Te dejamos un capítulo nuevo, el número 18 del libro Flawless.
Si te perdiste el capítulo anterior, lo podés leer aquí.
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Capítulo 18: Rodéate a ti misma con normalidad y tal vez tú también serás normal.
Eres tan afortunada de haber conseguido entrar a Foxy gratis—la hermana mayor de Emily, Carolyn, dijo—. Realmente deberías tomar ventaja de eso.
Era viernes por la mañana, y Emily y Carolyn estaban afuera en la carretera, esperando a que su mamá las llevara a la práctica de natación de la mañana temprana.
Emily se giró hacia su hermana, corriendo su mano a través de su cabello. Como capitana, ella consiguió tickets gratis para Foxy, pero parecía raro festejar tan pronto después del funeral de Ali.
—No es como si fuera a ir. No tengo nadie con quien ir. Ben y yo ya no estamos juntos, entonces…
—Ve con un amigo —Carolyn esparció ChapStick sobre sus delgados y naturalmente rosados labios—. Thoper y yo amaríamos ir, pero tendría que gastar todo mi dinero de niñera en un solo ticket. Así que en vez de eso tendremos noche de películas en su casa.
Emily miró a su hermana. Carolyn era una Senior y se veía justo como Emily, con cabello rubio rojizo dañado por el cloro, pecas a través de sus mejillas, pestañas pálidas, y fuerte, compacto cuerpo de nadadora.
Cuando Emily fue elegida capitana, se preocupó de que Carolyn estuviera celosa, ella era mayor. Pero Carolyn parecía completamente bien con todo el asunto. Secretamente, Emily habría amado verla enloquecer por algo. Sólo una vez.
—¡Oh hey! —Carolyn se animó—. ¡Vi una foto graciosa tuya ayer!
El campo de visión de Emily se redujo.
—¿Foto? —repitió con voz ronca. Pensó en la foto de la cabina que “A” le había mandado ayer. “A” la había esparcido.
Estaba empezando.
—Sí, ¿Es del encuentro en Tate ayer? —Carolyn le recordó—. Te ves… no lo sé. Atrapada. Tienes esta expresión graciosa en tu rostro.
Emily parpadeó. La foto que Scott tomó. Con Toby. Sus músculos se relajaron.
—Oh —dijo ella.
—¿Emily?
Emily levantó la vista y emitió un pequeño, inaudible jadeo. Maya estaba parada unos pocos metros lejos de ella en la calle, balanceando su bicicleta de montaña azul Trek. Su rizado cabello marrón-castaño estaba recogido fuera de su rostro, y había enrollado las mangas de su chaqueta denim blanca. Había oscuros círculos debajo de sus ojos. Parecía raro, verla a tan temprana hora de la mañana.
—Hey —Emily chirrió—. Uhm, ¿Qué hay?
—Este fue el único lugar en el que pensé que en realidad podía alcanzarte — Maya señaló la casa de Emily—. No me has dicho ni una palabra desde, como, el lunes.
Emily miró sobre su hombro a Carolyn, quien ahora estaba buscando algo a través del bolsillo frontal de su mochila morada North Face. Ella pensó de nuevo en la nota de “A”. ¿Cómo “A” podría haber conseguido esas fotos? ¿No las tenía Maya… o ahí habían estado otros?
—Lo siento —le dijo Emily a Maya. Ella no sabía qué hacer con sus manos, así que las colocó en la parte de arriba de su buzón de correo, el cual era una versión miniaturizada de su casa—. He estado algo ocupada.
—Sip, seguro luces de ese modo.
La amargura en la voz de Maya hizo que el cabello en la parte de atrás del cuello de Emily se levantara.
—¿A q-qué te refieres? —Emily chasqueó.
Pero Maya apenas la miró en blanco y triste.
—Yo… yo sólo me refería a que no me has devuelto las llamadas.
Emily empujó las cuerdas de su sudadera roja.
—Vamos por aquí —murmuró, caminando hasta el borde su propiedad, debajo de un árbol sauce llorón. Todo lo que quería era algo de simple privacidad, para que Carolyn no la escuchara, pero desafortunadamente, era algo sexy debajo de las ramas espesas y ocultas del árbol. La luz era de un verde muy pálido, y la piel de Maya lucía tan… húmeda. Lucía como un hada del bosque.
—En realidad tengo una pregunta para ti —Emily susurró, intentando bloquear todos los pensamientos de sexy-hada-del-bosque—. ¿Sabes esas fotos de nosotras, de la cabina de fotos?
—Uh-huh —Maya estaba inclinada tan cerca, que Emily casi podía sentir las puntas de su cabello rozar sus mejillas. Se sentía, repentinamente, como si tuviera un billón de nuevas terminaciones nerviosas, y todas estuvieran estremeciéndose.
—¿Alguien las ha visto? —susurró Emily.
Le tomó a Maya un minuto responder.
—No…
—¿Estás segura?
Maya ladeó su cabeza, como un pájaro, y sonrió.
—Pero las mostraré por ahí, si quieres… —cuando vio a Emily encogerse, el brillo burlón en sus ojos se atenuó—. Espera. ¿Es por esto que me estás evitando? ¿Pensaste que en realidad si las mostré por ahí?
—No lo sé —Emily murmuró, corriendo su pie a través de una de las grandes raíces expuestas del sauce. Su corazón estaba latiendo tan rápido, que ella estaba bastante segura de que estaba marcando alguna especie de nuevo récord mundial.
Maya se acercó y tomó la barbilla de Emily con su mano, inclinándola para que
así Emily la mirara.
—Yo no haría eso. Quiero guardarlas para mí misma.
Emily alejó su barbilla. Esto no podía pasar en su patio frontal.
—Hay algo más que deberías saber. Yo… yo conocí a alguien.
Maya inclinó su cabeza.
—¿Qué clase de alguien?
—Su nombre es Toby. Él es realmente genial. Y… y creo que me gusta.
Maya parpadeó con incredulidad, como si Emily le hubiera dicho que se enamoró de una cabra.
—Y creo que le preguntare para ir a Foxy —continuó Emily.
La idea se le acababa de ocurrir a Emily, pero se sentía bien. Le gustaba que Toby no fuera perfecto y no se molestara en intentarlo. Y si lo intentaba con mucho esfuerzo, casi podía olvidar la complicación de que era el hermanastro de Jenna. Y si llevaba a un chico a Foxy, negaría esas fotos de la fiesta de Noel y le probaría a todos que no era gay. Er, ¿Verdad?
Maya chasqueó su lengua.
—¿Pero Foxy no es mañana? ¿Qué pasa si tiene planes?
Emily se encogió de hombros. Estaba bastante segura de que Toby no los tenía.
—Y de todos modos —Maya continuó—. Pensé que habías dicho que Foxy era muy caro.
—Yo fui, uhm, nombrada capitana del equipo de natación. Así que puedo ir gratis.
—Wow —dijo Maya, después de una pausa. Era como si Emily pudiera oler la decepción de Maya, como si fuera una feromona. Maya había sido la persona que había convencido a Emily de abandonar la natación—. Bueno, felicitaciones, supongo.
Emily se quedó mirando sus Vans borgoña.
—Gracias —dijo, incluso aunque
Maya claramente no lo había dicho de buena manera. Ella podía sentir a Maya esperando a que levantara la vista y dijera, Tonta. Sólo estoy bromeando. Emily sintió una oleada de irritación. ¿Por qué Maya tenía que hacer esto tan difícil? ¿Por qué no podían ser sólo amigas normales?
Maya olfateó ruidosamente, luego se empujó a través de las ramas de los arboles, de vuelta al patio de Emily. Emily la siguió, sólo para darse cuenta de que su madre estaba en la puerta frontal. El muy corto cabello de la Sra. Fields estaba rígido y soplado, y ella tenía en su rostro una mirada de “No te metas conmigo, estoy apurada”.
Cuando notó a Maya, palideció.
—Emily, es tiempo de irse —ladró.
—Seguro —Emily gorjeó. Ella no quería que su madre viera esto. Se giró de nuevo a Maya, quien ahora estaba parada al lado de su bicicleta en la curva.
Maya la estaba mirando.
—No puedes cambiar quien eres, Emily —dijo en voz alta—. Espero que lo sepas.
Emily sintió a su madre y a Carolyn mirándola.
—No sé de lo que estás hablando —dijo igual de ruidosamente.
—Emily, vas a llegar tarde —advirtió la Sra. Fields.
Maya le dio a Emily una mirada de despedida, luego pedaleó furiosamente hacia la calle de abajo. Emily tragó con fuerza. Se sentía tan ambivalente. En una mano, estaba molesta con Maya por confrontarla, aquí, en su patio, en frente de Carolyn y su madre. En la otra, tenía los mismos sentimientos que tuvo cuando tenía siete años de edad y accidentalmente había liberado los globos con forma de Mickey Mouse que le rogó a sus padres que le compraran en Disney World. Los observó volar en el cielo hasta que ya no eran visibles.
Pensó en eso por el resto del viaje hasta que su madre dijo, ¡Sólo es un globo, dulzura! ¡Y es tu culpa haberlos liberado!
Ella caminó penosamente de vuelta al Volvo y le dio a Carolyn el asiento de enfrente sin pelear. Mientras salían a la carretera, Emily miró a Maya, ahora un pequeño punto a la distancia, luego tomó un profundo aliento y puso sus manos en la parte de atrás del asiento de su madre.
—Adivina qué, Mamá. Voy a preguntarle a un chico si quiere ir conmigo a la cosa de caridad mañana.
—¿Qué cosa de caridad? —murmuró la Sra. Fields, en una voz que decía, “No estoy feliz contigo ahora”.
—Foxy —anunció Carolyn, cambiando la radio—. La cosa anual que las noticias cubren. Es tan grande, que algunas chicas se hacen cirugía plástica para ir.
La Sra. Fields frunció sus labios.
—No estoy segura de que quiero que vayas a eso.
—Pero puedo ir gratis. Porque soy capitana.
—Tienes que dejarla ir, Mamá —urgió Carolyn—. Es taaaan glamoroso.
La Sra. Fields miró a Emily por el espejo retrovisor.
—¿Quién es el chico?
—Bueno, su nombre es Toby. Solía ir a nuestra escuela, pero ahora va a Tate —explicó Emily, dejando afuera donde había estado Toby por los últimos tres años, y porqué. Afortunadamente, su madre no recordaba cada detalle acerca de todos los chicos de Rosewood de la edad de Emily, como algunas madres lo hacían. Carolyn no parecía recordar el nombre tampoco, Carolyn nunca recordaba los escándalos, ni siquiera los jugosos de Hollywood.
—Es realmente dulce, y es un nadador realmente bueno. Mucho más rápido que Ben.
—Ese Ben era bueno —murmuró la Sra. Fields.
Emily apretó sus dientes.
—Sí, pero Toby es mucho, mucho mejor —ella también quería añadir, Y no te preocupes, es blanco, pero no tenía las agallas.
Carolyn se volteó en su asiento.
—¿Es el chico en esa foto tuya que vi?
—Sí —Emily dijo silenciosamente.
Carolyn se volteó hacia su madre.
—Él es bueno. Venció a Topher en los 200 libres.
La Sra. Fields le dio a Emily una pequeña sonrisa.
—Se supone que estás castigada, pero después de todas las circunstancias de esta semana, supongo que puedes ir. Pero nada de cirugía plástica.
Emily frunció el seño. Era justo este tipo de cosas ridículas y exageradas de las que su madre se preocuparía. El año pasado la Sra. Fields vio un programa de 20/20 acerca del cristal meth y de cómo estaba en todos lados, incluso en las escuelas privadas, y ella prohibió el Sudafed en la casa, como si Emily y Carolyn fueran a empezar a hacer un mini laboratorio de anfetaminas en su dormitorio. Ella dejó salir una media-risa.
—No voy a…
Pero la Sra. Fields empezó a reírse y atrapó los ojos de Emily en el espejo.
—Sólo estoy bromeando —asintió hacia la figura en retroceso de Maya, ahora en el final contrario de su calle, y añadió—. Es bueno ver que estás haciendo nuevas amigas.
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