sábado, 17 de diciembre de 2011

Club de Lectura (1x13)

Estamos otra vez para darte la cuota diaria de PLL, esta ve les traemos el capítulo 13.
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capitulo 13: Primer Acto: La chica hace que el chico la quiera.

Quieres venir conmigo a una recepción artística en el estudio de
Chester Springs el próximo lunes por la noche? —preguntó la madre de Aria, Ella. Era jueves por la mañana, y Ella estaba sentada enfrente de Aria en la mesa del desayuno, resolviendo un crucigrama del New York Times con un bolígrafo negro goteante y comiendo un tazón de Cheerios. Acababa de regresar de su trabajo a tiempo parcial en la galería de arte contemporáneo Davis en la calle principal de Rosewood, y tenía lugar en la lista de correspondencia de todos los beneficiarios.
—¿Papá no va a ir contigo? —preguntó Aria.
Su madre frunció sus labios juntos. —Tiene un montón de trabajo que hacer para sus clases.
—Oh. —Aria cogió un hilo de lana suelto de sus guantes sin dedos que había tejido durante un largo viaje en tren a Grecia. ¿Era sospecha lo que detectó en la voz de su madre? Aria siempre se preocupaba de que Ella averiguara sobre Meredith y nunca le perdonara por mantener el secreto.
Aria apretó sus ojos cerrados. No estás pensando en eso, pensó. Vertió un poco de zumo de pomelo en un vaso. —¿Ella? —preguntó. —Necesito algunos consejos de amor.
—¿Consejos de amor? — bromeó su madre, asegurando su bollito de pan negro azabache con un palillo para llevar que había estado descansando sobre la mesa.
—Sí —dijo Aria. —Me gusta un chico, pero es en cierta medida... inalcanzable. No tengo más ideas sobre cómo convencerlo de que debería gustarle.
—¡Sé tú misma! —dijo Ella.
Aria gimió. —He intentado eso.
—¡Sal con un chico posible, entonces!
Aria giró sus ojos. —¿Vas a ayudarme o no?
—¡Ooh, alguien es sensible! —Ella sonrió, luego chasqueó sus dedos. —Acabo de leer este estudio en el periódico. —Sostuvo en alto el Times. —Es una encuesta sobre lo que los hombres encuentran más atractivo en las mujeres. ¿Sabes qué fue la cosa número uno? La inteligencia. Aquí, déjame encontrarlo para ti... —Rebuscó en el periódico y le entregó la página a Aria.
—¿Aria, te gusta un chico? —Mike entró a la cocina y cogió un dona glaseada de la caja de la isleta.
—¡No! —respondió Aria rápidamente.
—Bueno, alguien te gusta —dijo Mike. —Tan vulgar como lo que es. —Hizo un sonido fingiendo náuseas.
—¿Quién? —preguntó Ella con voz emocionada.
—Noel Kahn —Mike respondió, hablando con un enorme mordisco masticado de donut en su boca. —Me preguntó por ti en la práctica de lacrosse.
—¿Noel Kahn? —repitió Ella, mirando atrás y adelante, de Aria a Mike. —¿Quién es? ¿Estuvo aquí hace tres años? ¿Lo conozco?
Aria gimió y rodó sus ojos. —Él no es nadie.
—¿Nadie? —Mike sonó disgustado. —Es como… el mejor chico de tu grado.
—Lo que sea —dijo Aria, besando a su madre en la parte superior de su cabeza. Se dirigió al pasillo, mirando fijamente el recorte de periódico en sus manos. ¿Así que a los hombres les gustaba el cerebro? Bueno, la islandesa Aria ciertamente podía ser inteligente.
—¿Por qué no te gusta Noel Kahn? —La voz de Mike hizo saltar a Aria. Estaba de pie a unos pasos de Aria con un cartón de zumo de naranja en su mano. —Él es el hombre.
Aria gimió. —Si te gusta tanto, ¿por qué no te vas con él?
Mike bebió directamente del cartón, se limpió su boca, y la miró fijamente. —Has estado actuando raro. ¿Estás drogada? ¿Puedo tener algo si lo estás?
Aria bufó. En Islandia, Mike había estado tratando de conseguir constantemente drogas y asustando cuando algunos chicos en el puerto le vendían una bolsa de marihuana a diez centavos. Las cosas resultaron ser dolorosas, pero Mike lo fumaba orgullosamente de todos modos.
Mike comenzó a acariciarse la barbilla. —Creo que sé por qué estás actuando raro.
Aria se volvió de nuevo hacia el armario. —Estás lleno de mierda.
—¿Tú crees? —respondió Mike. —Yo no. ¿Y sabes qué? Voy a averiguar si mis sospechas son ciertas.
—Buena suerte, Sherlock. —Aria tiró de su chaqueta. Incluso aunque sabía que Mike estaba probablemente lleno de mierda, esperaba que no se hubiera dado cuenta del temblor de su voz.
Mientras los otros chicos se presentaban a inglés -la mayoría de los chicos luciendo una barba incipiente en crecimiento de unos días y la mayoría de las chicas imitando las sandalias de plataforma de Mona y Hanna y pulseras hechizadas-
Aria revisó el montón de sus notas recientemente garabateadas en las tarjetas. Hoy tenían que dar un informe oral acerca de una obra de teatro llamada Esperando a Godot. Aria adoraba los informes orales -tenía la voz perfecta, sexy, grave para ellos - y ocurría que conocía la obra realmente bien. Una vez, había pasado todo el domingo en un bar de Reykjavik, discutiendo vehementemente con un doble de Adrien Brody sobre el tema... entre bebiendo deliciosos Martini de vodka y manzana y jugando a footsie*, es decir con él debajo de la mesa. Así que no sólo este era un día excelente para convertirse en una estudiante referente, también era una gran oportunidad para mostrarles a todos lo genial que era la islandesa Aria.
Ezra entró, pareciendo arrugado, empollón, y completamente comestible, y palmoteó sus manos. —Muy bien, clase —dijo. —Tenemos un montón de cosas por las que pasar hoy. Calmaos.
Hanna Marin se dio la vuelta y sonrió burlonamente a Aria. —¿Qué clase de ropa interior crees que está usando?
Aria sonrió insípidamente. —Los boxers a rayas de algodón, por supuesto. —Puso su atención de nuevo en Ezra.
—Muy bien. —Ezra se encaminó hacia la pizarra. —Todo el mundo hizo la lectura, ¿no? ¿Todo el mundo tiene un informe? ¿Quién quiere empezar?
La mano de Aria se elevó rápidamente. Ezra le asintió con la cabeza. Se encaminó al podio al frente de la habitación, dispuso su pelo negro sobre sus hombros para que pareciera extra magnífico, y se asegurara de que su collar grande de coral no estuviera pillado con el cuello de su camisa. Rápidamente, releyó las primeras pocas frases en las tarjetas de su índice.
—El año pasado, asistí a una representación de Esperando a Godot en París — empezó.
Se dio cuenta de que Ezra levantó su ceja sólo lo imprescindible.
—Fue en un pequeño teatro fuera del Sena, y el aire olía como a un brioche* de queso horneándose en la siguiente puerta. —Se detuvo. —Imagínate la escena: una enorme línea de gente esperando para entrar, una mujer acarreando sus dos pequeños caniches blancos, la Torre Eiffel en la distancia.
Levantó la mirada brevemente. ¡Todo el mundo parecía tan paralizado! —Podía sentir la energía, el entusiasmo, la pasión en el aire. Y no era sólo la cerveza que estaban vendiendo a todo el mundo, incluso a mi hermano pequeño —Agregó.
—¡Genial! —exclamó Noel Kahn.
Aria sonrió. —Los asientos eran muy aterciopelados y púrpura, y olían como a este tipo de mantequilla de Francia que es más dulce que la mantequilla americana. Es la que hace a los pasteles tan deliciosos.
—Aria —dijo Ezra.
—¡Es el tipo de mantequilla que hace que incluso los caracoles sepan bien!
—¡Aria!
Aria se detuvo. Ezra se inclinaba contra la pizarra con sus brazos cruzados sobre
su chaqueta de Rosewood. —¿Sí? —sonrió.
—Tengo que detenerte.
—Pero... ¡Ni siquiera estoy a mitad de camino de lo que he hecho!
—Bueno, necesito menos sobre asientos de terciopelo y pasteles y más sobre la obra en sí.
La clase se rió disimuladamente. Aria caminó arrastrando los pies de vuelta a su asiento y se sentó. ¿No sabía que estaba creando un ambiente?
Noel Kahn levantó su mano.
—Noel —señaló Ezra. —¿Quieres ser el siguiente?
—No —dijo Noel. La clase se rió. —Sólo quería decir que pensé que el informe de Aria era bueno. Me gustó.
—Gracias —dijo Aria en voz baja.
Noel se dio la vuelta. —¿Realmente no hay edad para beber?
—En realidad no.
—Podría ir con mi familia a Italia este invierno.
—Italia es increíble. Te va a encantar.
—¿Pasaste por los dos? —preguntó Ezra. Le lanzó a Noel una exasperada mirada.
Aria hincó sus uñas rosa vivo en la hebra de la madera de su escritorio.
Noel se volvió de nuevo hacia ella. —¿Tenían ajenjo? —susurró.
Asintió con la cabeza, asombrada de que Noel hubiera oído hablar siquiera del
ajenjo.
—Sr. Kahn —Ezra interrumpió severamente. Un poco demasiado duramente. — Eso es suficiente.
¿Eran celos esto que detectaba?
—Maldición —Hanna se giró. —¿Que subió hasta su culo?
Aria reprimió una risilla. Parecía que le gustaba que cierto estudiante estuviera
haciendo que cierto profesor estuviera un poco nervioso.
Ezra llamó a Devon Arliss como la siguiente y ésta empezó su discurso. Mientras Ezra se volvía de lado y ponía un dedo en su barbilla, escuchando, Aria palpitó. Lo quería tan malamente que hacía que todo su cuerpo zumbara.
No, espera. Eso sólo era su móvil, que se encontraba en su bolso verde lima de gran tamaño junto a su pie.
La cosa seguía zumbando. Aria lentamente se agachó y lo sacó. Un nuevo mensaje de texto:
Aria,
Tal vez se relaciona promiscuamente con los estudiantes todo el tiempo. Muchos profesores
lo hacen... ¡Sólo pregúntale a tu papá! –A
Aria rápidamente contestó bruscamente a su móvil cerrado. Pero entonces lo abrió y leyó el mensaje de nuevo. Y otra vez. Mientras lo hacía, el vello de sus brazos se erizaba.
Nadie en la habitación tenía su teléfono afuera –ni Hanna, ni Noel, nadie. Y nadie  la estaba mirando, tampoco. Incluso levantó la mirada al techo y fuera de la puerta de la clase, pero nadie parecía fuera de lugar. Todo estaba tranquilo y quieto.
—Esto no puede estar pasando —murmuró Aria.
La única persona que sabía lo del papá de Aria era... Alison. Y había jurado sobre su tumba que no lo diría ni a un alma. ¿Estaba de vuelta?
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Nota de la traductora
*Forma de coqueteo en la que la gente utiliza sus pies para frotar los pies del otro.
*Es un dulce de origen francés ligero de huevo, levadura, leche, mantequilla y azúcar.

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