Nuevamente te dejamos un capítulo del libro Flawless, el capítulo 13.
Si te perdiste el capítulo anterior, lo podés leer aquí.
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Capítulo 13: Cierto profesor de inglés es un narrador poco fiable.
El jueves, Aria dudaba en la puerta del aula de Inglés AP cuando Spencer pasó por allí.
—Hola —Aria agarró su brazo—. ¿Has recibido alguna…?
Los ojos de Spencer revolotearon, como los de una especie de grandes lagartos que había visto en una exhibición en el Zoológico de Paris.
—Uhm, no —dijo ella—. Pero realmente estoy atrasada, así que…—y corrió por el pasillo.
Aria mordió fuertemente su labio. Bueno.
Alguien puso una mano en su hombro. Dejó escapar un alarido, y tiró su botella de agua, que golpeó contra el piso y empezó a rodar.
—Whoa. Sólo estaba tratando de pasar.
Ezra se encontraba detrás de ella. Había estado ausente en la escuela el martes y el miércoles, y Aria se había preguntado si se había dado por vencido.
—Lo siento —murmuró, con sus mejillas teñidas de rojo.
Ezra tenía el mismo jersey de pana arrugado que había usado la semana pasada, una chaqueta informal con un pequeño agujero en el codo, y zapatos Merrill. De cerca, olía ligeramente como “vela de hombre” aromatizada Seda France, lang-y lang, y esencia de azafrán. Aria recordó la chimenea de su salón. Había visitado su apartamento hace solo seis días, pero sentía como si hubieran pasado dos vidas desde entonces.
Entró de puntillas en el salón de clases detrás de él.
—Entonces, ¿estabas enfermo? —preguntó ella.
—Si —respondió Ezra—. Tenía la gripe.
—Lamento escuchar eso —se preguntó si se iba a contagiar de gripe también.
Ezra miró el vacío salón de clases, y caminó más cerca de ella.
—Entonces. Escucha. ¿Qué tal un nuevo comienzo? —su rostro estaba serio.
—Uhm, bueno —dijo Aria con voz ronca.
—Tenemos que pasar un año aquí —agregó Ezra—. Por lo que, ¿vamos a olvidar lo que pasó?
Aria tragó. Sabía que su relación estaba mal, pero todavía tenía sentimientos por Ezra. Le había desnudado su alma, y eso no podía hacerlo con cualquiera.
Con él fue diferente.
—Por supuesto —dijo ella, aunque no lo creía por completo. Ellos tenían una gran…conexión.
Ezra asintió levemente. Entonces, muy lentamente, estiró su mano y la puso en la nuca de Aria. Cosquilleos corrieron por su columna. Retuvo el aliento hasta que él bajó su mano y se alejó.
Aria se sentó en su escritorio, con su mente agitada. ¿Eso fue una especie de señal? Él dijo que lo olvidasen, pero no se sintió de esa manera.
Antes de decidir si debía decirle algo a Ezra, Noel Kahn se deslizó en el asiento de al lado, y la pinchó con su lápiz Montblanc.
—Así que, escuché que estás engañándome, Finland.
—¿Qué? —se sentó, alerta. Su mano se movió a su cuello.
—Sean Ackard estaba preguntando por ti. Aunque sabes que él está con Hanna, ¿verdad?
Aria golpeó la parte trasera de sus dientes con la lengua.
—¿Sean…Ackard?
—Ya no está con Hanna —interrumpió James Freed, deslizándose en su asiento frente a Noel—. Mona me dijo que Hanna lo dejó.
—Entonces, ¿te gusta Sean? —dijo Noel apartándose el pelo negro ondulado de los ojos.
—No —dijo Aria automáticamente. Aunque recordaba continuamente la conversación que había tenido con Sean en su coche el martes. Se había sentido bien al hablar con alguien acerca de sus asuntos.
—Bueno —dijo Noel, con una mano acariciando su frente—. Estaba preocupado.
Aria puso los ojos en blanco.
Hanna entró en el salón justo cuando la campana sonó, poniendo su enorme bolso de Prada sobre su escritorio, y hundiéndose dramáticamente en la silla. Le dio a Aria una sonrisa forzada.
—Hola —Aria se sintió un poco tímida. En la escuela, Hanna parecía extremadamente cerrada.
—Hola, Hanna, ¿ya no estás con Sean Ackard? —preguntó Noel ruidosamente.
Hanna lo miró. Su párpado temblaba.
—No funcionaba entre nosotros. ¿Por qué?
—Por nada —interrumpió Aria de manera rápida. Aunque se preguntaba por qué Hanna había roto con él. Eran dos arvejas en una vaina típica de Rosewood.
Ezra aplaudió.
—Está bien —dijo él—. Además de los libros que estamos leyendo en clase, quiero hacer un proyecto paralelo extra sobre narradores no fiables.
Devon Arliss levantó la mano.
—¿Qué significa eso?
Ezra cruzó a grandes zancadas el cuarto.
—Bueno, el narrador nos cuenta la historia en un libro, ¿verdad? ¿Pero y si…el narrador no nos está diciendo la verdad? Quizás nos está contando la versión torcida de la historia para
ponernos de su lado. O para asustarte. ¡O tal vez está loco!
Aria se estremeció. Eso la hizo pensar en “A”.
—Voy a asignar a cada uno de ustedes un libro —dijo Ezra—. En un ensayo de diez páginas, van a hacer el caso a favor y en contra de su narrador, siendo poco fiables.
La clase se quejó. Aria descansó su cabeza en su palma. ¿Tal vez “A” no era totalmente fiable? Tal vez “A” no sabía nada realmente, pero estaba tratando de convencerlas de lo contrario. ¿Quién era “A”, de todos modos? Miró alrededor del cuarto, a Amber Billings, empujando su dedo a través del pequeño orficio de sus medias; a Mason Byers, secretamente comprobando las puntuaciones de los Pilléis en su teléfono, usando su cuaderno como un escudo; y a Hanna, escribiendo lo que Ezra estaba diciendo con su pluma de tinta púrpura. ¿Podía alguno de estos ser “A”? ¿Quién podía saber lo de Ezra, lo de sus padres…y sobre el asunto de Jenna?
Un jardinero pasó rápido con una cortadora de césped John Deere fuera de la ventana, y Aria saltó. Ezra todavía estaba hablando de los narradores mentirosos, sólo deteniéndose para dar un sorbo a su taza. Le disparó una pequeña sonrisa, y su corazón comenzó a vibrar.
James Freed se inclinó, pinchó a Hanna, y señaló a Ezra.
—Sabes, escuché que Fitz es un completo imbécil —susurró, lo bastante alto para que Aria, y el resto de su fila, lo escuchara.
Hanna miró a Ezra y arrugó su nariz.
—¿Él?
—Aparentemente, tiene una novia en New York, pero él está con una chica diferente de Hollis cada semana —siguió James.
Aria se enderezó. ¿Novia?
—¿Dónde oíste eso? —preguntó Noel a James.
James sonrió.
—¿Conoces a la Sra. Polanski? ¿La profesora estudiantil de bio? Ella me lo dijo. Sale con nosotros a la esquina a fumar a veces.
Noel chocó los cinco con James.
—Amigo, la Sra. Polanski está re buena.
—En serio —respondió James—.¿Crees que podría llevarla a Foxy?
Aria sintió como si alguien la hubiera arrojado a una hoguera. ¿Una novia? El viernes por la noche, él le había dicho que no salía con nadie desde hace mucho tiempo. Recordó su comida de soltero congelada para una persona, sus ocho mil libros más un vaso de bebida, y sus alicaídas y sin vida plantas trepadoras.
No parecía como si tuviera una novia.
James podía tener información equivocada, pero lo dudaba. Aria se traspasó de ira. Hace años, podría haber pensado que solo los chicos de Rosewood eran jugadores, pero había aprendido mucho sobre los chicos de Islandia. A veces, los chicos más modestos eran los más superficiales. Ninguna chica miraría a Ezra, al sensible, dulce, y cuidadoso Ezra, y desconfiaría de él. Le recordaba a alguien. A su padre.
Repentinamente se sintió enferma. Se levantó, agarró el pase de la clavija, y se dirigió a la puerta.
—¿Aria? —llamó Ezra, sonando preocupado.
No se detuvo. En el baño de chicas, se apresuró a la pileta, desparramó jabón rosado en sus manos, y se limpió la zona del cuello que había tocado Ezra.
Estaba volviendo al salón cuando su teléfono empezó a sonar. Lo sacó de su bolso, y presionó leer.
¡Traviesa, traviesa Aria! Deberías saberlo mejor al ir tras un profesor, de todos modos.
Chicas como tú rompen familias perfectamente felices.
—A
Aria se congeló. Estaba en el centro del pasillo vacío. Cuando sintió un ruido, se dio la vuelta. Estaba frente a la vitrina de cristal de los trofeos, la que había sido transformada en un templo a Alison DiLaurentis. Dentro había varias fotografías de las clases del Día de Rosewood, los profesores siempre tomaban toneladas de fotos durante el año, y la escuela normalmente se las presentaba a los padres cuando sus hijos se graduaban. Estaba Ali como una niña de jardín de infantes sin dientes; estaba vestida como una peregrina para su obra de cuarto grado.
Había incluso algunos de sus trabajos escolares, como un diorama bajo el mar de tercer grado, y una ilustración del sistema circulatorio de quinto.
Un cuadrado de color rosa apasionado atrapó el ojo de Aria. Alguien había pegado una nota adhesiva en el monumento de vidrio.
Los ojos de Aria se agrandaron.
P.D. Preguntándote quién soy, ¿no? Estoy más cerca de lo que crees.
—A
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