parecía como un efecto dominó, esto la había llevado a pelear por el granero, lo que había llevado a Ali a irse, lo que había llevado a... ¿qué?
—Melissa dijo que estabas en terapia, ¿huh? —Ian preguntó—. Linda loca.
Spencer se puso rígida. Esto parecía raro, Melissa hablándole a Ian acerca de la terapia. Se suponía que las sesiones eran privadas.
—Eso no es estar loco.
—¿Realmente? Melissa dijo que había escuchado tu grito.
Spencer parpadeó.
—¿Grito? —Ian asintió—. ¿Qu… qué estás diciendo?
—Ella no ha dicho lo que tú estás diciendo. Sólo que estabas gritando.
La piel de Spencer picaba. El sistema de rocío de los DiLaurentis sonó como un millón de pequeñas guillotinas, cortando pasto, las hojas dirigiéndose a la cara.
—Yo tengo que irme. —Ella caminó torcidamente hacia la casa—. Yo pienso que tú necesitas agua.
—Un Segundo más. —Ian dio un paso hacia ella—. ¿Quieres ver que hay detrás de tus maderas?
Spencer se puso rígida. Había visto algo tan extraño en la cara de Ian que Spencer se pregunto si tal vez estaba en algo de lo de Ali. Uno de sus huesos. Una pista. Algo para hacer sentir a la memoria de Spencer.
Entonces Ian empujo su puño abierto. En el interior habían seis rellenos, zarzamoras.
—Tienes el más increíble arbusto de zarzamoras aquí atrás. ¿Quieres una?
Las bayas habían manchado oscuro la palma de Ian, sangre púrpura. Spencer pudo ver su línea amorosa y su línea de vida y todos los extraños grabados cerca de sus dedos.
Ella sacudió su cabeza.
—Yo no quiero comer nada de ese árbol —ella dijo.
Después de todo, Ali había sido asesinada ahí.
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