martes, 15 de enero de 2013

Club de Lectura (2x11)



 
Nuevamente, te traemos un nuevo capítulo del libro Flawless, el capítulo 11.
Si te perdiste el capítulo anterior, lo podés leer aquí.
Para comenzar con la lectura, hacé clic en Más Información.

 




Capítulo 11: ¿La madre de Emily nunca le enseñó a no entrar en coches desconocidos?
 

Emily giró el disco de la máquina de chicles en Fresh Fields. Era miércoles después del entrenamiento de natación, y estaba recogiendo las cosas para la cena de su madre. Cada vez que entraba a Fresh Fields usaba la máquina de chicles. Había hecho un juego con esto; si sacaba un chicle amarillo, algo bueno le ocurriría. Observó el chicle en su palma. Era verde.
—Hey —alguien estaba frente a ella.
Emily miró hacia arriba. 
—Aria. Hey
Como siempre, Aria claramente no tenía miedo de resaltar con su atuendo.
Vestía un hinchado chaleco azul neón que acentuaba sus impresionantes ojos azules. Y a pesar de que llevaba la falda estándar problemática de la escuela, se la había subido bien sobre sus rodillas, debajo llevaba unas mallas negras y divertidas zapatillas azul real. Su cabello negro estaba arriba, en una cola de caballo estilo porrista. Funcionó completamente, y la mayoría de los chicos en el estacionamiento de Fresh Fields la miraban. 
Aria se inclinó más cerca. 
—¿Lo llevas bien?
—Sí. ¿Y tú?
Aria se encogió de hombros. Dio una mirada furtiva alrededor del estacionamiento lleno de chicos ansiosos empujando carritos. 
—¿No has recibido ningún…?
—Nop —Emily evitó los ojos de Aria. El lunes, ella había eliminado el texto de
“A” sobre su nuevo amor, así que era casi como si nada hubiese sucedido. —¿Tú?
—Nada —Aria se encogió de hombros—.Tal vez estamos seguras.
No lo estamos, quería decir Emily. Se mordió el interior de su mejilla.
—Bueno, puedes llamarme en cualquier momento —Aria caminó hacia la vitrina de sodas.
Emily salió de la tienda, con un sudor frío recorriéndole el cuerpo. ¿Por qué era la única que había oído sobre “A", de todas formas? ¿Estaba “A” escogiéndola?
Colocó la bolsa con la compra en el interior de su mochila, abrió el candado de su bicicleta, y pedaleó fuera del estacionamiento. Cuando giró por la calle de al lado, que no estaba más que a millas de una granja con una cerca blanca, sintió la pequeñísima insinuación de una caída en el aire. Esta caída en Rosewood siempre le recordaba que era el comienzo de la temporada de natación.
Eso por lo general era bueno, pero este año, Emily se sentía inquieta. La entrenadora la había hecho capitana, anunciándolo después de que la competencia de Rosewood terminara. Todas las chicas se habían reunido a su alrededor para felicitarla, y cuando le dijo a sus padres, su mamá tenía los ojos llorosos. Emily sabía que debería sentirse feliz, las cosas habían vuelto a ser normales. Pero sentía que las cosas ya habían cambiado irrevocablemente.
—¡Emily! —alguien llamó a su espalda.
Ella se volvió para ver quien la llamaba, y la rueda delantera de la bicicleta patinó sobre hierba mojada. De pronto, se encontró así misma en el suelo.
—Oh, Dios mío, ¿Estás bien? —gritó una voz.
Emily abrió los ojos. De pie frente a ella estaba Toby Cavanaugh. Tenía puesta la capucha de su cazadora, así que su rostro se veía vacío y ensombrecido.
Ella gritó. El incidente de ayer en el pasillo de los vestidores volvió a ella. La expresión frustrada en el rostro de Toby. Como él, con una sola mirada, había hecho que Ben se fuera, ¿Era solo una coincidencia que él estuviera pasando por allí en ese momento o la había estado siguiendo? Pensó sobre la nota de “A”.
Sin embargo, la mayoría de nosotros hemos cambiado totalmente... Bueno, Toby ciertamente lo había hecho.
Él se agachó. 
—Déjame ayudarte.
Emily lanzó la bicicleta fuera, moviendo cautelosamente sus piernas, y luego levantó el dobladillo del pantalón para inspeccionar el feo raspón en su pierna.
—Estoy bien.
—Esto se te cayó allí —Toby le entregó su monedero de la suerte, era de cuero rosa con monogramas en la parte delantera. Ali se lo había dado un mes antes de desaparecer.
—Uhm, gracias —Emily se lo quitó, sintiéndose inquieta.
Toby frunció el ceño ante el raspón. 
—Eso se ve un poco mal. ¿Quieres ir a mi coche? Creo que tengo algunas tiritas…
Emily tenía el corazón debocado. Primero lo de la nota de “A”, después Toby la había rescatado en el vestuario, y ahora esto. ¿Por qué estaba en Tate de todas formas?, ¿No se suponía que él estaba en Maine? Emily siempre se había preguntado si Toby sabía algo de lo de Jenna, y el por qué se había inculpado.
—Realmente estoy bien —dijo, levantando la voz.
—¿Puedo al menos llevarte a algún lado?
—¡No! —Emily gritó. Entonces, se dio cuenta de la cantidad de sangre que tenía su pierna. Despreciaba ver sangre. Sus brazos empezaron a sentirse como gelatina.
—¿Emily? —preguntó Toby—. ¿Estás...?
La visión de Emily empezaba a distorsionarse. No podía estar débil en este momento. Tenía que alejarse de Toby. Aunque la mayoría de nosotros hemos cambiado… y fue entonces cuando todo se volvió negro.
Cuando despertó, estaba recostada sobre el asiento trasero de un coche pequeño y un montón de mini-tiritas cruzaban en el raspón de su pierna. Miró alrededor confundida, tratando de orientarse. Entonces, se dio cuenta que quien estaba conduciendo.
Toby se dio vuelta. 
—Boo.
Emily gritó.
—¡Whoa! —Toby se detuvo en un semáforo en rojo y levantó las manos en señal de ¡No disparen!—. Perdón, solo estaba jugando.
Emily se sentó. El asiento trasero estaba lleno de cosas. Botellas vacías de Gatorade, cuadernos, libros, zapatillas de deportes hechas un desastre, y un par de sudaderas de color gris.
El cojín del asiento de Toby estaba todo desgastado, revelando en algunos lugares goma azul raída. Un agradable ambientador en forma de oso bailaba en su espejo retrovisor, pero su coche no olía bien. Tenía un aplastante olor a acre.
—¿Que estás haciendo? —Emily gritó—. ¿A dónde vamos?
—Te desmayaste —dijo calmadamente Toby—. Por la sangre, tal vez. No sabía qué hacer, así que te levante y te subí al coche. Subí la bici al maletero.
Emily miró a sus pies; allí estaba su mochila. ¿Toby la había recogido? ¿Al igual que la tomó a ella entre sus brazos? Estaba asustada, sentía que se volvería a desmayar. Miró a su alrededor, pero no reconocía el camino boscoso por el que estaban. Podrían estar en cualquier lugar.
—Déjame salir —lloró—. Puedo ir en mi bici desde aquí.
—Pero no debería...
—En serio, detén el coche.
Toby detuvo el coche encima de la hierba y la miró al rostro. Los contornos de su boca colgaban hacia abajo, y sus ojos se veían llenos de preocupación. 
—No quise decir... —se pasó la mano por la barbilla—. ¿Qué se supone que tengo que hacer? ¿Dejarte aquí?
—Si —dijo Emily.
—Bueno, uhm. Lo siento entonces —Toby salió del coche, caminando hacia su lado, y abrió la puerta. Un mechón negro le caía sobre los ojos—. En la escuela, era voluntario en la unidad de Servicios médicos. De niño quería rescatarlo todo, incluso ahora, como en el camino de la muerte.
Emily miró la carretera en que transitaban, y advirtió la gigante noria de la granja Applegate. No estaban en mitad de ninguna parte... Estaban a una milla de su casa.
—Vamos —dijo Toby—. Te ayudaré a bajar.
Tal vez estaba sobreactuando. En realidad, había un montón de personas que habían cambiado. Por ejemplo, cualquiera de los viejos amigos de Emily. Esto no significaba que Toby fuera “A”. Aflojó su agarre del asiento.
—Uhm... Puedes llevarme. Si quieres.
Toby la miró fijamente durante un minuto. Uno de los contornos de su boca se curvó en casi una sonrisa. La expresión de su rostro decía: Uhm, Ok, chica loca, pero no lo dijo.
Regresó al asiento del conductor, y Emily silenciosamente lo iba inspeccionando. Toby realmente se había transformado. Su mirada espeluznante y oscura, ahora sólo parecía profunda y melancólica. Y realmente había hablado. Coherentemente. El verano siguiente a sexto grado, Emily y Toby fueron al mismo campamento de natación y Toby la miraba descaradamente, incluso después de ponerse una gorra sobre los ojos. Le hubiese gustado preguntarle la pregunta del millón de dólares. ¿Por qué se había culpado de la ceguera de su hermanastra, cuando no lo había hecho?
La noche estaba acabando cuando Ali entró a casa y dijo que todo estaría bien, que nadie la había visto. Al principio, todas estábamos demasiado aterrorizadas como para dormir, pero Ali se había encargado de calmarnos a todas. Al día siguiente, cuando Toby confesó, Aria se preguntó si Ali no había sabido que él haría eso todo el tiempo ¿Como podía ser tan fría al respecto? 
—Solo hice lo que teníamos que hacer. Bien —explicó Ali. 
Con el tiempo, la confesión de Toby se había convertido en uno de esos misterios de la vida que nunca se entiende.
Como ¿Por qué Brad y Jen en realidad se divorciaron? ¿Qué había en el suelo del baño de mujeres en el Rosewood Day el día en que la mujer de servicio gritó? ¿Por qué Imogen Smith extrañó tanto la escuela en sexto grado? (porque está definitivamente no era mona), o como... ¿Quién asesinaría a Ali? Tal vez Toby se sentía culpable por algo más, o ¿Quería salir de Rosewood? O tal vez alguno de los fuegos artificiales que tenía en la casa del árbol se disparó por error.
Mientras Toby se dirigía a la calle de Emily, una canción de Blues se reproducía en su estéreo, y tamborileaba las manos en el volante al compás de esta. Emily pensó acerca de como la había salvado ayer de Ben. Quería agradecérselo, pero ¿Y si él hace más preguntas al respecto? ¿Qué le diría Emily? Oh, él estaba enojado porque le di un beso francés a una chica.
Finalmente, Emily pensó en una pregunta segura. 
—Así que, ¿Estás en Tate ahora?
—Sí —respondió—. Mis padres dijeron que podría ir, y lo hice. Es agradable estar cerca de casa, y así poder ir a ver a mi hermana. Ella está en la escuela en Philadelphia.
Jenna... Todo el cuerpo de Emily, incluso los dedos de los pies, se tensó. Trató de no mostrar ninguna reacción. A su vez, Toby miró hacia adelante, aparentemente sin notar lo nerviosa que estaba.
—Y, uhm, ¿Dónde estabas antes? ¿Maine? —preguntó, fingiendo que no sabía que había estado en la Academia Manning para hombres, que, según una investigación en Google, estaba en Fryeburg, de camino a Pórtland.
—Sip —Toby ralentizó el paso para que dos niños en patines cruzaran la calle— Maine fue bastante cool. Lo mejor eran los Servicios Médicos de Emergencia.
—¿Has... has visto morir a alguien?
Toby la observó por el espejo retrovisor de nuevo. Emily nunca había notado que sus ojos eran de un azul muy oscuro.
—Nop... Pero una señora mayor me dejó a su perra.
—¿Su perra? —Emily no podía dejar de reír.
—Sí, estaba con ella en la ambulancia y la visité cuando entro a la UCI.
Hablamos de su perra y le dije que yo los amaba... Así que cuando murió su abogado me encontró.
—Así que... Ahora tienes un perro.
—Está en mi casa ahora. Es realmente dulce, pero tan vieja como la señora.
Emily rió. Algo dentro de ella comenzó a descongelarse. Toby parecía normal... Y agradable. Antes de que pudiera decir algo más, ya habían llegado a su casa.
Toby aparcó el coche, y sacó del maletero su bicicleta. Ambos tomaron la manilla de esta, y sus dedos se tocaron. Emily sintió una pequeña descarga, Toby la miró por un momento, y ella bajó su mirada a la acera. Hace mucho tiempo, allí mismo había presionado sobre el cemento fresco su mano. Ahora, su huella se veía muy pequeña para haber sido suya.
Toby subió al asiento del conductor. 
—Así que ¿Te veré mañana?
La cabeza de Emily se levantó. 
—¿P-por qué?
Toby le dio vuelta a la llave. 
—Rosewood y Tate se encuentran... ¿Recuerdas?
—Oh —respondió Emily—. Por supuesto.
Mientras Toby se iba alejando, sintió que su corazón se oprimía. Por alguna extraña razón, Emily pensó que Toby quería invitarla a una cita. Vamos... se dijo a sí misma mientras subía los escalones de la entrada de su casa. Era Toby. Ellos dos juntos eran tan probables como... Bueno, como Ali estando viva. Y por primera vez desde que Alison había desaparecido, Emily perdió la esperanza de que eso ocurriera.

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