viernes, 9 de septiembre de 2011

Club de Lectura (1x00)

Para darle comienzo a esta nueva seccion comenzaremos con la lectura del prólogo del primer libro de la saga titulado "Pretty Little Liars".
Si queres saber toda la info sobre este libro en nuestro país entra aquí.
Para comenzar a leer da click en Más información.


Prólogo: Cómo Empezó Todo

Imagínate que estamos un par de años atrás, el verano entre séptimo y octavo
grado. Tu estas broceada de tanto estar recostada junto a tu piscina rodeada de
piedras, tienes tu nuevo conjunto Juicy* (¿recuerdas cuando todo el mundo
llevaba esos?), y tu mente estaba con tu enamorado, el chico que va a la secundaria
en otra escuela cuyo nombre no mencionamos y usa arrugados pantalones
Abercrombie en el centro comercial. Tú estás comiendo tus Cocoa Krispies, así
como te gustan - bañados en leche descremada - y ves a la cara de esta chica en el
lado del cartón de leche. PERDIDA. Ella es linda - probablemente más linda que tú
- y tiene un aspecto agresivo en sus ojos. Piensas, - Hmm, tal vez a ella le gustan sus
Cocoa Krispies empapados también. Y apuesto a que ella piensa que el chico
Abercrombie es caliente también. Te preguntas cómo alguien tan…así, tan
parecido a ti desapareció. Tú pensabas que sólo las niñas que entraban en
concursos de belleza terminaban en los lados de los cartones de leche.
Bueno, piénsalo de nuevo.
Aria Montgomery enterró su cara en el césped de su mejor amiga Alison
DiLaurentis. —Delicioso, —murmuró.
—¿Estas oliendo la hierba? —Emily Fields llamó desde detrás de ella, empujando
la puerta del carro Volvo de su mamá, cerrándola con el brazo largo y pecoso.
—Huele bien. —Aria apartó el pelo de color rosa a rayas y aspiró el aire caliente
del final de la tarde. —Al igual que el verano.
Emily se despidió diciendo adiós a su mamá y se detuvo a subir el jeans azul que
colgaba de sus delgadas caderas. Emily había sido una nadadora competitiva,
desde la liga Ranilla*, e incluso a pesar que ella se veía genial en un Speedo, nunca llevaba nada ajustado o remotamente lindo como el resto de las niñas de su clase
de séptimo grado. Eso era porque los padres de Emily insistían en que un carácter
bien construido se lograba de dentro hacia fuera. (Aunque Emily estaba bastante
segura de que ser obligada a ocultar sus pequeñas camisetas de “Las chicas
irlandesas lo hacen mejor” en la parte de atrás de su cajón de ropa interior no era
exactamente ganancia de carácter).
—¡Ustedes! —Alison hizo una pirueta a través del patio delantero. Su pelo aún en
una cola de caballo desordenada, y ella seguía vistiendo su falda de hockey
enrollada hacia arriba del equipo de Hockey después de la fiesta de fin-de-año-esa
tarde. Alison era la única de séptimo grado que había conseguido entrar al equipo
de JV* y llegaba a casa con los aventones que le daban las chicas mayores de la
escuela de niñas Rosewood Day, que criticaban a Jay-Z por cherokees* y quienes
rociaban a Alison con perfume antes de bajarse en el frente para que no oliera a los
cigarrillos que todas habían estado fumando.
—¿De qué me estoy perdiendo? —llamo Spencer Hastings, deslizándose a través
de una brecha en el cerco de Ali para unirse a las demás. Spencer vivía al lado.
Pasó su larga cola de caballo, lisa y rubio-oscura por encima del hombro y tomó un
trago de su botella morada Nalgene. Spencer no había logrado entrar al JV con Ali
en el otoño, y tuvo que jugar en el equipo de séptimo grado. Ella había estado
metida en el hockey de campo por un año para perfeccionar su juego, y las chicas
sabían que había estado practicando bateos en el patio trasero antes de que llegara.
Spencer odiaba cuando alguien era mejor que ella en cualquier cosa. Especialmente
Alison.
—¡Espérenme!
Ellas se volvieron para ver a Hanna Marin saliendo del Mercedes de su mamá. Ella
tropezó con su bolso de mano y agitó sus brazos regordetes salvajemente. Desde
que los padres de Hanna se habían divorciado el año pasado, ella había estado
ganando peso y usando su ropa vieja. A pesar de que Ali rodó los ojos, el resto de
las chicas pretendieron no notarlo.
Eso es lo que las mejores amigas hacen.
Alison, Aria, Spencer, Emily, y Hanna se encontraron el año pasado cuando sus
padres las ofrecieron para trabajar los sábados por la tarde en la unidad de caridad
de la escuela Rosewood Day, todas a excepción de Spencer, quien se ofreció
voluntariamente. Por si o no Alison sabía de las otras cuatro, las cuatro sabían
sobre Alison. Ella era perfecta. Bella, ingeniosa, inteligente. Popular. Los chicos
querían besar a Alison, y las Chicas - incluso las mayores- querían ser ella. Así que
la primera vez que Ali se rió de una de las bromas de Aria, preguntó a Emily algo
sobre la natación, dijo a Hanna que su camisa era adorable, o comentó que la
caligrafía de Spencer era más ordenada que la suya, no podían dejar de sentirse,
así… deslumbradas. Antes de Ali, las chicas se habían sentido como los jeans de
mamá de talle alto con pliegues, - torpes y visibles por todas las razones
equivocadas - pero entonces Ali las hizo sentir como la más perfecta adaptación de
Stella McCartney que nadie podía permitirse.
Ahora, más que un año más tarde, en el último día del séptimo grado, no eran sólo
mejores amigas, eran las chicas de Rosewood Day. Mucho había ocurrido para
hacerlo de esa manera. Cada fiesta de pijamas que tenían, cada viaje de campo,
había sido una aventura. Incluso el salón de clases había sido memorable cuando
estaban juntas. (Leer una nota caliente de la capitana del equipo varsity a su tutor
de matemáticas por el megáfono era ahora una leyenda en Rosewood Day). Pero
había otras cosas que todas querían olvidar. Y había un secreto del que no podían
incluso hablar. Ali dijo que los secretos eran los que mantenían unida su amistad
de cinco mejores amigas por la eternidad. Si es que era cierto, que iban a ser
amigas de por vida.
—Estoy tan contenta de este día ha terminado, —gimió suavemente Alison antes
empujar suavemente a Spencer de vuelta a través de la brecha en la cerca. —A tu
granero.
—Estoy tan contenta de que el séptimo grado haya terminado —dijo Aria, como
ella, Emily, y Hanna seguían a Alison y Spencer hacia el reformado granero
convertido en la casa de huéspedes donde la hermana mayor de Spencer, Melissa,
había vivido durante sus años junior y senior de alta escuela. Afortunadamente, se
había graduado recientemente y se dirigía a Praga este verano, por lo que era suyo
por la noche.
De repente se oyó una voz muy chillona. —¡Alison! ¡Hey, Alison! ¡Hey, Spencer!
Alison se dirigió a la calle. —No Voy, —susurró.
—No es, —Spencer, Emily, y Aria tardaron en llegar.
Hanna frunció el ceño. «Mierda».
Este era un juego que Ali había robado a su hermano, Jason, que estaba en el
último año en Rosewood Day. Jason y sus amigos lo jugaban en las fiestas de
después de los partidos de la escuela cuando querían conseguir chicas. Ser el
último en decir "no voy" significaba que tenias que entretener a la chica fea de la
noche, mientras tus amigos llegaban a besuquearse con sus amigas calientes - lo
que significa, en esencia, que eras tan cojo y poco atractivo como ella. En la versión
de Ali, las chicas llamadas "no es" siempre era alguna fea, no cool, o una
desafortunada cerca de ellas.
Esta vez, "no es" fue para Mona Vanderwaal - una idiota de abajo de la calle cuyo
pasatiempo favorito era tratar de hacerse amiga de Spencer y Alison - y sus dos
amigas freakys, Chassey Bledsoe y Phi Templeton. Chassey era la chica que
hackeaba el sistema informático de la escuela y luego le decía al director cómo
mejorar su seguridad, y Phi Templeton iba a todas partes con un yo-yo - no digo
más. Las tres miraron a las chicas desde el centro del tranquilo, suburbio por la
carretera. Mona estaba sobre su patineta Razor, Chassey sobre una bicicleta de
montaña negra, y Phi a pie con su yo-yo, por supuesto.
—¿Quieren venir a ver Factor Miedo? —Mona llamó.
—Lo siento —Alison sonrió tontamente. —Estamos muy ocupadas.
Chassey frunció el ceño. —¿No quieren ver cuando se comen los insectos?
—¡Qué asco! —Spencer susurró a Aria, que entonces comenzó a fingir que estaba
comiendo los piojos invisibles del cuero cabelludo de Hanna como un mono.
—Sí, me gustaría que pudiéramos. —Alison ladeó la cabeza. —Hemos estado
planeando esta pijamada por un tiempo ahora. ¿Pero tal vez la próxima vez?
Mona miró a la acera. —Sí, está bien.
—Nos vemos. —Alison se dio vuelta, poniendo los ojos, y las otras chicas hicieron
lo mismo.
Cruzaron por la puerta posterior de Spencer. A su izquierda estaba el patio vecino
de Alí, donde sus padres estaban construyendo un mirador con veinte asientos
para sus picnics prodigios al aire libre.
—Gracias a Dios los trabajadores no están aquí, —dijo Ali, mirando a una
excavadora amarilla.
Emily se puso tensa. —¿Te han estado diciendo cosas otra vez?
—Tranquila allí, asesina, —dijo Alison. Las demás se rieron.
A veces llamaban a Emily “asesina”, como el pitbull personal de Alí. A Emily solía
parecerle gracioso, también, pero últimamente no se reía con ellas.
El granero estaba justo delante. Era pequeño y acogedor y tenía una gran ventana
que daba a la laberíntica granja de Spencer, que tenía su propio molino de viento.
Aquí en Rosewood Pennsylvania, un pequeño suburbio cerca de veinte millas de
Filadelfia, tenías más probabilidades de vivir en una granja con veinticinco cuartos,
o una casa de campo con piscina con mosaicos de azulejos y bañera de
hidromasaje, como la casa de Spencer, que en una casa prefabricada McMansion.
Rosewood olía a lilas y hierba cortada en el verano y a limpia nieve y a estufas de
leña en el invierno. Estaba lleno de exuberantes, pinos altos, hectáreas de fincas
rústicas de tipo familiar, y unos simpáticos zorros y los conejitos. Tenía fabulosos
centros comerciales, polígonos de la época colonial y parques para los cumpleaños,
las graduaciones, y solo porqué quisimos- hacer-una-fiesta. Y los chicos eran
magníficos en Rosewood, brillantes, sanos, justo en la manera como salido de un
catálogo de Abercrombie. Esta era la línea principal de Filadelfia. Estaba llena de
linajes antiguos, nobles adinerados, y prácticamente antiguos escándalos.
Al llegar a la granja, las chicas escucharon risitas próximas desde el interior.
Alguien chilló —¡te dije que ya basta!
—Oh Dios, —se quejó Spencer. —¿Qué están haciendo aquí?
Cuando Spencer se asomó por la cerradura, vio a Melissa, su remilgada y
apropiada, excelente-en-todo hermana mayor, y Ian Thomas, su delicioso novio,
luchando en el sofá. Spencer dio una patada a la puerta con el tacón de su zapato,
obligándola a abrirse. El establo olía a musgo y un poco palomitas de maíz
quemadas. Melissa se volvió.
—Que co… —preguntó ella. Entonces se dio cuenta de las demás y sonrió. —Oh,
hey chicas.
Las chicas le echaron un ojo a Spencer. Constantemente se quejaba de que Melissa
era una perra súper venenosa, por lo que estaban siempre sorprendidas cuando
Melissa parecía amable y dulce.
Ian se levantó, se desperezó y sonrió a Spencer. —Oye.
—Hola, Ian, —Spencer respondió con una voz mucho más brillante. —Yo no sabía
que estabas aquí.
—Sí lo sabías. —Ian sonrió con coquetería. —Tú estabas espiándonos.
Melissa reajusto su largo cabello rubio y su cintillo de seda negra, mirando a su
hermana. —Entonces, ¿qué pasa? —preguntó ella, un poco acusadora.
—Es sólo… yo no tenía intención de espiarlos… —Farfulló Spencer. —Pero se
suponía que esta noche tendría el lugar.
Ian juguetonamente golpeó a Spencer en el brazo. —Yo estaba jugando contigo, —
bromeó.
Un parche de color rojo se deslizó hasta su cuello. Ian tenía un desordenado
cabello rubio, ojos color avellana de ensueño, y unos totalmente trabajados
músculos del estómago.
—Wow, —dijo Ali en voz demasiado alta. Todas las cabezas se volvieron a ella. —
Melissa, tú e Ian hacen la pareja del Kuh-yoo-test. Nunca te lo dije, pero siempre lo
he pensado. ¿No te parece, Spence?
Spencer parpadeó. —Um, —dijo en voz baja.
Melissa miró por un segundo a Ali, perpleja, y luego se volvió hacia Ian. —¿Puedo
hablar contigo afuera?
Ian bebió toda su Corona mientras las chicas miraban. Ellas sólo bebían super
secretamente de las botellas de los gabinetes de licor de sus padres. Dejó la botella
vacía abajo y les ofreció una sonrisa de despedida mientras seguía afuera a
Melissa.
—Adiós, señoras. —Hizo un guiño antes de cerrar la puerta detrás de él.
Alison se desempolvó las manos. —Otro problema resuelto por Ali D. ¿Vas a
darme las gracias ahora, Spence?
Spencer no respondió. Ella estaba demasiado ocupada mirando por la ventana
delantera del establo. Las luciérnagas habían empezado a encenderse en el cielo
purpúreo.
Hanna se acercó a la taza abandonada y a las palomitas de maíz, tomó un puñado
grande. —Ian es tan caliente. Él es incluso, más caliente que Sean.
Sean Ackard era uno de los más lindos chicos de su grado y el tema de las fantasías
constante de Hanna.
—¿Sabes lo que escuché? —Ali preguntó, dejándose caer sobre el sofá. —A Sean le
gusta mucho las chicas que tienen un buen apetito.
Hanna se iluminó. —¿En serio?
—No. —Alison resopló.
Hanna dejó caer lentamente el puñado de palomitas de maíz de regreso a la taza.
—Por lo tanto, Chicas, —dijo Ali. —Ya sé la cosa perfecta que podemos hacer.
—Espero que no sea desnudarnos de nuevo. —Emily se rió. Habían hecho eso un
mes antes - en un maldito frío - y aunque Hanna se había negado a desnudarse
más allá de su camiseta y sus bragas del día de la semana, el resto de ellas habían
corrido un campo de maíz cercano sin un ápice encima.
—A ti te gusto eso un poco demasiado, —murmuró Ali. La sonrisa se esfumó de
los labios de Emily. —Pero no, estaba reservando esto para el último día de
escuela. Aprendí a hipnotizar a la gente.
—¿Hipnotizar? —Spencer repitió.
—La hermana de Matt me enseñó, —respondió Ali, mirando a las fotos
enmarcadas de Melissa e Ian sobre la chimenea. Su novio de la semana, Matt, tenía
el mismo color arena en el pelo como Ian.
—¿Cómo lo haces? —Hanna preguntó.
—Lo siento, me hizo jurar el secreto, —dijo Ali, se volvió alrededor. —¿Quieren
ver si funciona?
Aria frunció el ceño, tomando asiento en una almohada lavanda en el piso. —Yo
no lo sé...
—¿Por qué no? —Los Ojos de Ali parpadeaba a un títere de cerdo relleno que se
asomaba del bolso púrpura de jersey de Aria. Aria estaba siempre llevando cosas
raras - animales de peluche, páginas arrancadas al azar de las novelas antiguas,
postales de los lugares que ella nunca había visitado.
—¿La hipnosis te hace decir cosas que no quieres decir? —preguntó Aria.
—¿Hay algo que no nos puedes decir? —Ali respondió. —Y ¿por qué sigues
trayendo ese títere de cerdo a todas partes? —Ella apuntó a la misma.
Aria se encogió de hombros y apretó el cerdo relleno de su bolso.
—Mi papá me dio a Pigtunia en Alemania. Ella me aconseja en mi vida amorosa.
—Metió la mano en el títere.
—¡Estás empujando la mano hacia su culo! —Ali chilló y Emily comenzó a reír. —
Además, ¿por qué quieres llevar por ahí algo que tu papá te dio?
—No es gracioso, —espetó Aria, azotando la cabeza para hacer frente a Emily.
Todo el mundo estuvo en silencio durante unos segundos, y las chicas se miraban
sin comprender la una a la otra. Eso venía ocurriendo mucho últimamente: Una
persona - por lo general Ali - decía algo, y alguien más se enfadada, pero todo el
mundo era demasiado tímido para decir que estaba pasando.
Spencer rompió el silencio. —Ser hipnotizado, um, eso suena algo falso.
—Tú no sabes nada al respecto, —dijo Alison rápidamente.
—Vamos. Podría hacérselo a todas de una sola vez.
Spencer recogió el borde de su falda. Emily soplaba aire a través de sus dientes.
Aria y Hanna se miraron.
Ali estaba inventando siempre cosas para intentar – el último verano, ellas
fumaron semillas de diente de león para ver si tenían alucinaciones, y el pasado
otoño habían ido a nadar a Pecks Pond, a pesar de que un cadáver fue descubierto
una vez allí, pero la cosa era, que a menudo no quería hacer las cosas que Alison
las obligaba a hacer. Todas amaban a Ali hasta la muerte, pero a veces la odiaban
también, por dar órdenes alrededor y por el hechizo que había lanzado sobre ellas.
A veces, en la presencia de Ali, no se sentías reales, exactamente. Se sentían un
poco como muñecas, con Ali organizando todos sus movimientos. Cada una
deseaba que, sólo una vez, alguna tuviera la fuerza para decirle a Ali no.
—¿Por favoooor? —Ali preguntó. —Emily, tú quieres hacerlo, ¿verdad?
—Um. . . —la voz de Emily Tembló. —Bueno…
—Lo haré yo, —Hanna saltó.
—Yo también —dijo Emily rápidamente después.
Spencer y Aria a regañadientes asintieron con la cabeza. Satisfecha, Alison apagó
todas las luces con un chasquido y encendió varias dulce velas aromáticas de
vainilla que estaban sobre la mesa de café.
Entonces ella se apartó y tarareó.
—Muy bien, todo el mundo, simplemente a relajarse, —coreó ella, y las chicas se
organizaron en un círculo sobre la alfombra. —Los latidos de su corazón se
desaceleran. Piensen en cosas tranquilas. Voy a contar de cien hasta uno, y en
cuanto yo toque a todas, estarán en mi poder.
—Espeluznante. —Emily se rió con voz trémula.
Alison comenzó.
—Cien. . . noventa y nueve. . . noventa y ocho…
Veintidós. . .
Once. . .
Cinco. . .
Cuatro. . .
Tres. . .
Le tocó la frente a Aria con la parte gordita de su pulgar. Spencer descruzó las
piernas. Aria torció su pie izquierdo.
—Dos…—Poco a poco tocando a Hanna, a continuación, Emily, y luego se trasladó
hacia Spencer. —Uno.
Los ojos de Spencer se abrieron antes de que Alison pudiera alcanzarla.
Se levantó de un salto y corrió hacia la ventana.
—¿Qué estás haciendo? —Ali dijo en voz baja. —Estás arruinando el momento.
—Está muy oscuro aquí dentro. —Spencer se acercó y abrió las cortinas.
—No —Alison bajó los hombros. —Tiene que estar oscuro. Así es como funciona.
—Vamos no lo hace. —Las cortinas estaban pegadas; Spencer gruñó sacándolas
libre.
—No. Lo hace.
Spencer puso las manos en sus caderas. —Lo Quiero más claro. Tal vez todas lo
quieren.
Alison miró a las otras. Todas ellas aún tenían los ojos cerrados.
—No siempre tiene ser en la manera que tu lo deseas, sabes.
Alison ladró una risa. —¡Ciérralas!
Spencer puso los ojos. —Dios, toma una píldora.
—¿Crees que debo tomar una píldora? —Alison demandó.
Spencer y Alison se miraron por unos pocos momentos. Ellas tenían una de esas
peleas ridículas en las que discutían por quién vio primero el nuevo vestido
Lacoste polo en Neiman Marcus o si el color miel parecía demasiado descarado,
pero en realidad era otra cosa por completo. Algo de alguna manera más grande.
Finalmente, Spencer señaló la puerta. —Vete.
—Está bien. —Alison se dirigió afuera.
—¡Bien! —Pero después de pasar unos segundos, Spencer la siguió. El aire de la
tarde azulada estaba en calma y no había ninguna luz encendida en la casa
principal de su familia. Todo estaba en silencio, también - aunque los grillos se
callaron - y Spencer podía oírse respirar. —¡Espera un segundo! —Exclamó
después de un momento, cerrando de golpe la puerta detrás de ella. —¡Alison!
Pero Alison se había ido.
Cuando escuchó el portazo, Aria abrió los ojos. —¿Ali? —llamó. —¿Chicas? —No
hubo respuesta.
Miró a su alrededor. Hanna y Emily sentadas como bultos en la alfombra, y la
puerta estaba abierta. Aria se movió hacia el porche. No había nadie allí. Se acercó
de puntillas al borde de la propiedad de Ali. Los bosques estaban en frente de ella
y todo estaba en silencio.
—¿Ali? —susurró. Nada. —¿Spencer?
En el interior, Hanna y Emily se frotaron los ojos. —Acabo de tener el más extraño,
—dijo Emily. —Quiero decir, supongo que era un sueño.
—Fue muy rápido. Alison estaba cayendo en un profundo pozo de bienestar, y ahí
estaban todas estas plantas gigantes.
—¡Ese fue mi sueño también! —Hanna dijo.
—¿Lo fue? —preguntó Emily.
Hanna asintió con la cabeza. —Bueno, más o menos. Había una gran planta igual.
Y creo que vi a Alison también. Tal vez su sombra, pero definitivamente era ella.
—Whoa, —Emily dijo en voz baja. Se miraron entre sí, sus ojos muy abiertos.
—¿Chicas? —Aria dio un paso atrás por la puerta. Estaba muy pálida.
—¿Estás bien? —preguntó Emily.
—¿Dónde está Alison? —Aria arrugó la frente. —¿Y Spencer?
—No lo sé, —dijo Hanna.
En ese momento, Spencer estalló de nuevo en la casa. Todas las chicas saltaron. —
¿Qué? —preguntó ella.
—¿Dónde está Ali? —Hanna preguntó en voz baja.
—No lo sé —susurró Spencer. —Pensé. . . No sé.
Las chicas se quedaron en silencio. Todo lo que podían oír eran las ramas de los
árboles deslizándose por las ventanas. Sonaba como si alguien estuviese raspando
sus largas uñas contra un plato.
—Creo que quiero ir a casa, —dijo Emily.
A La mañana siguiente, todavía no habían tenido noticias de Alison.
Las chicas se llamaban entre sí para hablar, una llamada de cuatro vías en esta
ocasión en lugar de cinco.
—¿Crees que ella está enojada con nosotras? —Hanna preguntó. —Ella parecía
toda extraña en la noche.
—Ella esta probablemente donde Katy, —dijo Spencer. Katy era una de las amigas
de Ali del hockey sobre césped.
—¿O tal vez con Tiffany, esa chica de campo? —Aria ofreció.
—Estoy segura de que esta en algún lugar divirtiéndose, —dijo Emily en voz baja.
Una por una, ellas recibieron llamadas de la señora DiLaurentis, preguntando si
habían oído hablar de Ali. Al principio, las chicas todas, la cubrieron.
Era la regla no escrita: Habían cubierto a Emily cuando se paso de las 23:00 su
toque de queda de fin de semana, habían endulzado la verdad para Spencer
cuando pidió prestado el abrigo de lona de Ralph Lauren de Melissa y,
accidentalmente, lo había dejado en el asiento de un tren, y así sucesivamente. Pero
cuando cada una le colgaba a La señora DiLaurentis, una sensación amarga se
sentía en el estómago.
Algo se sentía terriblemente mal.
Esa tarde, la señora DiLaurentis llamó de nuevo, esta vez en estado de pánico. Ya
por la noche, los DiLaurentis habían llamado a la policía, y a la mañana siguiente
había coches de policía y furgonetas de los noticieros acampando en el
normalmente prístino jardín delantero de los DiLaurentis. Era el sueño húmedo de
un canal de noticias local: una bonita chica rica, perdida en una de las más seguras
ciudades de clase alta en el país.
Hanna llamó a Emily, tras ver la primera noche a Ali en las Noticias. —¿Te
entrevistó la policía hoy?
—Sí—murmuró Emily.
—A mí también. Tu no les dijiste acerca…—Ella hizo una pausa.
—La cosa de Jenna, ¿verdad?
—¡No! —Emily se sobresaltó.
—¿Por qué? ¿Crees que saben algo?
—No… no podrían, —Hanna susurró después de un segundo.
—Nosotras somos las únicas que lo sabemos. Las cuatro. . . y Alison.
La policía interrogó a las chicas, con practicidad interrogaron a todo el mundo el
Rosewood, desde el instructor de gimnasia de segundo grado de Ali hasta al tipo
que le había vendido una vez Marlboros en Wawa. Era el verano antes de octavo
grado y las chicas se supone que deberían coquetear con los chicos mayores en
fiestas en la piscina, comiendo maíz en los otros los patios traseros, e ir de compras
todo el día en el centro comercial King James. En lugar que estaban llorando a
solas en sus camas con dosel o mirando sin expresión a sus paredes cubiertas de
fotos. Spencer se volvió una compulsiva con la limpieza diaria, revisando lo que su
pelea con Ali realmente trataba, y pensando cosas que sabía acerca de Ali que
ninguna de las otras sabía. Hanna pasaba muchas horas en el suelo de su
dormitorio, escondiendo bolsas de Cheetos vacíos bajo su colchón. Emily no podía
dejar de obsesionarse con una carta que había enviado a Ali antes de desaparecer,
y si alguna vez Ali la había conseguido. Aria se sentaba en su escritorio con
Pigtunia. Poco a poco, las chicas empezaron llamarse unas a otras con menos
frecuencia. El mismo pensamiento cazándolas a las cuatro, pero no tenían nada
que decirse unas a otras.
El verano se convirtió en el año escolar, que resultó en el próximo verano. Todavía
sin Ali. La policía continuó la búsqueda - pero en voz baja. Los medios de
comunicación perdieron interés, moviéndose para obsesionarse con un Homicidio
Triple en el Centro de la ciudad. Incluso los DiLaurentis se fueron de Rosewood
dos años y medio después de que Alison desapareció. En cuanto a Spencer, Aria,
Emily, y Hanna, algo cambió en ellas, también. Ahora bien, si pasaban por la
antigua calle de Ali y miraban a su casa, no entraban en el modo de lloriqueo
instantáneo. En su lugar, comenzaron a sentir algo más.
Alivio.
Claro, Alison era Alison. Ella era el paño de lágrimas, La única que deseabas
alguna vez llamando a tu enamorado para descubrir cómo se sentía acerca de ti, y
la palabra final sobre si tus jeans nuevos hacían ver tu culo grande. Pero las chicas
también tenían miedo de ella. Ali sabía más de ellas que ninguna otra, incluyendo
las cosas malas que querían enterrar - justo como un cuerpo. Era horrible pensar
que Ali podría estar muerta, pero… si ella lo estaba, al menos sus secretos estaban
a salvo. Y ellas lo estuvieron. Durante tres años, de todos modos.
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Nota de la traductora
*JV: Junior varsity es el equipo principal de la escuela generalmente integrado por chicos de último
año.
*Ranilla: ligas pequeñas de natación




7 comentarios:

  1. GENIAL! Justo arranqué con el libro. Igual, estoy empezando el capítulo 12. Todas las noches leo 1 o 2 caps.

    Resulta raro que los aspectos físicos se las chicas sean diferentes :P ajaja

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  2. Hola Chicas! como estan? nueva fanatica reportandose (aqui, en el foro y en twitter) Gracias por subir esto! igualmente me los tengo que coprar si o si (harry dejo un vacio que crei que iba a ser dificil de llenar, pero se viene pretty!:)
    Muy buena la pag! yo hoy empece un blog (http://prettylittleliarsarg.tumblr.com)esta sin editar todavia es muy nuevito, pero de apoco le voy a ir dando forma! Sigan asi con la pag y estamos en contacto!

    Un Beso,
    Flor.!

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  3. oh que bien,cuando vayamos mas adelantadas podre hacer una pregunta con la cual me quede de los libros, sobre Jason y no la he querido preguntar por no hacer spoiler =)

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  4. que buena idea!!!
    ya me lei los libros, pero re copado leer y tener con quien compartirlos!!!
    Besos!!

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  5. Este es el primer cap!! cierto nopp?

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  6. si excelente iniciativa se que soy hombre pero esta saga de libro la serie de televisión al igual que the lying game me has atrapado entre sus redes excelente iniciativa

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  7. Awwwww,!
    qee weno qee subieron estoo,
    aun ya mire los kapitulos esto
    es cm diferentteeee !:$
    Sigann Asii :)

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