miércoles, 21 de diciembre de 2011

Club de Lectura (1x18)

Estamos otra vez para darte la cuota diaria de PLL, esta ve les traemos el capítulo 18.
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Capítulo 18: ¿Dónde está nuestra vieja Emily y qué has hecho con ella?

Vas a ir a la fiesta de Kahn más tarde? —preguntó Carolyn, dirigiendo el coche dentro del camino de entrada de los Fields.
Emily se peinó su cabello todavía húmedo. —No lo sé. —Hoy en la práctica, ella y Ben no se habían dicho dos palabras el uno al otro, entonces no estaba exactamente segura de ir con él. —¿Tú vas?
—No lo sé. Topher y yo tal vez vayamos a Applebee’s en cambio.
Desde luego Carolyn tendría un momento difícil decidiendo entre una fiesta de
viernes por la noche y Applebee’s. Cerraron las puertas del Volvo y caminaron por el sendero de piedra al estilo colonial de hace treinta años de la casa de los Fields.
No era ni de cerca tan grande o llamativa como la mayoría de las casas en Rosewood. Los guijarros pintados de azul se estaban descascarando un poco y
algunas de las piedras en el camino delantero habían desaparecido. Los muebles de la terraza lucían del tipo anticuados. Su madre las saludó en la puerta delantera, sosteniendo el teléfono inalámbrico.
—Emily, tengo que hablar contigo.
Emily echó un vistazo hacia Carolyn, quien bajó su cabeza y corrió hacia arriba.
Uh-oh. —¿Qué pasa?
Su mamá pasó sus manos sobre sus pantalones grises de tela. —Estaba al teléfono con la entrenadora Lauren. Ella dice que tu cabeza parece estar en alguna otra parte, no concentrada en nadar. Y… faltaste a la práctica del miércoles.
Emily tragó con fuerza. —Estaba enseñándoles español a algunos niños.
—Eso fue lo que Carolyn me dijo. Entonces llamé a la Sra. Hernández. —Emily
bajó la vista hacia sus Vans verdes. La Sra. Hernández era la profesora de español encargada de las tutorías.
—No me mientas, Emily. —La Sra. Fields frunció el ceño. —¿Dónde estuviste?
Emily caminó hacia la cocina y se dejó caer en una silla. Su mamá era una persona racional. Ellas podrían hablar de esto. Jugó con el aro plateado de la parte de arriba de su oreja. Años atrás, Ali le había pedido a Emily que fuera al Palacio de los Piercing con ella cuando ella consiguió perforarse el ombligo, y terminaron haciéndose piercings que combinaban en la parte de arriba de sus orejas, también.
Emily todavía usaba el mismo pequeño aro plateado. Después de todo, Ali le
compró a Emily un par de orejeras con estampado de leopardo para ocultar la
evidencia. Emily todavía usaba esas orejeras en los días más fríos del invierno.
—Mira —dijo finalmente. —Sólo estaba andando por ahí con esta chica nueva,
Maya. Ella es realmente agradable. Somos amigas.
Su mama parecía confundida. —¿Por qué no hicieron simplemente algo después de la práctica, o el sábado?
—No sé por qué esto es un gran problema —dijo Emily. —Falté un día. Nadaré el doble este fin de semana, lo prometo.
Su mamá apretó sus labios en un fina línea recta y se sentó. —Pero Emily…
simplemente no lo entiendo. Cuando te inscribiste en natación este año, hiciste un compromiso. No puedes escaparte con tus amigos si se supone que tienes que estar nadando.
Emily la detuvo. —¿Inscribirme en natación? ¿Como si tuviera elección?
—¿Qué está pasando contigo? Estás usando un extraño tono de voz; estás
mintiendo sobre dónde has estado. —Su madre sacudió la cabeza. —¿Qué hay de esa mentira? Nunca me habías mentido antes.
—Mamá… —Emily se detuvo, sintiéndose muy cansada. Quería señalar
muchísimo ese sí, había mentido. Aún cuando había sido la chica buena de sus
compañeros de séptimo grado, había hecho todo tipo de cosas de la cuales su
mamá nunca se había enterado.
Justo después de que Ali desapareciera, Emily estaba preocupada de que la
desaparición de Ali fuera de alguna forma… cósmicamente… su culpa –como
castigo tal vez, por cómo había desobedecido a sus padres en secreto. Por hacerse ese piercing. Por la Cosa de Jenna. Desde entonces, había intentado ser perfecta, hacer todo lo que sus padres le pedían, tratando de hacerse a sí misma una hija modelo, de adentro hacia afuera.
—Sólo me gustaría saber qué está pasando contigo —dijo su madre.
Emily puso sus manos sobre el individual, recordando cómo se había convertido en esta versión de sí misma que no era realmente ella. Ali no se había ido porque Emily había desobedecido a sus padres –se dio cuenta de eso ahora. Y del mismo modo que ella no se podía imaginar sentándose en el sarnoso sofá de Ben, sintiendo su viscosa lengua sobre su cuello, tampoco se podía ver a sí misma pasando los dos próximos años de secundaria –y luego los siguientes cuatro años de universidad – en un piscina por horas cada día. ¿Por qué Emily no podía ser
sólo… Emily? ¿Su tiempo no podría ser mejor usado para estudiar o –Dios nos
libre- teniendo un poco de diversión?
—Si quieres saber qué está pasando conmigo —comenzó Emily, empujándose el cabello fuera de su cara. Inhaló profundamente. —No creo que quiera nadar más.
El ojo derecho de la Sra. Fields tembló. Sus labios se separaron ligeramente.
Entonces se dio la vuelta para quedar cara a cara con el refrigerador, mirando
fijamente todos los imanes de pollo sobre el. No habló, pero sus hombros se
sacudieron. Finalmente, se dio la vuelta. Sus ojos estaban ligeramente rojos, y su cara parecía caída, como si hubiera envejecido diez años en solo unos minutos.
 —Voy a llamar a tu padre. Él te hará entrar en razón.
—Ya he decidido. —Cuando dijo eso, se dio cuenta de que lo había hecho.
—No, no lo has hecho. No sabes lo que es mejor para ti.
—¡Mamá! —Emily repentinamente sintió lágrimas llenando sus ojos. Era espantoso y triste tener a su mamá enfadada con ella. Pero ahora que había tomado una decisión, sentía como si finalmente se hubiera permitido sacar un gran abrigo de ganso en medio de una ola de calor.
La boca de su madre tembló. —¿Esto es por esa nueva amiga tuya?
Emily se encogió y se enjugó la nariz. —¿Qué? ¿Quién?
La Sra. Fields suspiró. —Esa chica que se mudó a la casa de los DiLaurentis. Por la que te saltaste la práctica para pasar tiempo con ella, ¿cierto? ¿Qué estuvieron haciendo?
—Nosotras… sólo fuimos al sendero —susurró Emily. —Y hablamos.
Su madre bajó la vista. —No tengo una buena sensación sobre chicas… así.
Espera. ¿Qué? Emily miró fijamente a su madre. Ella… ¿sabía? ¿Pero cómo? Su madre ni siquiera había conocido a Maya. A menos que pudiera mirarla y
simplemente ¿saber?
—Pero Maya es realmente agradable —se las arregló Emily para decir. —Olvidé decirte, pero dijo que tus brownies eran geniales. Dijo que gracias.
Su madre frunció los labios. —Fui para allá. Trataba de ser amable. Pero esto… esto es demasiado. Ella no es una buena influencia para ti.
—Yo no…
—Por favor, Emily —la interrumpió su madre.
Las palabras de Emily se atascaron en su garganta.
Su mamá suspiró. —Hay demasiadas diferencias culturales con… ella… y
simplemente no entiendo qué tienen tú y Maya en común, de todos modos. Y…
¿Quién sabe sobre su familia? ¿Quién sabe en qué pueden estar metidos?
—Espera. ¿Qué? —Emily miró fijamente a su madre. ¿La familia de Maya? Por lo que Emily sabía, el padre de Maya era un ingeniero civil y su mamá trabajaba de enfermera. Su hermano estaba en último año en Rosewood y era un prodigio del tenis; estaban construyendo una cancha de tenis para él en el patio trasero. ¿Qué tenía que ver su familia con nada?
—Simplemente no confío en esas personas —dijo su madre. —Sé que suena
realmente de mente cerrada, pero no lo soy.
La mente de Emily se detuvo en seco. Su familia. Diferencias culturales. ¿Esas
personas? Revisó todo lo que su madre acababa de decir. Oh. Mi. Dios.
La Sra. Fields no estaba molesta porque pensaba que Maya era gay. Estaba molesta porque Maya –y el resto de su familia- eran negros.

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